cuatro

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Louis había pasado la tarde en el pequeño taller de cerámica al que había comenzado a ir en las últimas semanas, buscando en el barro una forma de aliviar la tristeza que lo envolvía.

Crear algo con sus manos le daba una fugaz sensación de control en medio del caos que sentía en su vida. Ese día, había trabajado con dedicación en una taza de cerámica, algo que esperaba entregarle a Harry, con la esperanza de que tal vez un gesto simbólico pudiera recordarle lo que alguna vez compartieron.

Con la figura aún tibia en sus manos, Louis se encaminó de regreso a casa. A cada paso, su emoción crecía, imaginando la sonrisa de Harry al recibir el regalo. Aunque el gesto era sencillo, Louis lo llevaba con una ilusión sincera, esperando que pudiera alegrarle el día a su alfa.

Al llegar, con la figura de cerámica envuelta cuidadosamente, entró sin hacer ruido. Sin embargo, al cruzar el umbral, lo primero que vio fue a Sam, cómodamente sentado en el sillón de la sala, usando uno de los suéteres favoritos de Harry. Louis se quedó inmóvil, observando a Sam con la ropa de su alfa. Algo dentro de él se rompió. Ese suéter era un símbolo de los días que ya no volvían, de las mañanas en que Harry se lo ponía y lo abrazaba sin decir una palabra, sólo compartiendo calor.

Sin poder controlarlo, un gruñido bajo escapó de su garganta. El sonido fue una reacción instintiva, algo que no pudo evitar. Sam se sobresaltó, girando la cabeza para mirarlo con sorpresa y miedo en los ojos. Louis se dio cuenta de lo que acababa de hacer, el dolor lo invadió de inmediato, y trató de disculparse.

"Lo siento, Sam, no quise..." comenzó, pero antes de que pudiera terminar, escuchó la voz de Harry, dura y fría, cortándolo en seco.

"¿Qué estás haciendo, Louis?" La voz de Harry resonó con furia desde la entrada.

Louis se volvió lentamente hacia Harry, sintiendo su corazón latir con fuerza. "No fue mi intención..."

Harry no lo dejó terminar. "¡No es normal que te enfurezcas por algo tan insignificante como un suéter!" gritó, su voz llena de frustración. "Estás actuando de manera ridícula, Louis."

Louis apretó la figura de cerámica en sus manos, intentando encontrar las palabras para explicar lo que sentía. Pero el nudo en su garganta lo ahogaba, impidiéndole hablar. Quería decirle a Harry lo mucho que lo amaba, lo mucho que había trabajado en ese pequeño regalo que traía consigo. Pero nada salió.

"Esto es ridículo, Louis," continuó Harry, su tono cargado de frustración. "Te enojas porque le presto atención a Sam, como si no tuviera razones válidas. Él está llevando a mi cachorro. No puedo ignorarlo. Y tú, en lugar de entenderlo, actúas como un tonto omega celoso y haces que todo sea más difícil."

Louis sintió cómo las palabras lo destrozaban. Se mordió el labio, tratando de contener las lágrimas, pero era inútil. Con manos temblorosas, dejó la figura de cerámica en la mesa. "Te traje esto... lo hice para ti..." susurró, pero Harry ni siquiera lo miró. En lugar de eso, se giró hacia Sam, dejando a Louis de pie, ignorándolo por completo.

Sam le lanzó a Louis una mirada compasiva, pero eso solo aumentó su sensación de vacío. Louis lo vio todo en cámara lenta: Harry acercándose a Sam, apoyándole una mano en su pancita mientras le susurraba algo al oído, ignorando por completo la presencia de Louis.

Con la garganta cerrada y el corazón pesado, Louis se forzó a sonreír débilmente. "Lo siento, Sam," murmuró, casi inaudible. Pero antes de que pudiera decir algo más, giró sobre sus talones y se dirigió hacia su habitación, sintiendo el peso de la soledad presionando su pecho.

Al cerrar la puerta detrás de él, Louis se dejó caer en la cama, abrazando su almohada en un intento desesperado de encontrar consuelo. Las palabras de disculpa que había intentado decirle a Sam resonaban en su cabeza, pero sabía que no era suficiente.

beautiful tragic love affairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora