4. Bakugo x Uraraka

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Chispas y Gravedad

El torneo de la U.A. había terminado, pero las secuelas de las intensas batallas aún resonaban en los pasillos de la academia. Entre todas las peleas, la que más había quedado en la memoria de todos fue la entre Bakugo Katsuki y Ochaco Uraraka. La valentía de ella, enfrentándose al rubio con todo lo que tenía, había impresionado a sus compañeros y a los profesores, y hasta había obligado al rubio a tomarla en serio, algo que rara vez hacía con sus oponentes.

Desde entonces, había una cierta tensión en el aire entre ambos, una tensión que ninguno de los dos sabía cómo abordar. Katsuki, como siempre, era reservado y agresivo, pero en su interior, algo había cambiado. Había visto de lo que Uraraka era capaz y, aunque nunca lo admitiría en voz alta, había ganado un profundo respeto por ella.

Un par de días después del torneo, el explosivo estaba en uno de los gimnasios de la U.A., entrenando como siempre. El ruido de las explosiones resonaba en la sala, acompañadas de su característico gruñido. Era su manera de procesar las cosas, de dejar salir el exceso de energía que siempre parecía arder dentro de él. La pelea que tuvo con Todoroki lo dejó con un sabor agrio, sabía que el hijo de Endevor podía haberlo dado todo, aún sí el rubio piensa que no dió al 100 porciento de la pelea con él y por lo tanto no se merecía el primer lugar.

Mientras lanzaba una nueva explosión contra el maniquí de entrenamiento, la puerta del gimnasio se abrió suavemente, y una figura entró con paso decidido. Era ella. Había estado buscando al rubio, sintiendo la necesidad de hablar con él desde su pelea. Había algo que la inquietaba, algo que quería aclarar.

-¿Bakugo? -llamó con su voz clara, pero con un toque de duda.

Este se detuvo en seco, volviendo la cabeza con una expresión que mezclaba sorpresa e irritación. No esperaba visitas, y mucho menos de ella. Bajó los brazos, aunque aún mantenía su postura defensiva.

-¿Qué quieres, Uraraka? -preguntó en su tono habitual, brusco y lleno de desdén.

Ella respiró hondo, armándose de valor. Lo había enfrentado antes, pero esta conversación le resultaba igual de intimidante.

-Quería hablar contigo... sobre nuestra pelea en el torneo -dijo, acercándose con paso firme.

Este frunció el ceño, recordando el combate. Para él, las peleas eran asuntos serios, y no le gustaba revivirlas en conversaciones innecesarias.

-¿Y qué hay que hablar? -respondió, cruzando los brazos sobre el pecho-. Gané. Fin de la historia.

Ella no se inmutó ante su tono. Había aprendido a no dejarse intimidar por él, al menos no tanto como antes.

-Sé que perdiste la paciencia conmigo durante la pelea... -comenzó, eligiendo sus palabras con cuidado-. Pero quería agradecerte por no subestimarme. Sabía que no tenía muchas probabilidades de ganar, pero aun así lo intenté, porque pensé que si lo hacía, te demostraría que no soy una heroína débil.

El rubio la miró fijamente, sus ojos rojos destellando con una mezcla de emociones. No estaba acostumbrado a que la gente le hablara de esa manera, especialmente después de una pelea. La mayoría lo evitaba o lo criticaba por ser demasiado rudo.

-Tú... no eres débil -dijo finalmente, su voz bajando ligeramente el tono-. Pero no esperes que te trate diferente solo porque eres una chica o porque eres amable. Si te enfrentas a mí, pelearé con todo lo que tengo. No soy de los que dan tregua.

Ella asintió, sintiendo una mezcla de alivio y admiración por él. Sabía que esas palabras, viniendo de él, eran todo un cumplido.

-Lo sé, y lo aprecio -respondió ella, sonriendo con suavidad-. Solo quería decirte que, aunque fue duro, aprendí mucho de esa pelea. Me hizo más fuerte.

MY HERO ACADEMIA SHIPS (one shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora