Capítulo 6: En el Corazón del Peligro

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Las primeras horas del amanecer encontraron a Janice mirando por la ventana del apartamento de Marcus, con la mente llena de pensamientos inquietantes. A pesar de la determinación que había sentido la noche anterior, la realidad del peligro que enfrentaban era abrumadora. No solo estaba en juego la vida de Javier, sino también la suya y la de Marcus.

Sabía que no podían permitirse cometer errores. Las personas con las que Javier y Marcus estaban involucrados no eran simples delincuentes; eran individuos despiadados, dispuestos a hacer cualquier cosa para proteger sus intereses. El tiempo estaba en su contra, y cada día que pasaba los acercaba más a un punto sin retorno.

Esa mañana, Janice decidió que era hora de reunirse nuevamente con Irene. Sabía que la periodista tenía más información, y quizás juntas podrían trazar un plan más claro. Se despidió de Marcus con un rápido beso y prometió mantenerlo informado. En el fondo, sentía una extraña mezcla de miedo y confianza. Sabía que estaban en peligro, pero también sabía que no estaban solos.

Al llegar a la oficina de Irene, Janice notó que la periodista estaba inmersa en una montaña de documentos y fotografías. Irene levantó la vista cuando Janice entró y le hizo un gesto para que se acercara.

—Janice, he estado revisando todo lo que he encontrado sobre la empresa de Javier y las conexiones de Marcus. La situación es más complicada de lo que pensábamos —dijo Irene mientras señalaba una serie de fotos en la mesa—. Estos hombres que ves aquí están directamente vinculados a una red de crimen organizado que se extiende por toda Europa. Y lo peor es que tienen contactos dentro de la policía y del gobierno. Es por eso que Javier y Marcus se han sentido atrapados, no tienen a quién acudir.

Janice sintió que el peso de la situación la aplastaba. La idea de enfrentarse a una organización tan poderosa parecía imposible, pero no podía darse el lujo de rendirse.

—¿Qué podemos hacer? —preguntó Janice, tratando de mantener la calma.

—Primero, necesitamos pruebas sólidas que podamos usar para desmantelar esta red. No podemos confiar en la policía local, pero hay periodistas de investigación y agencias internacionales que podrían ayudar, si les damos la información adecuada —respondió Irene, con la mirada firme—. Y luego, debemos asegurarnos de que Javier y Marcus estén a salvo, porque si los jefes de esta organización sospechan que están cooperando con nosotros, podrían tomar represalias.

Janice asintió, comprendiendo la magnitud de lo que Irene estaba diciendo. Tenían que actuar con rapidez, pero también con la máxima cautela.

—Irene, ¿cómo conseguimos esas pruebas? —preguntó, con la mente ya pensando en los posibles riesgos.

—Ya he encontrado algunas cosas, pero necesito más. Javier y Marcus deben ayudarnos desde dentro. Necesitamos registros, documentos, cualquier cosa que podamos usar para exponer a estos criminales. Sé que es pedir mucho, pero es la única forma —respondió Irene, con un tono que reflejaba la gravedad de la situación.

El solo pensamiento de poner a Javier y Marcus en una situación tan peligrosa aterrorizaba a Janice, pero también sabía que no tenían otra opción.

—Hablaré con ellos. Veré qué pueden hacer —dijo Janice, tratando de sonar más segura de lo que se sentía.

Esa noche, Janice se reunió con Javier en su apartamento. Al principio, su hermano se mostró reacio a la idea de involucrarse aún más, pero finalmente comprendió que era la única forma de salir de la situación con vida.

—Es un riesgo enorme, Janice. No sé si puedo hacerlo —dijo Javier, con el miedo claramente reflejado en sus ojos.

—Javi, sé que es aterrador, pero si no hacemos esto, nos destruirán a todos. Necesitamos esas pruebas para tener una oportunidad de luchar. Confío en ti, sé que puedes hacerlo —respondió Janice, intentando transmitirle algo de la fortaleza que ella misma luchaba por mantener.

Finalmente, Javier accedió. Sabía que su hermana tenía razón, aunque el miedo lo consumía. Janice sentía un nudo en el estómago al dejar a su hermano, sabiendo que lo estaba enviando al corazón del peligro.

Más tarde, se reunió con Marcus y le explicó lo que Irene había sugerido. Al principio, Marcus se mostró reacio, preocupado por el riesgo que implicaba. Pero al ver la determinación de Janice y comprender que esta podría ser su única oportunidad de salir de ese infierno, finalmente aceptó.

—Si esto sale mal, podría perderte —dijo Marcus, con voz ronca, mientras tomaba la mano de Janice.

—No vamos a perder, Marcus. No podemos —respondió Janice, aunque una pequeña parte de ella no podía evitar temer lo peor.

Los días siguientes fueron una mezcla de ansiedad y acción. Javier y Marcus comenzaron a reunir la información que Irene necesitaba, con mucho cuidado de no levantar sospechas. Cada noche, Janice los recibía, ansiosa por saber si todo había salido bien. Con el paso del tiempo, lograron recopilar documentos incriminatorios, correos electrónicos y registros que demostraban la magnitud de las operaciones ilegales de la organización.

Finalmente, cuando tuvieron suficiente, Irene comenzó a organizar todo para entregarlo a las personas adecuadas. Era una carrera contra el tiempo, porque sabían que si alguien en la organización se daba cuenta de lo que estaban haciendo, las represalias serían inmediatas y despiadadas.

Una noche, mientras Janice y Marcus repasaban los últimos detalles, Javier llegó a casa con el rostro pálido. Había estado en la oficina todo el día, asegurándose de obtener la última pieza de evidencia que necesitaban. Pero algo en su expresión hizo que Janice sintiera una punzada de terror.

—Javi, ¿qué pasó? —preguntó, el miedo reflejado en su voz.

—Creo que sospechan de mí. Hoy noté que uno de los jefes me miraba de forma extraña, y luego recibí una llamada anónima, advirtiéndome que dejara de hacer preguntas. Creo que estamos en peligro, Janice —dijo Javier, con la voz temblorosa.

El corazón de Janice se aceleró. Sabía que estaban en el punto de no retorno.

—Tenemos que movernos rápido. No podemos esperar más —dijo Marcus, tomando el control de la situación.

Esa noche, decidieron actuar. Irene había preparado un plan para entregar la información a una agencia internacional que podría protegerlos y usar la evidencia para desmantelar la organización. Janice sabía que era su única opción, pero también comprendía que, una vez que tomaran ese paso, no habría vuelta atrás.

Se prepararon para ir al lugar de encuentro con Irene, pero justo cuando salían del apartamento, el teléfono de Marcus sonó. Al responder, su rostro se volvió pálido.

—Es Irene... está en peligro —dijo, mirando a Janice con urgencia.

Janice sintió cómo el terror la envolvía. Sabía que la situación se había vuelto más peligrosa de lo que habían anticipado. Mientras corrían hacia el lugar donde Irene los esperaba, Janice comprendió que estaban entrando en la fase más crítica de su plan. Ahora, no solo sus vidas, sino también la verdad y la justicia estaban en juego.

Sabía que esta noche sería decisiva. Mientras avanzaban por las calles oscuras, Janice apretó la mano de Marcus, su única ancla en ese mar de incertidumbre. El corazón del peligro latía más fuerte que nunca, y solo podían esperar que su valor y determinación fueran suficientes para enfrentarlo.

La tormenta estaba a punto de desatarse, y Janice sabía que tenía que estar preparada para lo que viniera, porque esta vez, no había margen de error.

The Bloody WomenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora