El suave sol de la mañana italiana se filtraba a través de las cortinas blancas, iluminando la habitación de Janice. Ella se estiró en la cama, disfrutando de los pocos momentos de tranquilidad antes de que el día comenzara. Vivir en Florencia era como estar en un sueño: calles adoquinadas, arte en cada esquina, y una vida universitaria llena de desafíos intelectuales. Janice siempre había sido una joven optimista, con una mente curiosa y una sonrisa que iluminaba cada habitación en la que entraba. Era la primera de su familia en ir a la universidad, y estaba decidida a aprovechar cada oportunidad que se le presentara.
Sin embargo, ese día había algo en el aire, una sensación que no podía identificar pero que la inquietaba. Tal vez era el estrés por los exámenes finales que se acercaban, o quizás una simple preocupación por Javier, su hermano mayor. Javier siempre había sido su ancla, el pilar fuerte y protector en su vida. Pero últimamente, había notado un cambio en él. Estaba más distante, más reservado, como si algo pesado se interpusiera entre ellos.
Después de desayunar rápidamente, Janice decidió que necesitaba despejar su mente. Bajó a la pequeña cafetería en la esquina de su calle favorita. Mientras tomaba un capuchino y hojeaba sus notas de clase, vio a Marcus, su novio, entrar por la puerta. Él la vio y sonrió, esa sonrisa cálida que siempre lograba calmar sus nervios. Se acercó a su mesa, le dio un beso en la mejilla y se sentó frente a ella.
—Buenos días, preciosa —dijo Marcus, su voz suave como la seda.
—Buenos días, cariño. ¿Cómo te fue en el entrenamiento? —preguntó Janice, intentando mantener la conversación ligera. Pero aún no podía quitarse de la mente la sensación de inquietud.
—Bien, como siempre —respondió él, pero su mirada se desvió por un segundo hacia la ventana.
Esa pequeña distracción no pasó desapercibida para Janice, pero decidió no insistir. Durante los últimos días, había notado pequeños cambios en Marcus también. Llegaba tarde a sus citas, su teléfono sonaba más a menudo de lo habitual, y a veces parecía estar en otro lugar, incluso cuando estaban juntos. Pero Janice, siempre dispuesta a dar el beneficio de la duda, pensaba que tal vez él simplemente estaba estresado con sus propios estudios.
Después de un rato, Marcus tuvo que irse. Le dio un beso en los labios y se despidió apresuradamente, dejando a Janice con la sensación de que algo andaba mal. Se quedó un rato más en la cafetería, mirando por la ventana, intentando darle sentido a sus pensamientos.
De regreso a casa, encontró a Javier sentado en el sofá del pequeño apartamento que compartían. Estaba mirando su teléfono con una expresión seria, casi sombría, algo inusual para él.
—Hola, Javi. ¿Todo bien? —preguntó, tratando de no sonar preocupada.
Javier levantó la vista, forzando una sonrisa.
—Sí, todo bien. Solo cosas del trabajo —respondió, guardando rápidamente su teléfono en el bolsillo.
Janice sabía que Javier trabajaba en una pequeña empresa de importación y exportación. Siempre había pensado que su trabajo era algo rutinario, pero últimamente había estado trabajando hasta tarde y recibiendo llamadas a horas extrañas. Sin embargo, no quería presionarlo; su hermano siempre había sido reservado con sus asuntos.
Esa noche, mientras Janice se preparaba para dormir, no pudo evitar que sus pensamientos volvieran a Javier y Marcus. Algo dentro de ella le decía que todo estaba conectado, pero no tenía pruebas ni razones para creerlo. Tal vez estaba dejando que su imaginación la llevara por caminos oscuros. Sin embargo, la sensación de inquietud no la abandonaba, y cuando finalmente se quedó dormida, fue con un nudo en el estómago y la vaga certeza de que su vida estaba a punto de cambiar para siempre.
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The Bloody Women
Misterio / SuspensoJanice, una joven y brillante estudiante universitaria alegre y soñadora que vive en Italia, administra una buena orga con su hermano Javier, un aparentemente convencido compañero que siempre fue su ancla segura. La joven descubre algo que nunca ima...