TWINKIE

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Como vivía en una zona horrible, casi nadie se inmutó cuando la vieron apoyar a un hombre al borde de la muerte. A la gente le disparan casi todos los días por tonterías. Nadie les ofreció ayuda, ni llamó a la policía.

Así es la raza humana; un puñado de bastardos egocéntricos. Todos excepto Amanda. Ella estaba dispuesta a perder la confianza de John para salvar la vida de Adam y John era todo lo que ella tenía.

Diez minutos más tarde, Adam estaba tirado en el sofá de Amanda con una manta sobre él. Adam se había acurrucado debajo, pero seguía temblando.

No estaba segura de si era porque estaba descalzo, desnutrido o tenía deficiencia de hierro. Debía ser una mezcla de todo.

Desde la cocina, se quedó mirando. Amanda era una drogadicta en recuperación. No tenía mucho que darle a Adam.

Su apartamento tenía una corriente de aire horrible, vecinos ruidosos, y era en general desordenado. Lo que sí tenía para ofrecer eran bocadillos y comida envasada, hechos en fábrica. Aún no los había tocado porque cuando estaba con John, él le proporcionaba todo lo que necesitaba.

Amanda se tomó un minuto para examinar una caja de twinkies que tenía encima de la nevera. Estaban a punto de caducar. Sacó uno de los esponjosos pastelitos amarillos de la caja, se lo metió bajo el brazo y se acercó hasta Adam. De camino hacia él, abrió el envoltorio de plástico.

-Toma, Adam- ofreció.

Se sentó en el borde del sofá y acercó delicadamente el Twinkie a la nariz de Adam. El chico gimió e inclinó la cabeza hacia un lado.

-Adam. Come. Comida- siseó Amanda. No porque estuviera molesta sino porque no quería que Adam siguiera sufriendo-. Morirás si no comes.

-Sueño -murmuró Adam.

-¡Sé que tienes sueño, pero no puedes dormirte! No quiero que te mueras. Llegaste tan lejos. No te rindas ahora... -Amanda suplicó.

Se había dado cuenta de la forma en que Adam se recostaba. Su vientre apenas se levantaba cuando respiraba. Se había envuelto en la sensación de confort.

Adam se sentía aliviado de haber escapado. Era lo que más deseaba. Quería escapar más de lo que quería comer. Ahora que había escapado, no ansiaba nada más. Podía morir en paz en aquel sofá incómodo donde yacia. Era lo mejor que se merecía. Tenía una vida patética y merecía una muerte patética; muerte por inanición.

Poco sabía Adam, pero Amanda podia llegar a ser mas terca que él. Había ido tan lejos para salvarlo. No podía rendirse ahora. Viendo que Adam no haría mucho por sí mismo, Amanda separó delicadamente sus pálidos labios. Para que no se ahogara, arrancó un trocito de Twinkie y se lo metió en la boca.

Adam gimió e hizo un pésimo intento de apartarla.

-Mm...

-¡No! ¡No lo escupas! -le ordenó Amanda.

Tuvo que poner sus manos sobre la boca de Adam para detenerlo.

Con la lengua, Adam empujó perezosamente el Twinkie hacia la entrada de su boca, pero con Amanda bloqueando la salida, se quedó atascado en su boca. Esto le subió la adrenalina.

Adam se puso frenético, se impulsó hacia arriba y trato de defenderse.

El pobre seguía paranoico. Era de esperar. Después de todo, había estado atrapado en un baño y obligado a jugar a un juego mortal. Fue testigo de cómo Gordon se cortaba la pierna, le disparaban, le abandonaban y se moría de hambre. Lo único sorprendente de todo aquello fue la fuerza que reunió Adam para rebelarse.

SAW (RENACIMIENTO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora