CAPÍTULO 6

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Después de la noche en el bar y la conversación con Gustav, me encontraba en un estado de confusión abrumadora. Aunque había decidido que eventualmente tendría que hablar con Tom sobre lo que sucedió en algún momento, no estaba listo para enfrentar ese desafío. Me daba miedo la idea de enfrentar a mi hermano gemelo, a quien tanto amaba, después de que él me empujara y me mirara con desprecio.

Pasaron varios días, y yo evitaba a Tom tanto como me era posible. Desde que ocurrió lo del beso, nuestra relación se volvió tensa e incómoda.
Las miradas que intercambiamos estaban llenas de preguntas sin respuesta, y la distancia entre nosotros parecía aumentar con cada día que pasaba. Una tarde, mientras estaba en mi habitación, recibí un mensaje de texto de Tom. Me temblaron las manos al ver su nombre en la pantalla de mi teléfono. El mensaje decía:

"Bill, necesitamos hablar. ¿Podemos encontrarnos en el parque esta tarde?"

Mi corazón latía con fuerza

"Está bien, nos vemos allí."

Me preocupaba lo que Tom quisiera decirme, pero sabía que era hora de enfrentar la situación. Esa tarde, nos encontramos en el parque donde solíamos jugar de niños. El lugar estaba tranquilo, muy diferente de la fiesta caótica donde ocurrió todo. Tom y yo nos miramos en silencio durante un momento antes de que él rompiera el hielo. — Bill, quiero disculparme por mi reacción en la fiesta. No debí haberte empujado de esa manera, y no debí mirarte con desprecio. Fue un error, y lamento mucho cómo te lastimé —dijo Tom con sinceridad en su voz. Sus palabras me sorprendieron, no esperaba que comenzara la conversación de esta manera.

Respiré profundamente —-Tom, yo también tengo que disculparme. Fue una locura lo que pasó en la fiesta, y no debí haber actuado de esa manera. Me siento confundido, y no sé cómo manejar lo que siento.--- Tom asintió con comprensión. —Lo entiendo, Bill. También me siento confundido, y quizás deberíamos hablar más sobre esto. ¿Por qué no compartimos lo que sentimos?---Con el peso de nuestras emociones en el aire, comenzamos a hablar sobre lo que estaba sucediendo en nuestros corazones.

Era una conversación difícil y honesta, pero a medida que compartimos nuestros miedos y preocupaciones, sentí que la brecha entre nosotros comenzaba a cerrarse. No sabía cómo terminaría esta conversación, pero lo que sí sabía era que, como hermanos gemelos, teníamos una conexión especial que supera cualquier obstáculo. El proceso de sanación había comenzado, y con el tiempo, esperaba que pudiéramos entender y aceptar nuestros sentimientos mutuos, sin importar las complejidades que presentaran.

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