6. concerns

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📍Madrid, España
🗓 15 de enero 2024

Tras mi mejor fin de semana desde hace muchos años, me tocaba ponerme a trabajar de nuevo, aunque ahora en un nuevo trabajo que pintaba mil veces mejor que ser camarera.

Caco cumplió su palabra y me mandó un correo con toda la información y un pdf con la agenda de Carlos que realizó su antigua asistente antes de que renunciara. Debería actualizarlo.

Una vez dejé a los niños en el colegio, me puse manos a la obra. Saqué mi agenda de este año, que no me había dado tiempo a estrenar, y comencé a organizar todo.

Abrí el PDF de la ex asistente del piloto y empecé a transferir la información a mi agenda física. Reuniones, entrevistas, viajes, entrenamientos... Había una cantidad abrumadora de planes, si fuera Carlos no podría llevar esta vida, era una lista interminable de cosas y mira que yo solo las estaba anotando, pero solo de pensar en tener que hacer todo eso, me agobiaba.

Mientras anotaba y ajustaba horarios, mi móvil se iluminó a mi lado. Era un mensaje de Carlos. Me sorprendió un poco verlo, pues pensaba que si había comunicación sería por correo o, incluso, a través de Caco. Además, no le había dado mi número.

En el mensaje me recordaba que mañana por la mañana tendríamos una reunión para revisar su agenda y hablar sobre el primer viaje. Leer esto último provocó en mí un retortijón de nervios, pero de los buenos, esos que están llenos de emoción.

Respondí rápidamente, agradeciéndole por el recordatorio y confirmando mi asistencia, aunque esta era más que obvia. Luego volví a concentrarme en la agenda, asegurándome de tener todo en orden para la reunión de mañana. Quería causar una buena impresión y demostrar que había sido una buena elección para el puesto.

Una vez tuve todo ordenado en papel, me dispuse a pasarlo a formato digital. Agarré mi portátil y lo encendí, preparando un nuevo documento para la agenda de Carlos. Me aseguré de tener a mano el PDF enviado por Caco y mi propia agenda con todas las citas, tanto antes de Julia, que así se llamaba la anterior asistente, y las nuevas que me había mandado Caco.

Abrí una hoja de cálculo y comencé a transferir la información. Quería que todo estuviera perfectamente organizado y fácil de leer, así que creé columnas para cada tipo de actividad: reuniones, entrevistas, entrenamientos y viajes. Añadí colores para distinguir rápidamente entre los distintos tipos de compromisos. Además, me aseguré de dejar espacios para posibles cambios y nuevas citas.

Después de casi dos horas de trabajo, revisé que todo estuviera perfectamente organizado y me aseguré de que no hubiera ni un mínimo error. Quería y necesitaba que todo estuviera perfecto, así que una vez estuve satisfecha con el resultado, guardé el documento y me envié una copia a mi correo por si acaso.

Con todo listo para la reunión de mañana, me sentí un poco más tranquila. Sabía que el primer paso siempre era el más difícil, pero también el más emocionante. Estaba lista para enfrentar lo que viniera y demostrar que estaba a la altura de este nuevo desafío.

La puerta se abrió, asustándome un poco, hasta que vi a mi madre entrar por el comedor. Le miré confundida, se supone que debería estar trabajando.

-Hola, cielo.- se acercó a darme un beso en mi coronilla.- Siéntate bien.- me dijo mientras se quitaba el abrigo. Bajé el pie de la silla.

-¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar trabajando?- dije, cerrando el portátil.

-Carlos me dijo que me fuera a casa, su novia ha venido unos días y al final es un chico, necesitaban intimidad. Ya sabes.

-No necesito hablar sobre la vida sentimental y mucho menos sexual de mi nuevo jefe, gracias.- dije con una pequeña sonrisa incómoda.
Mi madre soltó una carcajada y se dirigió a la cocina.
-Bueno, quería asegurarme de que estuvieras bien.- dijo, abriendo la nevera.- ¿Cómo va todo con el nuevo trabajo?- me preguntó volviendo de la cocina con un vaso de zumo y se sentó en la mesa conmigo, enfrente mía.
-Bastante bien, aunque apenas estoy empezando. Mañana tengo una reunión con Carlos para revisar su agenda y planificar el primer viaje.- le expliqué, tratando de sonar más tranquila de lo que realmente me sentía.
-Eso suena emocionante. Estoy segura de que lo harás genial, Lena.- me dio la mano por encima de la mesa y dio un ligero apretón. Me conocía muy bien y sé que sabía exactamente cómo me sentía, por eso sus palabras de aliento.
-Gracias, mamá. Es un trabajo increíble y Carlos parece un jefe majísimo, no como Mario.- alcé las cejas al recordar a mi, ahora, antiguo jefe.- Y el dinero, Dios, nunca pensé que cobraría tanto y menos por viajar y organizar cosas. Me encanta organizar cosas.
-Lo sé.- sonrió mientras ladeaba la cabeza.
-Y no quiero decepcionar a Carlos y que me despida. No quiero volver a trabajar en un bar.
-No lo harás. Tienes todo lo que necesitas para triunfar en este trabajo.- me aseguró.- No conozco a alguien que pudiera hacerlo mejor y me alegra conocer a tu jefe, me gusta saber que no es un viejo verde.- bromeó.- Carlos es genial y tú lo eres más, no te despedirá porque no podrá encontrar a alguien mejor que mi niña.- suspiré antes de sonreír.
Mi mirada se desvió a mi móvil cuando este se encendió por una notificación, observé el mensaje de Natalia, me había mandado un enlace de TikTok, pero gracias a su mensaje miré la hora.
-¡Los niños!- me levanté de un salto de la silla.- Se ha hecho tarde. Madre mía.
-Puedo ir yo, Lena.- me dijo mi madre con obviedad.- Para algo estoy aquí.
-No voy yo, tranquila.- dije mientras salía del comedor para buscar mi abrigo y ponerme las zapatillas para ir a por mis hermanos.
Grité un “adiós” desde la puerta y fui a recoger a mis hermanos. Menos mal que el colegio estaba a 10 minutos andando, porque se me había hecho tardé. Me metí un poco de prisa, porque se que si Nico no me ve cuando la puerta se abre se pone a llorar y el pobre lo pasa muy mal pensando que nos hemos olvidado de él.
Por suerte, la puerta se abría justo cuando llegué al colegio y dos minutos después, Nico salía corriendo hacia mí.
-¿Qué tal el cole?- dije aupándole.
-Muy bien, he hecho un amigo. Se llama Pedro.- me contó y yo no pude alegrarme más ante la noticia.
-Eso es genial.- le aparté un mechón de pelo que le caía en la cara.- Vamos a por Paula y me cuentas más sobre tu nuevo amiguito.- lo dejé en el suelo y le ofrecí la mano para dirigirnos a la otra puerta por la que salían los niños de Primaria.
Una vez recogí a Paula y ambos me contaran que tal su día, volvimos a casa, donde comimos en familia y los niños se fueron a dormir la siesta. Yo aproveché para hacer lo mismo, esperando recuperar algo de energía antes de enfrentar el resto del día.
Estaba comenzando a quedarme dormida cuando escuché el sonido familiar de mi móvil vibrando. Lo ignoré al principio, disfrutando del momento de calma, pero luego el sonido insistente de varios mensajes seguidos y luego mi tono de llamada me hizo estirarme perezosamente y alcanzarlo. Al ver la pantalla, sentí un nudo en el estómago al ver el nombre de Alejandro.
-¿Sí?- dije con voz cansada.
-¿Estabas durmiendo?
-Lo estaba intentando.- respondí.
-Bueno. Mañana no tengo que trabajar, ¿quieres salir a cenar y te quedas a dormir en mi casa?- me preguntó.
-Mañana madrugo.- le expliqué.
-Puedes traerte las cosas a mi casa y sales de aquí o te llevo yo a donde tengas que ir.
Barajeé las posibilidades, sabía que Alejandro no iba a parar hasta convencerme. No iba a dejar llevarme a la reunión, básicamente porque odiaba ir en moto, más que ir en coche.
-Bien, ¿a qué hora vienes?
-Cuando los niños se despierten de la siesta iré. Yo también necesito dormir un poco.
-Vale, pues te espero aquí, muñeca. Te quiero.
-Te quiero. Hasta luego.- colgué y dejé un móvil al lado.
Suspiré, pasándome la mano por la cara antes de acomodarme en la cama con la intención de conseguir esa pequeña siesta que ansiaba con cada parte de mí.
Intenté relajarme, cerrar los ojos y dejar que el sueño me envolviera, pero después de unos minutos de dar vueltas, acepté que la siesta no iba a suceder. Con un suspiro pesado, me levanté de la cama, sintiéndome más cansada que antes.
Decidí preparar una pequeña mochila con la ropa de mañana, el cargador y el portátil, el resto de cosas tenía en casa de Alejandro.
Me fui a la cocina y me hice un café para intentar despejarme un poco. Mientras el café se preparaba, el suave aroma llenaba la cocina, brindándome una pequeña sensación de confort. Me apoyé en la encimera, con los ojos cerrados, escuchando el burbujeo de la cafetera. Intentaba no pensar demasiado, pero los pensamientos seguían viniendo en oleadas.
Una vez que el café estuvo listo, me serví una taza y me senté a la mesa de la cocina, mirando a la nada y aunque la casa estaba tranquila, mi mente estaba agitada.
En ese momento, me vino a la mente algo que no se me había pasado por esta desde hace mucho tiempo y me pregunté si las cosas con Alejandro realmente estaban bien, si yo estaba bien. Quise alejar esos pensamientos, pero no pude.
Con el nuevo trabajo me han venido dudas al respecto. A veces me daba la impresión de que me estaba esforzando demasiado por mantener todo en su lugar. Terminé el café, sintiéndome un poco más despierta, pero con el mismo nudo en el estómago.
Cerré los ojos intentando despejar todas esas ideas tontas que me venían a la cabeza, quería a Alejandro, llevaba más 5 años con él y siempre había sido él.
Fui a avisar a mi madre de que me iba y de que no dormiría aquí para que no se preocupará y una vez hecho tomé mi mochila, revisé que todo estuviera listo y salí de casa para ir a casa de mi novio.
Mientras caminaba hacia la casa de Alejandro, intentaba convencerme de que todo estaba bien. Era normal tener dudas a veces, ¿no? Después de todo, llevábamos juntos tanto tiempo que a veces se sentía como si fuéramos parte de la rutina del otro, pero también éramos compañeros, habíamos pasado por tanto juntos.
La música me ayudó a dejar de pensar y dejar las dudas. Caminaba despacio, sin prisa y mientras le envié un mensaje a Alejandro de que iba para allá.

Gold rush | Carlos Sainz (EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora