LA HABITACIÓN 42

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Esta parte tiene mucho contenido pornográfico, no me hago responsable si el lector lo toma personal o le parece inapropiado gracias.

Escritora: Natalia Chacón.

Dos.

Pasando las horas, Lilith está en su quinto sueño en la cama que no es tan cómoda que digamos, ya que el colchón es muy plano, ella se sentía como si durmiera en el piso. Emilio no paraba de pensar en ella, y con eso no le fue suficiente para dormir, se levanta de la cama silenciosamente caminando a la cama donde está dormida Lilith, como hombre, sabe que es una joya su virginidad, y que no es fácil de conseguir chicas así. Se muerde el labio viéndola dormida, pensando en todas las cosas sucias que le viene a la cabeza, con tal de no despertarla y aprovechar.

Emilio se inclina más cerca viendo el rostro sereno de Lilith, con cuidado acerca la mano hacia la cabeza de ella, acariciando con sus dedos delicados un mechón corto apartándolo de su rostro, no puede resistirse a tocarla, sus dedos trazan sus líneas en el brazo descubierto recargado en el estómago. La respiración se le volvió pesada mientras sigue explorando, Emilio llega a la entrepierna femenina encima del pijama, quedándose ahí por un momento. Al quitar su mano, se baja el elástico de su bóxer con lentitud liberando su pene erecto con curva.

Lilith duerme con la boca abierta, él acerca su pene rozando a los labios de ella; siente algo húmedo en su boca, se despierta rápidamente, Emilio se congela al verla despierta, sus ojos se abren ampliamente mirándola muy alterada, esconde su pene debajo de su bóxer, intentando cubrirlo, como ya está muy erecto se le salía solo, demasiado tarde para que ella no se diera cuenta.

—Lo siento.

Lilith al ver ese pene, se limpia su boca con la sábana.

—¿A caso ibas a meterlo en mi boca?

Emilio tartamudea, sin saber qué decir. Su rostro se enrojece de vergüenza, pero también de lujuria.

—Yo, yo solo quería tocarte mientras dormías. No pretendía hacerlo, aunque se ve muy rico.

—¡Voy a reportarte!

Palidece ante sus palabras, su mente corriendo con pensamientos de las posibles consecuencias. Se acerca a ella, suplicante.

—¡No! ¡Por favor! Fue una estupidez, lo sé, no me reportes.

Lilith quiere verlo mejor, así que prende la luz ambos parpadeando ante la luz cubriéndose los ojos con sus manos. Emilio con su otra mano sigue intentando cubrirse su sexo.

—¿Qué hora es? —Lilith se talla sus ojos hasta que se acostumbre a la luz.

—Es tarde, como las tres de la mañana. Por favor, no me reportes.

—¡Oye! —se enoja— ¿Por qué?

Emilio le ruega con la mirada.

—Porque no puedo controlar mis impulsos cerca de ti. Me gustas demasiado, y a veces mi cuerpo actúa por su cuenta —habla más relajado—, te prometo que no volverá a suceder.

Sabe que miente, porque esta noche ella será penetrada. Lilith en cambio le creyó dándole otra oportunidad.

—Es que no tengo ninguna experiencia y tranquilo, no lo haré.

—Gracias, de verdad.

Lilith baja la mirada al sexo de Emilio, no dice nada, pero es sorprendida por lo grande que se ve. Él no se dio cuenta, piensa que más decirle a ella, mira el techo por un momento saca un suspiro y la mira devuelta.

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