uno.

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──¿Quién es ella?

──¿Por qué? ¿estás celosito, mi arracacho?── estira sus labios imitando una voz burlesca sin dejar de abrazar a la desconocida fémina por los hombros.

──No. Deja de usar palabras sin saber su significado. ── escucha a la mujer reír de forma coqueta, termina de llenar la lista y levanta la vista. ── y no puedes ingresar con desconocidos.

──Estás celosin.

──Ooow, ¿es por mí? podemos tener una cita luego. ── por debajo de la ventanilla puede notar como la extraña deja una tarjeta de presentación, algo que vio con nimiedad.

──Está prohibido, solo pueden ingresar los residentes del edificio, ella no reside aquí.

──Aaaah, que aburrido eres Francisco.

──Francis.

──Si, si, como me jodes. ── estresante, revuelve su propio cabello y aleja a la muchacha. ── vete Pila, salgamos otro día.

──Mi nombre es Mila. ──en un acto, morboso e incómodo se encuentran compartiendo bacterias con el otro, Francis desvía la mirada.

──Ya vete.

Cuando por fin marcha, nuevamente apoya la frente contra la ventanilla.

──Tu solicitud de ingreso.

──Me duele todo el cuerpo.

Parpadea con lentitud, aburridamente. A Francis le importaba un carajo, él trataba de hacer su trabajo para irse a casa después.

──Aquíii. ── toma la solicitud entre sus manos y la lee con detenimiento, asegurándose de que todo estuviera en orden y fuera correcto. ──Francis... hay un unicornio volando arriba de tu cabeza... haha...

Todo se ve idílico en los papeles, sin errores ni trampas, no creería que un doppelganger pudiera consumir drogas y actuar de esa forma, o al menos imitarle.

──Tú... ¡lechita! le diré a Mia Stone que eres rudo conmigo...

──Está bien. ──sabía que entre más cortante la conversación acabaría pronto, pero solo lograba hacerle enojar con cada monosílabo despectivo.

──Puto lechero.

No le importaba. No podía importarle menos lo que le dijera una persona adicta a las drogas y que poco a poco destruía su propia vida.

──Algún día harás que entre un doppelganger y nos vas a matar a todos.──era conciente de que era imposible.

Era muy bueno en lo que hacía, no dudaba de sí mismo, era impecable, aunque fuera un pensamiento lleno de egocentrismo era la verdad pura. Francis era inteligente y astuto, nada escapaba de sus manos.

Presiona el botón verde y espera a que se vaya, pero solo se queda allí, sin dejar de apoyarse en la ventanilla.

──Vete.

──No quiero. ¿Sabes poor qué? porque ese maldito unicornio no deja de cagarte y es malditamente gracioso, ¡tienes que verlo!── contiene un bufido, da golpecitos en el cristal con el índice mientras deja oír risas escandalosas, como si un payaso estuviera enfrente suyo haciendo malabares, aunque, en este caso Francis se encontraba frente suyo y probablemente él era un payaso para esa persona.

──Dios mío.

Oye la voz de una conocida mujer.

──Tú. Deja de molestar a Francis y vete a tu departamento. ──la rubia mujer se ve molesta, obsequiando un golpe en la cabeza ajena, quien queja y mira con brusquedad.

──No me puto toques, loca.

──Ve a tu maldito departamento y enfríate la cabeza.

Francis solo puede apreciar la escena detrás del mostrador.

Pareciera hacer caso a regañadientes y se marcha, el portero puede cerrar la puerta y enfocarse en la mujer, que le entrega la identificación y solicitud de ingreso.

──Lo siento mucho. Siempre te está molestando.

──Está bien. ── responde sin interés en empezar una conversación, estaba cansado.

──Ya es algo grave y no tiene solución. Y yo, no puedo hacer nada para ayudarle.

──Un internado estaría bien.──murmura vagamente, llenado la lista, Mia logra oírle y ríe suavemente.

──También lo creo. ¿Está todo en orden?

──Sí.

──Está bien, que tengas buena tarde.

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⏰ Última actualización: Sep 13 ⏰

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addiction?   ||   francis mossesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora