Loca intuición

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Flor

El sonido de la lluvia golpeaba la ventana como una sinfonía ininterrumpida. Flor, aún desde la cama, observaba las gotas deslizarse, formando pequeños caminos en el vidrio. Ese tipo de días siempre le daban una sensación extraña, como si algo fuera a pasar. Había una quietud en el aire que contrastaba con el caos de las gotas estrellándose en la ciudad.
Su alarma sonó 8 am pero ella ya estaba despierta mirando la lluvia desde las 7.44 am. Por alguna loca razón, ya intuía que hoy sería un día extraño desde antes de levantarse.
De todas formas, aunque podría haberse parado de la cama mucho antes y organizar todo el trabajo pendiente, eligió exprimir hasta los últimos minutos que pudo hundida entre las sábanas haciéndole mimos a Budín, que por cierto estaba particularmente cariñoso.

Cuando decidió que era lo suficientemente tarde como para seguir ahí tirada, se levantó de la cama con un suspiro, dejando atrás el calor de las sábanas. Sabía que el tiempo apremiaba, así que, sin perder un segundo, fue directo al baño a limpiarse la cara y maquillarse. La rutina de siempre: skincare, maquillaje tranqui para el día, labios delineados junto con algún labial sutil que combine y pelo suelto.
Comenzó a preparar sus cosas rápidamente. Agarró su bolso, revisó su celular y se aseguró de tener todo lo necesario para el día en el estudio. En cuestión de minutos, se vistió con un pantalón cargo de jean que le daba comodidad y lo combinó con un buzo de Tranca, la marca de ropa de su amigo Nachito, que se puso sobre una baby tee blanca.
Caminó hacia la puerta, el bolso colgando de su hombro, pero una sensación de vacío la hizo detenerse. ¿Qué era? ¿El ruido constante de la lluvia? No. Algo en ella sabía la respuesta. Nico. No podía evitarlo. Estás últimas semanas, su presencia parecía llenar más espacio del que debería.
Cada vez que hacía bromas con ella, cada vez que la miraba, sentía que había algo más bajo la superficie, algo que ninguno de los dos se atrevía a hablar.
- Dejá de flashear Florencia.- se dijo mientras agarraba las llaves de la puerta.

Con un último vistazo al espejo, salió del departamento a paso acelerado. Está vez, decidió ir caminando hasta el estudio en lugar de pedir un cabify como solía hacer. A pesar del día lluvioso, la caminata le ofrecía un respiro en medio del ajetreo diario.

Al salir y sentir la humedad pesada en el aire, se dio cuenta de que sería imposible mantener su pelo suelto en buen estado. Con un gesto rápido y resignado, se recogió el cabello en una pequeña colita, dejando que dos mechones rebeldes cayeran suavemente sobre su rostro, enmarcando sus facciones. No era lo que había planeado, pero le daba un toque desenfadado que, al final, le gustó.

Mientras avanzaba, conectó sus airpods,  sumergiéndose en su mundo. Sonaba Silvestre y la naranja una banda que le encantaba y la hacía salirse un poco de los pensamientos "extraños" que tenía esa mañana.
El aleatorio de Spotify eligió "Loca intuición" de la misma banda como siguiente tema.
- Uh temazo.- murmuró, mientras esquivaba los charcos de agua de la vereda.

"Ahora es difícil de explicar todo lo que nos sucedió
Y creo que el tiempo nos dirá lo que seremos vos y yo"

La letra de la canción resonaba en su cabeza, mientras intentaba decirse a si misma que esa mañana no sería diferente a las demás.
Últimamente intentaba huir de sus pensamientos, pero cada vez se volvían más recurrentes.
Todos los días parecía un poco más difícil apartar su mente de cierto hombre que conocía hace ya 5 años, con quién había compartido y comparte tantas cosas, con quien creció en tantos sentidos, con el que era como su "amigo" o eso quería creerse ella misma porque, inconscientemente, esa relacion buscaba vincularse de todas las maneras humanamente posibles, excepto como amigos. Ella lo sabía, muy muy en el fondo de su mente, pero lo sabía.

Flor, que siempre había sido muy esotérica, no podía evitar notar las señales que el universo parecía enviarle constantemente. Cada vez que intentaba distraerse, se encontraba rodeada de números que aparecían cada vez que pensaba en él. Frases y símbolos que parecían girar en torno a Nico. En frases escritas que encontraba en las paredes e incluso en los anuncios casuales por la calle, todo hacía que lo recuerde de alguna forma. Estas coincidencias repetidas no eran meros caprichos del azar para ella, sino señales claras de que su intuición tenía razón, pero ella no quería hacerle caso.


Era como si el destino le enviara constantes recordatorios de que algo iba a cambiar, o algo tenía que cambiar. Cada señal que veía la hacía enfrentar de nuevo la idea de que Nico no era solo una coincidencia en su vida, sino una parte fundamental de su camino.

Nico

El sonido de la lluvia lo había despertado antes de que la alarma sonara. Nico se quedó un momento en la cama, escuchando el repiqueteo constante contra la ventana. Había algo en los días lluviosos que lo hacía más introspectivo, como si la lluvia lavara el ruido del mundo exterior y lo dejara solo con sus pensamientos.

Se sentó al borde de la cama, mirando el reloj.
- Ya es hora.- murmuró, aunque parte de él quería quedarse allí, en su cama tranquilo, donde no tenía que enfrentarse a lo que su mente no dejaba de repetirle. Se levantó de un salto, intentando sacudirse esos pensamientos.
La ducha, el café, sacar a pasear a Carlos… todo era parte de una rutina que lo mantenía distraído. O eso intentaba.

Pero hoy, incluso con la lluvia, la misma sensación seguía ahí. Hace varias semanas que no podía apartar cierta idea de su mente. Era absurdo.

Está vez, la elección de la camiseta, el pantalón, la gorra, todo parecía importarle un poco más. Se miró al espejo y rió.
- Dejate de joder Occhiato. - se dijo mientras se pasaba las manos por el pelo buscando acomodarse un poco más.

¿Cuántas veces habían hecho chistes, reído, jugado, como si nada en el mundo pudiera romper esa dinámica perfecta? Sin embargo, algo estaba cambiando. Lo sentía en cada pequeña interacción.
Claro, era fácil de ignorar al principio, cuando las bromas eran solo bromas y las miradas no duraban más de un segundo. Pero, últimamente, cada vez que la veía, algo dentro de él hacía clic, como si el universo le estuviera susurrando algo que aún no estaba listo para escuchar.

Salió de su departamento, la gorra protegiéndolo de la lluvia que caía con fuerza.
-Concentrate. - pensó en voz alta, intentando imaginar todo el trabajo que le esperaba al llegar al estudio y no en cierta bailarina que lo estaba sacando de sus cabales.

El aire fresco de la mañana lo despejó. Caminó hacia su auto mientras sacaba el celular y revisaba los mensajes. Ninguno era de Flor, pero eso tampoco le sorprendía. Las charlas entre ellos siempre fluían mejor cara a cara, cuando podían hablar de cualquier tema o quizás boludearse y pretender que todo era solo parte del show.

El tráfico era pesado, el cielo gris reflejaba perfectamente el caos exterior. Mientras su auto avanzaba lentamente, miraba a través del parabrisas empañado. Las luces de la ciudad se difuminaban con la lluvia, y por un momento, un pensamiento intrusivo se apoderó de el y pensó en llamarla. Decirle algo, cualquier cosa, aunque fuera una tontería para hacerla reír. Pero dejó el celular en el asiento del acompañante. No tenía sentido hacer eso hoy.

Entre el ruido de fondo, una canción familiar empezó a sonar en la radio: Silvestre y la Naranja, una de las tantas bandas que siempre le recordaba a Flor. Sonrió de lado, mientras apoyaba una mano sobre el volante. Esa música, que solían compartir en algunos momentos, casi sin querer, siempre lo hacía pensar en ella. Había algo en la melodía, en las letras, que parecían resonar con lo que no se atrevían a decirse.
Mientras tarareaba la canción, la sensación de que algo iba a cambiar se hizo más fuerte. Su intuición, por más loca y descabellada que pareciera, no le fallaba.

Respiró hondo. ¿Cuánto tiempo más podría ignorar lo que sentía? Y más importante, ¿quería seguir ignorándolo? Después de todo, las señales estaban ahí, frente a él.

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