capitulo 5

463 48 4
                                    

Christopher.

La central estaba en pleno funcionamiento cuando entré por la puerta principal. El bullicio de las actividades diarias y el ritmo frenético de los oficiales en movimiento eran habituales, pero hoy había una misión específica en mi mente: encontrar a Atenea.

No tardé en localizarla en la sala de operaciones, rodeada de sus oficiales y completamente inmersa en una discusión estratégica. Me acerqué con paso firme, mi presencia inconfundible, pero noté que, al verme, hizo un esfuerzo visible por evitar el contacto visual.

-Atenea -dije, manteniendo un tono que no admitía objeción-. Necesito hablar contigo.

Ella levantó la vista brevemente, pero sus ojos grises brillantes me dieron una mirada neutral, casi fría. Se limitó a asentir antes de volver a su trabajo, ignorándome por completo. No estaba acostumbrado a ser ignorado, y eso solo aumentó mi determinación.

Dejé que mi visita a la sala de operaciones fuera breve. Había algo más que necesitaba resolver y, con la misma decisión con la que había entrado, salí para dirigirme a mi oficina. Al llegar, encontré la puerta cerrada. Sabía que Atenea estaba adentro, probablemente esperándome.

Golpeé con firmeza, y al recibir un permiso, entré. La miré, esperando que sus emociones no me ocultaran la verdad. se encontraba de pie cerca de la ventana, su postura rígida y su expresión grave.

-Christopher -dijo, su tono era serio-. Sobre lo de anoche... lo que ocurrió en Cadin. No puede repetirse. Somos familia, y eso lo complica todo.

Su voz era firme, pero no podía evitar notar un ligero temblor en sus palabras. Su declaración era un desafío directo, una forma de mantener la distancia que esperaba que respetara. Su actitud contenía la misma mezcla de fortaleza y vulnerabilidad que la había hecho tan intrigante desde el principio.

-Atenea -respondí, mi tono manteniendo esa mezcla característica de arrogancia y -, no puedo simplemente olvidar lo mucho que te deseó.

Ella giró para enfrentarme completamente, sus ojos grises fijos en los míos. -Lo que hicimos fue un error. Un momento de debilidad. No podemos permitir que eso afecte nuestra relación profesional o familiar-

La manera en que pronunció cada palabra, con una determinación fría, era una barrera que pretendía establecer entre nosotros. Pero yo, como siempre, no estaba dispuesto a aceptar un simple "no" como respuesta.

-Quizás fue un error -dije con un tono que reflejaba mi propia obstinación-, pero no puedo negar que sentimos un deseó por follar, Ni tú ni yo podemos simplemente ignorarlo. No se trata solo de ser familia-

Ella se quedó en silencio por un momento, luchando por encontrar las palabras adecuadas. Su conflicto interno era evidente, pero su posición era clara: quería mantener todo en su lugar, sin permitir que interfirieran en la realidad práctica de nuestra relación.

-Christopher -dijo finalmente-, necesito que respetes mi decisión. Podemos seguir adelante sin permitir que lo que sucedió afecte nuestra relación profesional o familiar-

La intensidad en su voz y la seriedad de su expresión no dejaban lugar a dudas sobre su postura. Acepté su declaración con una inclinación de cabeza, sabiendo que la batalla por el equilibrio entre lo personal y lo profesional sería una constante en nuestra relación.

-Como quieras, Atenea -dije con una mezcla de resignación y respeto-. Pero recuerda, esto no ha terminado, hasta que yo lo ordene-

Salí de la oficina, sintiendo el peso de la conversación y la complejidad de nuestra situación. La tensión entre lo que queríamos y lo que debíamos ser seguía latente.

Deseo prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora