CAPITULO 10

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IVETTE

Desperté a la mañana siguiente rodeada por sus brazos, esa noche había sido una noche tranquila, sin pesadillas, todas las noches anteriores despertaba en medio de la noche, debido a algún mal sueño, pero esta vez nada, solo fue oscuridad y una sensación inmensa de paz. Agradecida por eso, me tomé la libertad de observarlo dormir.

Tenía pestañas largas y su cabello estaba alborotado, llevaba puesta una camiseta de cuello redondo, dejaba al descubierto parte de su clavícula, extrañamente al observar esa zona de su cuerpo, se me hizo agua la boca. Quería pasar mi lengua por ahí, una extraña sensación de querer morder.

Cuando subí la mirada, él estaba despierto observándome, me había pillado, mis mejillas calientes me delataron, él solo sonrió en respuesta. Yo mientras tanto pensaba en lo que había querido hacer, recordé lo que pasó en los pasillos de la academia y la sensación se hizo presente en este momento.

– Quieres marcarme – Dijo como si leyera mi mente. Levanté mis cejas y comprendió mi silenciosa pregunta. – La marca se hace en la clavícula – Prosiguió. – Primero lo hace el hombre y luego la mujer, pero no es solo morder y ya...

– A qué te refieres? Creía que de eso se trataba...

– Se hace durante el acto sexual... por lo usual, lo hacen los hombres... para que otros lobos dejen de perseguir a su compañera... pero dejamos que las mujeres también nos marquen a nosotros a veces – Murmuró. – Es debido al olor y el instinto de pertenencia...

– Siempre fue así?

– El instinto siempre nos obliga... pero la marca en definición – Dijo pensando. – Antes no existía... hubo un tiempo en la era salvaje, por decirlo de una manera... no consideraban la marca en ese entonces muchos lobos machos, no respetaban a una loba marcada... por lo que abusaban de ellas sin importarles y el lobo que era su compañero debía protegerla en todo momento.

– Por eso se estableció esa ley? – Pregunté. – La de no tocar u abusar de las lobas marcadas y no marcadas...

– Si... en ese tiempo había derramamientos de sangre incluso dentro de las manadas, debido a los inadaptados... muchos de ellos fueron exiliados – Murmuró. – Si no respetas a la compañera de otro, no puedes vivir en sociedad...

– Incluso si era su compañera? – Pregunté. – Es decir... si el lobo persigue a una loba que es su compañera y no está marcada...

– No puede obligarla – Respondió. – la ley se aplica para todas las manadas... los que no la siguen son exiliados... pero no se han dado esos casos nunca... por lo usual la que es su compañera siente lo mismo... por eso nunca hubo un caso de esos... pero no, tampoco puede obligarla...

– Entonces... las compañeras no se eligen? – El temor y el alivio inundó mis sentimientos. Él me miró extrañado, notó mis sentimientos.

– No se eligen... son predestinados – Dijo. Me miró cómo analizando mi reacción. – Te dijeron que se elegían?

– Bueno... si – Susurré. Pero prefería cambiar de tema, era algo que no quería recordar. – Entonces... vas a marcarme?

– Quién te dijo eso Ivie?

– Ahora, de verdad Andrew, no quiero hablar de ello – Murmuré. – Te lo contaré algún día...

– Puedo imaginarme quién – Estaba tenso y parecía disgustado, sentía que le envolvía la ira y la preocupación. – Prométeme que me lo dirás...

– Lo prometo – Susurré.

– Respecto a tu pregunta anterior... si te marcaré... cuando estés lista – Asintió.

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