Annie tuvo un sueño, un sueño tan extenso que equivalía a toda una vida, a pesar de que en el mundo real pasaron sólo algunos días.
Un sueño donde su padre a pesar de su dureza expresaba su amor, donde no había sido candidata a heredar al titán hembra ni se había infiltrado en aquella maldita guerra.
Un sueño donde lograba experimentar años pacíficos, tendría una mascota, prepararía dulces comidas, saldría a la calle y comería cosas deliciosas.
Un sueño donde incluso aunque los eldianos fuesen a por ellos vería el horror al final de sus días, en lugar de manchar sus manos de sangre desde un principio y limitar los años que le quedarían a mentiras, masacres y pérdidas.
Tal vez entonces pasaría más tiempo con su padre y aprendería algo más allá de asesinar.
Viviría en un sitio donde luego de una larga jornada pondría la cena en la mesa y se sentaría serenamente a digerir los alimentos que cuidadosamente había preparado, inundada de una inimaginable satisfacción por aquellos simples momentos.
Contemplaría el profundo cielo azul y se maravillaría con ver las aves pasar...con el suave viento tocando su rostro, las hojas cayendo de los árboles y rozando sus dedos...
Era un buen sueño, en verdad.
Así habría querrido que fuese su vida, ser sencillamente una chica que pasa su día a día aprendiendo a ser como los demás, a pesar de que eso fuese una vaga ilusión de la realidad.
Pero no podría cambiarlo jamás.
Era forzada a despertar.
Abrió los ojos y parpadeó lentamente, tan despacio que tardaba varios segundos en enfocar la vista hacia aquel techo luminoso.
¿No debería estar en una celda?
Aunque aún encadenada, Annie notó que ya no la tenían bajo tierra.
Podía ver la luz del día filtrarse por una pequeña ventana de aquel cuarto desconocido. Fue consciente por primera vez del paso de tiempo, de aquel presente en el que su cuerpo hormigueaba y su respiración parecía detenerse.
Tosió un poco al sentir la garganta reseca, la cabeza palpitándole dolorosamente.
¿Dónde estaba?
Antes de poder sentarse la puerta de la habitación se abrió estruendosamente. La comandante Hange entró acompañada del Capitán Ackerman y otro par de sujetos que no pudo reconocer.
-- ¡Vaya! ¡Pensamos que ya no despertarías! -- La voz estruendosa de la mujer hizo que su cabeza doliera todavía más. -- Tu cuerpo se ha recuperado magníficamente, pero dudábamos de si acaso tantos golpes te habrían fracturado algo allí dentro-- Se acercó a una velocidad impresionante y chocó los nudillos contra su frente. Annie contuvo un gemido de dolor apretando las sábanas fuertemente.
Hange continuó hablando hasta que los hombres que les acompañaban la interrumpieron educadamente, recordándole el por qué estaban ahí.
Y así fue como inició el proceso de reinserción de Annie Leonhardt, así como su próxima etapa de vigilancia y negociación, si aceptaba colaborar con aquella nación.
La legión de reconocimiento se haría cargo de su protección bajo la condición de dar tanta información como le fuese posible, sólo si estaba dispuesta a renunciar a su antigua misión y en lugar de capturar al titán fundador ayudaba a contrarrestar los objetivos de Marley.
Aquella avalancha de información la dejaron turbada, necesitaba con urgencia que aquellas personas se callaran.
***
La retuvieron en aquel cuarto por algún tiempo, siendo constantemente arollada por visitas de personas que no conocía de nada y que sin embargo parecían necesitar convencerse de que podrían usarla tal y como hacían con Eren y Armin.
A decir verdad le sorprendía la cantidad de cosas que sabían ahora, pero eso solo significaba que aquella situación podría usarla a favor para volver a casa.
Sin darle demasiados detalles Hange le insitió con mucho ahinco que les ayudase dado que tenían futuros planes para dirigirse a Marley en búsqueda de llegar a un acuerdo, cosa que Annie sabía perfectamente que era una causa pérdida porque aquella guerra no podrían detenerla con simples palabras.
Hasta entonces escuchaba lo más atenta que podía, sin embargo, al igual a todos esos años de infiltración...se encontraba apagada.
***
Fue escoltada hacia la base de la legión de reconocimiento tan pronto como se comprometió a dar información estratégica, aunque reacia aún a usar su titán.
Bajo la vigilancia constante de Levi Ackerman, Annie se veía obligada a abstenerse de cualquier movimiento hasta que llegasen a su destino, por lo que cerró los ojos en todo el camino buscando regresar a aquel sueño donde nada de ésto estaba sucediendo.
***
El único que mostró signos de alegrarse al verla fue Armin, quien la recibió con una tímida sonrisa y a la vez incómoda por las cadenas que todavía portaba en tobillos y muñecas.
Una perfecta esclava de guerra, llevada hacia un posible final caótico donde su reencuentro con su padre se veía cada vez más lejos de sus sueños.
Los ojos de Armin continuaban siendo amables, a pesar de los posibles horrores que sabía probablemente había experimentado en aquellos años, pequeños recuerdos comenzaron a alojarse en su memoria al darse cuenta de lo mucho que aquel chico parecía haber cambiado.
Allí, parada delante de aquellos que la repudiaban, Annie respiró profundo y trató de devolver a Armin la sonrisa, una suave brisa cruzó causando que se estremeciera, el roce de la ropa desgastada la incómodaba.
Desvió la mirada en aquel momento y se cruzó con aquel que le acorraló desesperadamente tiempo atrás.
No tardó en darse cuenta de la mirada sombría de Eren Jaeger, intuyó con rápidez que cosas oscuras estaban sucediendo dentro de él, cosas que en todo su rostro traían las señas de la muerte...
Los ojos de Eren Jaeger eran un silencioso recordatorio de que sus años se acababan.
Y allí, notando la soga que parecía tener rodeando su cuello, Annie se fijó repentinamente en un par de ojos profundamente azules que la traspasaban en silencio.
《Aquí estás...》 Pensó calmadamente, aún costernada 《...Mikasa Ackerman》
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Una Promesa~ (Mikannie)
Fanfic-Porque los recuerdos y las promesas es lo único que nos queda. Mikasa Ackerman y Annie Leonhart tienen recuerdos que crear y promesas por cumplir.