𝐎𝟏. 𝐋𝐚 𝐑𝐞𝐞𝐧𝐜𝐚𝐫𝐧𝐚𝐜𝐢ó𝐧

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Gabriel yacía en el suelo, sintiendo cómo su vida se desvanecía mientras observaba el cuchillo aún clavado en su abdomen

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Gabriel yacía en el suelo, sintiendo cómo su vida se desvanecía mientras observaba el cuchillo aún clavado en su abdomen. A su alrededor, se extendía un inmenso charco de sangre, su propia esencia escapando lentamente.

Consciente de que el final era inevitable, cerró los ojos, preparado para abrazar la muerte. Sin embargo, en medio del abatimiento, una voz angelical rompió el silencio:

«Felicidades, has muerto»

Las palabras resonaron en un espacio infinito y blanco, un contraste inquietante con la escena lúgubre que acababa de vivir.

Confusión y tristeza se mezclaron en su mente mientras intentaba comprender por qué, si había muerto, se encontraba en tal lugar.

Por un momento, pensó que quizá había llegado al cielo, aunque la visión de su propia sangre aún perduraba en su memoria.

La voz, etérea y resonante, continuó su discurso en aquel vasto y desconocido espacio.

«Vamos, vamos, no seas así. Dime, ¿quieres saber en qué renacerás ahora?»

Preguntó, su tono impregnado de un curioso matiz de juego. Gabriel, aún desorientado y buscando en vano el origen de la voz, suspiró y asintió, resignado a lo que pudiera venir.

«Pues te informo, mi pequeño humano, que reencarnarás en el cuerpo del Rey Sombra»

Anunció la voz, ahora con un matiz burlón, pero con una seriedad subyacente que caló en Gabriel. El joven, incrédulo, frunció el ceño, su expresión reflejando una mezcla de desagrado y sorpresa.

Gabriel: Me estás jodiendo, ¿verdad?.

Replicó Gabriel, con una sonrisa forzada que traicionaba su incredulidad. La idea de reencarnar en un personaje de una serie infantil le parecía absurda, casi como una broma del destino.

«Bueno, bueno, bueno, es momento de que empiece el proceso de reencarnación...»

Sin embargo, Gabriel interrumpió, su voz cargada de desesperación. No quería reencarnar en nada; deseaba ir al cielo, o a cualquier lugar que no implicara regresar a la vida en una forma ajena.

La diosa, no obstante, fue firme en su respuesta. Le explicó que su destino no era el cielo, sino reencarnar, tal como estaba predestinado.

Lo que Gabriel no sabía era que su reencarnación en el cuerpo del Rey Sombra no era un mero capricho del destino, sino un deseo deliberado de la diosa.

Ella tenía planes para él, algo de vital importancia en ese otro mundo, y el joven desempeñaría un papel crucial en su ejecución.

La reencarnación, más que un destino, era una misión que le había sido asignada por razones que aún escapaban a su entendimiento.

Gabriel, frustrado y con los puños apretados, intentaba asimilar la situación. De repente, la diosa apareció ante él.

Era una figura imponente, con ojos rojos penetrantes y una larga cabellera que caía más allá de su espalda.

¡¿𝐒𝐎𝐘 𝐄𝐋 𝐑𝐄𝐘 𝐒𝐎𝐌𝐁𝐑𝐀?!   [My Little Pony]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora