En la duodécima hora del primer día de octubre de mil novecientos ochenta y nueve, cuarenta y tres mujeres en el mundo dieron a luz.
Esto fue muy inusual porque ninguna de estas mujeres estaba embarazada al comenzar el día.
Sir Reginald Hargreeves, multimillonario excéntrico y aventurero, decidió encontrar y adoptar a tantos de los niños como pudiera...
—Extraordinario.
Murmuró el excéntrico, con una voz cargada de asombro mientras observaba el milagro de la vida en brazos de una joven madre, cuyo rostro reflejaba una mezcla de miedo y sorpresa ante la presencia del hombre.
—¿Cuánto quieres por él?
Preguntó, con un interés implacable.
Obtuvo a seis de ellos.
Mientras los jóvenes héroes crecían y entrenaban bajo una estricta rutina ordenada por su padre, y llevada a cabo por su entonces mano derecha, Pogo; un mono que el mismo Reginald crió y desarrolló esta habilidad para comportarse como un civil. Este último se ocupaba de su más grande proyecto.
Durante mil novecientos sesenta y tres, seis jóvenes de unos treinta años, y un adolescente con mentalidad de un hombre experimentado, atosigaron a Reginald hasta el cansancio asegurando ser sus hijos que venían del futuro, y se referían a ellos mismos como: "La Academia Umbrella".
Ante tal importuna insistencia, Hargreeves convoca a estos extraños a una reunión para conocer a sus supuestos hijos con habilidades tan especiales como únicas, y también, mal aprovechadas.
Según ellos, Reginald los adoptó y los crió para convertirse en héroes que salvarían al mundo, pero notó inmediatamente su descomunal fracaso al verlos en persona.
El número uno, quien debería ser el líder, la cabeza del grupo: Luther. Superfuerza, pero muy emocional y con más potencial de ser un gorila debido a su apariencia, que un buen líder.
Número dos, Diego. Hábil con los cuchillos, habilidad que Reginald tomó como algo no tan sorprendente. Además de que el muchacho estaba más preocupado por salvar al actual presidente de entonces, John F. Kennedy, de su destino fatal, que de la "significativa" reunión familiar.
Número tres, Allison. Manipulación total para hacer que las personas hagan lo que ella desee luego de que escuchen «Oí el rumor...». Presumida, pensó Sir Hargreeves.
Número cuatro, Klaus. Dios sabrá dónde tiene la cabeza ese hombre, claramente no en la Tierra.
Despreocupado e irreverente, el ojiverde tiene el poder de contactar con los muertos y manipularlos, una especie de semidiós... o quizá la parca personificada. Como sea, parecía bastante drogado incluso estando sobrio.Número cinco, solo Cinco. Con la habilidad de viajar en el tiempo, el pobre se quedó atascado diecisiete años en el futuro a la corta edad de trece tras un capricho después de asegurar estar listo para dar saltos más grandes en el espacio-tiempo.
A su vez, aunque su apariencia física seguía siendo la de un adolescente tras una mala ecuación al intentar regresar con sus hermanos, su mente ahora, era la de un hombre de unos cincuenta y tantos.
Aunque cínico, era astuto. Quizás hasta el único un poco más elocuente que el resto de sus precarios hermanos.Número seis... Muerto.
Número siete, en su entonces, Vanya.
Quien parecía la más poderosa, pero la menos capaz según sus hermanos.
Con la capacidad de manipular el clima, crear ondas expansivas y una audición sensibilizada, la convertía en una especie de madre tierra. Una navaja suiza de poderes, lo que podría ser lo mejor o lo peor, dado su poco control sobre sus emociones, de los cuales sus poderes son catapultados.Después de esta observación y presenciar la esencia de los Umbrella en todo su esplendor, negado a que esos sean sus futuros hijos, pero sorprendido por sus capacidades, Reginald se aseguró de estar dos pasos adelante.
Primero, adoptar a otros niños y asegurarse de que estos sean más competentes que el otro grupo.
Segundo, aquella cena no fue solo una simple reunión. Reginald aprovechó cada vaso, cuchara, tenedor o hasta cabello (si es que se les haya podido caer alguno), para colectar ADN de los Umbrella.No podía permitir que tales habilidades sean desperdiciadas en héroes tan inútiles, su orgullo no se lo permitiría. Él sabía que era capaz de lograr que esos poderes llegaran a su máximo nivel.
Con los genes de los antiguos hermanos Hargreeves y los del propio Reginald creó un nuevo ser, una humana sobrehumana, con tantos poderes como sería inimaginable creer que pudiera llegar a ser real.
Fue así, como en una mañana de mil novecientos noventa y cuatro, mientras los pequeños de la Academia Sparrow comenzaban su entrenamiento, en un rincón apartado de la mansión, Dahlia Hargreeves se hacía paso en este mundo. Su nacimiento, rodeado de la frialdad calculada y la sed ambiciosa de crear al mejor héroe de Reginald, marcaba consigo y la Academia Sparrow, el inicio de una nueva era de expectativas y promesas.
Dos mil diecinueve, actualidad...
—¿A qué te refieres?
—En el salón, un par de idiotas dicen que esta es su casa. Tenemos que ir con Marcus.— Jayme advirtió a Dahlia de la presencia de unos extraños en su hogar y se redirigió al salón casi al instante.
Dahlia le siguió el paso. Mientras caminaba se acomodaba el blazer de su uniforme, ella ya presentía de quienes se trataban. Estuvo esperando este día por mucho tiempo.
Desde el palco de su elegante salón, cinco de los siete miembros de la academia Sparrow observaban desde las sombras a aquellos individuos.
Abajo, Marcus y Ben enfrentándolos cara a cara, no tomó mucho para que el resto bajara a unirse con los chicos.—Esta no es su casa.
Replicó Marcus, el número uno de la Academia Sparrow. Quien a diferencia de Luther, él tenía un liderazgo nato.
—¿Alguno de ustedes va a explicarle a este estúpido que el que se equivocó de casa es él?— Preguntó Diego. El disgusto por la situación era palpable hasta en su tono de voz.
—Papá, ¿quiénes son estos idiotas?- Inquirió Ben.
—¿Ustedes también logran ver a nuestro hermanito Ben o estoy drogado?— Klaus, confusión era poco para la mezcla rara de sensaciones encontradas que estaba teniendo para ese momento.
—¿Qué fue lo que hiciste, viejo bueno para nada?— en un abrir y cerrar de ojos, Cinco ya se había teletransportado al lado de Reginald.
—Yo no hice nada que no hubiera hecho cualquier otro hombre en mi lugar. Ustedes me demostraron cuán inoperante llegué a ser como padre, por eso fueron un fracaso. Lo tomé como una nueva oportunidad y me aseguré de que esta vez no sucediera lo mismo.— Extendió sus brazos para que los antiguos Hargreeves contemplaran todo lo que ellos nunca lograron ser, verdaderos héroes. —Esta es la Academia Sparrow.—
Dahlia, parada en un costado con el resto de sus hermanos, solo se limitaba a observar lo que alguna vez fue la Academia Umbrella.
La pelirroja se preguntaba si este era realmente el grupo de individuos por el que su padre la había atormentado durante toda su vida, forzándola a exprimir hasta la última gota de su potencial. ¿Eran estos los fracasos que tanto había despreciado Reginald? ¿Aquellos cuyas sombras siempre la acechaban en sus pesadillas? Sus ojos escudriñaban los rostros de los recién llegados, buscando respuestas que ni siquiera sabía si quería encontrar.
Una pequeña llama de curiosidad se encendió en su interior, mezclada con una furia contenida, el eco de años de expectativas imposibles. ¿Sería esta la prueba definitiva de su valía, la confrontación que demostraría, de una vez por todas, quién era la verdadera heredera de su legado?
Pero, a medida que la tensión crecía en el salón, Dahlia sentía cómo un torbellino de emociones se arremolinaba dentro de ella, esperando el momento justo para desatarse.
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The Anthology; Contra el fin del mundo (The Umbrella Academy)
FanfictionCuando los seis hijos del excéntrico millonario Sir Reginald Hargreeves, también conocidos como la Academia Sparrow, se encuentran con los hijos que este hombre tuvo en otra línea temporal, se desata una intensa rivalidad. Sin embargo, deberán super...