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Uno de los grandes temores de Gemini después del beso subido de tono que había compartido con Fourth hace una semana había sido que este se alejara de él, pero afortunadamente no fue así, el menor se había comportado asombrosamente relajado con todo el asunto. 

Toda la semana el chico pelinegro se encargó de llevarlo a distintas citas, se gastó casi todos los ahorros que había guardado para cuando se mudara a Nueva York en los restaurantes, cafeterías y heladerías a las que había ido con Fourth, además, claro, de los pequeños regalos que le compró.

El menor siempre se negaba a aceptar que gastara tanto dinero en él, pero Gemini igualmente lo hacía, quería hacer sentir bien a Fourth, hacerlo sentir querido, porque estaba consciente de que el otro chico había sufrido mucho durante su vida. 

Gemini quería saber realmente que pasaba con Fourth, saber todos sus problemas, para de alguna manera tratar de reparar todas las partes rotas que tenía el menor.

Pero tampoco quería presionarlo, así que simplemente se limitaba a hacer cosas lindas por él dándole pequeños besos en sus suaves labios cada vez que podía para que supiera que había alguien que se preocupaba por él y que lo quería.

El chico pelinegro tenía algo especial planeado para ese día, ya era viernes y apenas vio a Fourth entrando al salón le preguntó si podrían ir a su departamento por un rato cuando terminara el ensayo, el menor asintió con una sonrisa y le dio un ligero beso en los labios antes de ir con los demás chicos para comenzar a ensayar, ya todos en la academia sabían acerca de lo que tenían después de la manera en la que había actuado Gemini cuando Fourth se cayó, pero a ninguno de los dos podría importarle menos, estaban demasiado felices como para escuchar las palabras que cuchicheaban a sus espaldas.

El mayor no pudo haber estado más feliz cuando su madre anunció que el ensayo había terminado por el día, cuando Fourth terminó de cambiarse Gemini prácticamente lo arrastró por el brazo hasta su auto ignorando la mirada de extrañeza que le dedicó el chico más bajo, en todo el camino hacia su departamento el chico pelinegro no pudo dejar de mover sus dedos de manera nerviosa sobre el volante, pero cada vez que el menor le preguntaba que le pasaba él solo negaba con la cabeza y decía que ya iba a ver.

Las manos de Gemini temblaban mientras abría la puerta de su departamento y dejaba que Fourth pasara primero.

—De acuerdo ¿Ahora sí me puedes decir que está pasando? — Preguntó el menor volteando a ver al mayor de manera inquisitiva.

—Um, velo por ti mismo en la habitación. — Respondió Gemini sintiéndose cada vez más nervioso a medida que el menor se acercaba a su habitación y abría la puerta.

El aliento de Fourth se quedó atorado en su garganta cuando observó lo que había en la habitación del chico pelinegro, todo estaba completamente oscuro, las cortinas estaban cerradas para no dejar pasar ni un poco de luz y el techo estaba adornado en su totalidad por pequeñas estrellas de todos los colores que brillaban con intensidad gracias a la oscuridad de la habitación.

—G-Gemini ... ¿Qué significa esto? Preguntó como pudo sin dejar de observar el techo.

El chico pelinegro se acercó hasta él y se detuvo a su lado. — Cuando tuvimos nuestra primera cita tú dijiste que tu mayor sueño era ver las estrellas y sé que nunca tienes tiempo de hacerlo porque trabajas en la noche así que yo, um, quise traerlas hasta ti. — Explicó entre balbuceos sintiéndose completamente ridículo porque el menor aún no le decía que pensaba.

Por eso realmente le sorprendió cuando Fourth se volteó a verlo con los ojos brillantes por las lágrimas y le dio un abrazo enterrando su rostro en la curvatura de su cuello. — Es hermoso Gemini, gracias, nadie ha hecho algo así por mí nunca. 

el bailarín y el pianista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora