Sus ojos me juzgaban, veía el odio en ellos, veía sus ansias de matarme en ese mismo momento.
«No puede, la barrera me protege, no puede, la barrera me protege, no puede, la barrera me protege.»
Me obligué a repetirme ese mantra en mi cabeza constantemente para intentar mantener la calma. La calma que siempre tenía, la que me caracterizaba, pero era imposible mantener la fachada con él ahí. Observé cómo su expresión cambiaba, de ser amenazante a tener aquella expresión amable con la que se había presentado.
— ¡Perdón, perdón! ¿Dónde están mis modales? Debí haberte asustado. Lo último que queremos es tener un malentendido, ¿verdad? Así que si eres tan amable, ¿me podrías decir tu nombre? — Dijo, con una expresión amable y un tono de voz suave. Cual encantador de serpientes, intentando que confiase en él.
— Alex— Afirmé con la voz más serena que podía, agobiada por aquel ambiente en el que tanto me había refugiado. Que se había revelado y me presionaba por información como se puede revelar la magia que manejo y presionar para apoderarse de tu cuerpo y alma.
— Mmh... ¿Así que Alex, no? Bonito nombre en verdad. No vamos a negar aquí verdades absolutas. — Comentó, continuando con los movimientos fluidos de su cuerpo a la vez que las palabras danzaban suaves entre sus labios y dientes, sonando dulces y melodiosas, pero ocultando veneno y un peligro amargo detrás. — Así que una vez presentados, ¿puedes decirme que hace aquí una jovencita como tú, con toda una vida espléndida por delante en un reino encantador, y usando magia oscura fuera de los ojos de un adulto responsable?—
Sus palabras tocaron una fibra en mí, y que lo dijera en ese tono de inocencia fingida lo empeoraba todo. El reino era una mierda, masacres de pobres, de gente que no podía pagar impuestos por pagarle la educación a sus hijos. A los que, por cierto, ya no tenían derecho a ver o a saber algo de ellos, porque en el momento que pisas la academia, dejas de ser hijo. Pestes por todos lados, a excepción de en la A. M. G. N. y en el palacio, para variar. Había escasez de alimento para todos a excepción de la academia y el palacio, y adivina donde más no tienes que correr para que no te violen o maten, exacto, en los mismos dos lugares de mierda que te vendían que todo lo que aprenderías te sería útil en un futuro.
Sentí que me aparecía un tic en el ojo mientras la tensión me subía. Draeght se limitaba a observar mi reacción desde detrás de la barrera, con una mirada que no supe identificar muy bien.
—Gracioso que digas que es «encantador», porque si en verdad lo crees, lo siento, pero no hablamos del mismo lugar— A medida que hablaba notaba como las palabras salían con odio y rencor, pero a la vez era capaz de notar la falsa sonrisa que tenía en ese momento, y como hacía que me doliesen los músculos de la cara.
Vi como su sonrisa se volvía a ensanchar, y esta vez sus dientes blancos brillaban con la luz de la luna. Mientras tanto, el resto de criaturas oscuras me observaban con una mezcla de asombro y expectación. Esperé una respuesta o contradicción a mi comentario por parte de aquel demonio tan irritante. Pero ese comentario nunca llegó. Por lo que decidí alejarme poco a poco, al principio sin apartar la mirada de esos ojos rojos que me seguían, juzgándome, para luego darme la vuelta por completo y alejarme al paso más tranquilo que pude en ese momento. Aun sintiendo las miles de miradas sobre mi espalda.
Esa sensación de que alguien me miraba no cesó hasta perder de vista la barrera, en ese momento aceleré el paso hasta la academia, hasta el punto de casi correr hacia esta. En el momento en el que puse un pie en la academia ralenticé el paso y comencé a dirigirme con cautela hasta mi habitación.
En el momento en el que cerré la puerta por completo decidí encender la luz de la habitación. Dejé los libros que llevaba conmigo sobre la mesa mientras miraba la hora. «Las doce y media. Diría que es tarde, pero tengo llegado a peores horas». Me dirigí hacia la cama, donde tenía mi ropa para dormir, me cambié, mientras que reflexionaba sobre lo anteriormente ocurrido con ese tal Draeght.
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Magia prohibida --- Las crónicas de Nyatroth I
Teen FictionAños después de la guerra que asolaba Nyatroth terminara, sellando en otra dimensión a los seres considerados malignos, y tras las persecuciones de mestizos que quedaron sueltas por el reino. En la Academia de Magia y Guerra de Nyatroth ( A. M. G. N...