Capítulo 4

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Me volví a dirigir a la barrera. Necesitaba respuestas. Las necesitaba de una manera desesperada. 

Cuando llegué no hubo dudas, él seguía allí. De pie, con su figura imponente y su sonrisa macabra. Como si me estuviera esperando, como si supiese que iba a volver.

Ninguno habló hasta que estuve a pocos centímetros de la barrera.

—¡¿Quién lo diría?! ¡Tú haciendo amigas! —Lo decía con sorna, como si le hiciera gracia algo.

—Ella no es mi amiga. —

—Pues eso es justo lo que parecíais. Y yo que pensé que eras diferente. —Dijo, con una decepción fingida y expresión corporal exagerada.

—No estoy aquí para hablar de eso, y lo sabes. —

—Yo no se nada, ¡si no me lo dices tú, es imposible! ¿Acaso por ser demonio soy adivino? —Otra vez con ese tono forzado.

—De hecho sí, ¿qué coño fue eso? —Me señalé mi propio cuello, asegurándome que entendiera a lo que me refería.

—¿El qué? La amenaza o tu aparición. —Mis piernas comenzaron a temblar en el momento que escuché esas palabras. No pude evitar dar un leve paso atrás.

—Mientes, no pude estar ahí. —La cabeza me palpitaba ante esa posibilidad. —Es imposible... —Sentía la magia de la barrera más palpitante que nunca. Como si tratase de protegerme y a la vez tratase de atacarme en mi momento de mayor debilidad.

—Bueno, si somos exigentes no. Pero casi. — Dijo restándole importancia con un leve movimiento de manos, mientras se acercaba más a la barrera. Yo di otro paso atrás. —Cuando te vi por primera vez pensaba que sería la típica niñata que se cree capa de controlarlo todo ¿sabes? —Su mirada se afiló a la vez que se puso las manos tras la espalda. —Tienes potencial, lo sabes ¿no? —Dobló su cuerpo hasta que su cara quedó a la misma altura que la mía. 

Intenté retroceder, pero temblaba tanto que acabé cayendo al suelo, sin atreverme a apartar la mirada de él, como si fuese a traspasar la barrera y me fuese a atacar en cuanto me diese la vuelta.

Nos quedamos minutos enteros en silencio. Solo se escuchaba el silbido del viento y las oleadas de poder que emitía la barrera, esforzándose por contener un poder mayor del que creía. Quería salir corriendo, pero mis piernas no respondían. Mi pecho subía y bajaba de manera frenética mientras la magia a mi alrededor me pedía ser usada para poder protegerme. 

«Miente, miente, miente»

Esas palabras se repetían en mi mente de manera constante. Era la única manera de no derrumbarme del todo. Mi pecho subía y bajaba frenéticamente mientras que mis manos parecían querer agarrarse al suelo de tierra, como si fuera un punto de apoyo para no terminar de derrumbarme.

—No soy a quien debes temer... No por ahora. —Si eso era una amenaza, entonces sus palabras no correspondían con su tono. Se enderezó por completo. —Quieras o no, acabarás cruzando esta barrera. Serás la que nos libere, aun si no quieres. —Sus palabras sonaban dulces, como si intentase hacerme confiar en él. —Quieras o no, de alguna manera, una parte de ti es capaz de cruzar esta mierda sin romperla. Lo sabes. No quieres admitirlo, pero esa parte de ti quiere ser libre y venir aquí... —

Sus palabras eran suaves, como si tratase de calmarme. Como si quisiese protegerme. Pero el peligro sí era él, el peligro estaba delante de mis narices, intentando convencerme de cruzar lo único que nos separaba e ir con él.

— Alex, no puedes controlarlo todo. Tú quieres justicia y yo quiero salir de esta jaula. Yo puedo vengarme de todos los que te hacen daño. De Lucas... — No podía ser, eso sí que no podía ser. Al ver mi cara, no pudo reprimir una carcajada.

Magia prohibida --- Las crónicas de Nyatroth IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora