❝no hay nadie como vos. Cuando querés nos vemos, no me puedo resistir❞
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Lionel dejó salir una suave risa seguido del Payasito Aimar. Mi vista se posó en ambos hombres caminando por la gran entrada del estadio
— buenos días, Cande —saludó primero Aimar
— buenos dias, señores. —les devolví la amabilidad— Preparados para hoy?
apoyé mi cadera en el borde de la mesa y me crucé de brazos
— otro día más acá renegando con nenes de más de 30 años. —bufó Scaloni— Son los peores
— o vos estas muy mayor capaz —lo jodí
Pablo sonrió asintiendo, totalmente de acuerdo con mi opinion
— que perdida esta la juventud de hoy en dia —se quejó en broma
— uh, disculpá señor mayor. Vos no eras muy buenito tampoco —acusó Aimar
— vivías a las piñas y patadas... Bueno, los dos —añadí
el más mayor chasqueó la lengua restándole importancia y solté una suave risa. Ambos se despidieron dispuestos a irse a su oficina mientras yo esperaba mi café
unos segundos después, Emiliano hizo aparición y se acercó a saludarme con un corto abrazo
— cómo dormiste, roñosa? —preguntó
— bien, igual que siempre. Vos? cómo anda la familia? —pregunté
— re bien. Madi pregunta por vos, quiere que vayas a cenar algún día de estos. Y los nenes igual de fatales que siempre —suspiró dramáticamente
— me alegro de que este todo bien —sonreí dulcemente
— ah! —pareció recordar— Por fin le diste tu número a Lautaro. Ni a la copa la festejo tanto como a tu número —buchoneó
— y bueno... en algún momento tenía que ceder. Me daba lástima hacerme la boluda todo el tiempo —acomodé mis anteojos de sol sobre mi cabeza
— qué te haces la linda, fea de mierda? —me peleó empujandome "suavemente", según el
— ay, sos un bruto Emiliano. —me quejé y agarré mi vaso de café— Me voy a mi oficina, chau
soltó una risa y con tan solo hacer un paso ya iba caminando a mi lado. A veces, lo odiaba, no podía ser dramática
