Capítulo 14: Otra perspectiva

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Eran algo más de las once de la mañana, y el tono del teléfono empezó a sonar en la estancia.

Visto desde fuera, ese lugar siempre había sido una casa algo pequeña, pero lo suficientemente grande para ellos. Pero ahora, el lugar le parecía inmenso sin su presencia.

Habían pasado ya cuatro días desde que le informaron de lo sucedido, y todavía se sentía como si se acabase de enterar de todo. La casa en donde vivía se sentía mucho más grande, silenciosa, y solitaria. El ambiente cada día se hacía más pesado, y sentía como si una neblina de humo le sofocara el alma. No podría soportarlo por mucho más tiempo, su corazón no podría aguantarlo más.

Se lo habían llevado sin razón alguna. Se supone que iban a pasarlo bien, en un campamento completamente inofensivo, pero cuando les avisaron de que los demás habían vuelto, no pudo evitar preocuparse. Lo impresionante fue cuando le dijeron que habían sufrido un accidente de tráfico, y que de madrugada, habían secuestrado a un estudiante.

Estaba devastada, desolada, y no tenía fuerzas para nada. Llevaba ya varios días en los que no podía pegar ojo, las noches se le hacían infinitas, y los pensamientos más oscuros acudían a su mente en ese momento. Tampoco estaba comiendo como debía, no podía, se le hacía imposible disfrutar de la comida cuando existía la posibilidad de que él no estuviera comiendo como ella, le carcomía la cabeza, y estaba empezando a desarrollar repulsión por la comida.

Todo se sentía pesado, angustioso, y cada bocanada de aire le era como un respiro de realidad, la realidad que tanto odiaba.

El tono que indicaba que había una llamada le devolvió a la vida, se levantó del sofá y lo alcanzó a la velocidad del rayo, vio el nombre de quien estaba llamando, y en una milésima de segundo ya tenía el teléfono en la oreja.

-¿Hola? Habla Inko Midoriya.

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Al fin había logrado convencer a Aizawa de que le llevara al puesto de policía. Supuestamente no podían salir del recinto de la UA por su supuesta seguridad, pero al decirle lo que había descubierto, no dudó en coger el coche y llevar al chico a decirlo.

Ya habían llegado al lugar, y les habían hecho pasar a la misma sala en donde estuvo hace unos días dando su testimonio. En esa sala, estaba Naomasa. El jefe de la policía se encontraba sentado en un gran escritorio, con un ordenador y varios papeles desperdigados. Tenía una cara cansada, y las ojeras estaban notablemente presentes. Por el contrario, Katsuki estaba parado en la puerta, mirando al otro allí presente con expresión inexpresiva.

-Bakugo, por favor, siéntate.

El rubio hizo caso, y se sentó en una de las dos sillas que había enfrente del escritorio.

-Todavía estamos esperando a alguien más, pero no creo que tarde en-

Unos leves golpecitos se escucharon al otro lado de la puerta.

-¡Adelante!- dijo Naomasa en respuesta.

La puerta se abrió, dejando ver una figura pequeña, algo más flaca de lo habitual, y con un cabello peliverde que destaca allá por donde vaya. Inko apareció por la puerta con una cara preocupada. La habían llamado a media mañana con la noticia que tenía que ir en ese mismo instante a la oficina del jefe de la policía, por que podrían tenían nueva información. La mujer no se lo pensó más de dos veces y se encaminó en ese mismo momento hacia la estación de policía.

Lo que no se esperaba, era que a parte del jefe de la policía, allí también se encontraba Katsuki Bakugo, el chico que antes era el mejor amigo de su hijo, y el que según le contaron lo vio todo cuando se lo llevaron.

Por ti, a donde sea [Bakudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora