𝐓𝐡𝐞 𝐁𝐞𝐠𝐠𝐢𝐧𝐢𝐧𝐠 𝐨𝐟 𝐭𝐡𝐞 𝐄𝐧𝐝

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El destino siempre ha encontrado formas insólitas para asegurarse de que lo inevitable se cumpla. Aquel primer encuentro no fue casualidad, sino algo predestinado; sus caminos estaban destinados a cruzarse, sin importar las circunstancias.

No fue una coincidencia que en aquel día de rut, sus caminos se volvieran a encontrar, aun cuando Bakugou no estaba completamente consciente de lo que ocurría. Algo en su interior se despertó, una sospecha que se instaló silenciosamente.

—¿Bakugou?— una voz lo sacó de sus pensamientos. No se había percatado de que Sero había entrado y le hablaba.

—¿Qué sucede?— respondió rápidamente, enfocando su atención hacia el frente.

Sero guardó silencio por un momento antes de tomar asiento —Desde tu rut has estado más distraído que de costumbre— comentó con preocupación en su tono —¿Hay algo que no me has contado?

La mente de Bakugou volvió a divagar al escuchar las palabras de su compañero, ¿Realmente estaba ocurriendo algo? Había una sensación extraña en su interior desde que despertó aquel día, una especie de vacío.

Los recuerdos de esos días de inconsciencia eran vagos, casi inexistentes. Solo tenía la sensación de haber percibido la presencia de su omega, ese aroma dulce a manzana que lo había enloquecido desde el primer momento. Pero eso parecía imposible.

La única explicación que encontraba era que su deseo por estar con su omega era tan fuerte que su mente le estaba jugando una mala pasada.

—No es nada fuera de lo común, probablemente solo sea un nuevo síntoma o algo sin importancia— respondió con desinterés, intentando restar importancia al asunto para evitar preocupación en vano.

Sero no parecía convencido, pero decidió no insistir. Si eran asuntos personales, él no tenía derecho a entrometerse.

—Como tú digas— respondió finalmente.

A partir de ahí, la conversación giró en torno a asuntos laborales y temas triviales. Una hora después, Sero se retiró, dejando a Bakugou solo.

Terminó algunos asuntos urgentes antes de irse a descansar. Los últimos días habían sido agotadores y no había tenido suficiente reposo.

El dolor de cabeza y el cansancio acumulado le exigían un descanso. No podía negarse. Aunque, en el fondo, sabía que si tuviera a ese hermoso peliverde a su lado, como tanto deseaba desde aquel día, su descanso sería mucho más placentero.


°⨳°·..·°⨳°


Izuku estaba a punto de rendirse; ya lo había decidido.

O al menos eso era lo que intentaba hacerse convencer desde su regreso del trabajo en Tokio.

La situación resultaba demasiado peligrosa para su bienestar físico y mental. Día tras día, el temor de ser descubierto crecía dentro de él. El incidente en el que Bakugou apareció inesperadamente frente a su puerta durante sus días fuera había hecho que, en los días siguientes, apenas pudiera conciliar el sueño.

Y eso era lo último que podía soportar. Por ello, en el momento en que Aizawa se pusiera en contacto para preguntar por avances, Izuku respondería que no había encontrado ninguna prueba de lo que buscaban y solicitaría ser retirado de la misión.

No sabía qué excusa ofrecería al comandante, pero sí sabía que no podía soportar más tiempo estando tan cerca de su alfa.

—Debí haberle hecho caso a Denki y no haber aceptado esta misión suicida —susurró con cansancio el conejo mientras yacía en su cama.

Agradecía no tener actualmente ningún trabajo como "Daiki", ya que la sola idea de salir de aquel cuarto le aterrorizaba. ¿Y si se encontraba con el león? ¿Y si finalmente lo reconocía?

Había demasiadas preguntas y ninguna respuesta lograba calmar su corazón agitado.

Lo único que podía hacer era encerrarse en su miseria y esperar que la tortura terminara. Por primera vez en su vida, se sentía derrotado.


°⨳°·..·°⨳°


Las semanas transcurrieron en una calma que, lejos de ser reconfortante, resultaba inquietante.

En cuanto a Bakugou, la situación con los Yakuza había disminuido considerablemente en los últimos días. Agradecía que todo se hubiera tranquilizado, pero seguía en alerta; nunca se sabía de lo que aquel lince podría ser capaz.

—Tanta tranquilidad con Chisaki me pone nervioso— comentó Kirishima imitando un tono de preocupación mientras simulaba tener escalofríos.

Bakugou resopló ante las palabras de su primo, un león como él, que vivía en el extranjero por decisión propia y que estaba de visita por unos días.

—No hace falta que lo digas, pelo de mierda, ya tengo suficiente con Sero poniéndome de los nervios— respondió con su habitual mordacidad, sin apartar la vista de la computadora.

Kirishima, acostumbrado al carácter de Bakugou, solo rió y se acomodó en la silla.

—Era solo un comentario, bro— replicó alegremente, provocando un gruñido en el otro —Pero mejor cuéntame cómo es eso de que ya encontraste a tu mate, ¿es lindo?

Katsuki esbozó una sonrisa al escuchar aquella palabra.

Mientras tanto, en otro lugar...

—¿Estás completamente seguro de que no hay ninguna alianza entre los Yakuza y el clan Bakugou?— la voz al otro lado de la llamada sonaba escéptica ante lo que decía el peliverde.

Por fin había sido contactado por el lobo, así que estaba dando lo que el quería, su último informe.

—Totalmente seguro. Durante estas semanas he buscado información a través de los hombres de la organización y revisado documentos, gracias a la ayuda de la mano derecha, pero no hay nada— respondió Izuku mientras examinaba algunos papeles —Lo que escuche a través de los hombres de la organización indica que existe una gran rivalidad entre ellos desde la época del antiguo líder del clan. Por eso han estado investigándose mutuamente, tratando de encontrar un punto débil y atacar.

Aizawa guardó un largo silencio. Aún dudaba de la información, ya que los altos mandos estaban convencidos de que había algo oculto, pero si su mejor agente decía que no había nada, debía confiar en su juicio.

—Entendido, Green— respondió Aizawa finalmente —Si eso es todo, tu retirada de la misión se llevará a cabo mañana al mediodía.

—Entendido, comandante— respondió Izuku, y luego procedió a compartir su ubicación para que al día siguiente pudieran recogerlo y hacerlo desaparecer del radar, fuera del alcance de su depredador.

Al colgar la llamada, se dejó caer al suelo, casi al borde de las lágrimas. A veces odiaba su lado conejo, tan sensible.

—Solo unas horas más...


°⨳°·..·°⨳°


—Todo está listo, señor. Solo aguardamos su señal— informó uno de los hombres de Chizaki mientras entraba a la oficina de su líder. Ante lo dicho, una amplia sonrisa se dibujó en el rostro del lince.

—Entonces, vayamos a darle una pequeña sorpresa a Bakugou, estoy ansioso por conocer a su adorable omega, aunque creo que él también lo conocerá el día de hoy— respondió Chizaki, mientras se levantaba y se dirigía hacia donde se encontraba su auto.

Era hora de hacerle una visita a su "gran amigo"; la fiesta apenas comenzaba.

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⏰ Última actualización: Sep 03 ⏰

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