Naruto no era simplemente un amigo, sinó la razón por la que se levantaba antes del amanecer con ganas de trabajar, por la que sus días habían pasado de ser un encierro deprimente a toda una aventura. En las noches estaba tan cansado de las tareas que el insomnio había desaparecido. No tenía tiempo para pensar en lo malo, en sus defectos... Él lo hacía sentir como si estos no existieran. No tenía que fingir amabilidad cuando no quería, y la naturalidad de su amistad era simplemente refrescante.
Casi había pasado el verano y Sasuke frecuentaba más la granja de Naruto que la casa de su tío. Sus ropas finas quedaron atrás y ahora se sentía cómodo en botas y durmiendo una siesta debajo de un árbol. Lo mejor de todo era que no estaba solo, así que no había peligro de que sus pesadillas amenazaran con hundirlo más.
Bien temprano vió la carreta del rubio acercarse, pero él ya había terminado de vestirse y bajó corriendo las escaleras. Sin saludar, porque ya no hacía falta, lo ayudó a bajar las lecheras hasta la cocina. Izumi no estaba allí, hacía par de días que lucía más cansada con su embarazo y el médico le había indicado reposo, pero Madara sí. Terminaba su desayuno en la mesa y no les quitó los ojos de encima después de que Naruto le dió los buenos días.
—Iré al pueblo —anunció Sasuke, pero su tío levantó un dedo antes de que tuviera oportunidad de salir por la puerta.
—Ven un momento —ordenó severo.
Sasuke frunció el ceño, pero lo siguió hasta su despacho y se quedó de pie mientras él se sentaba y cruzaba los brazos sobre su pecho.
—¿A qué juegas, chico? —inquirió.
—¿Qué quiere decir?
—No te hagas el tonto. Sabes las razones por las que estás aquí, y ahora resulta que andas detrás de Uzumaki todo el tiempo. ¿No se han ido tus asquerosas costumbres? —Sasuke apretó los puños resistiendo la ofensa conocida, pero esta vez no le dolía solamente que lo hirieran.
—Somos amigos.
—¿Sí? A lo mejor es lo que Naruto cree. No me gusta que estés cerca de él. Su padre era mi camarada, hombre sin tachas, respetable, y gracias a Dios su hijo heredó sus cualidades, que lo ensucies con tu mierda sería...
—Somos amigos —repitió Sasuke, luchando con el creciente ardor en su garganta— Y porque lo somos, soy el que menos quiere que sea como yo. ¡Que entierren un cuchillo en su espalda sus propios "amigos", que lo cuelguen para lincharlo como a un cerdo! —gritó—. Al menos su padre no podrá partirle la espalda con una correa porque está muerto.
—Fugaku ha sido muy flojo contigo, por eso estás aquí. ¿Pero que culpa tiene él de tenerte como hijo? —Sasuke bajó la cabeza y aflojó sus manos. Entre sus labios la respiración salía apenas cuando dijo:
—Prefiero morir antes de que Naruto se entere. Solo somos amigos... —volvió a repetir, pero en esta ocasión la palabra sonó como un ruego, un murmullo.
"No me lo quites."
Su tío lo miró con dureza por unos minutos y luego suspiró.
—Tal vez trabajando con él aprendas a ser un hombre, pero si solo veo una señal, Sasuke... Solo una, y le escribiré a tu padre para que haga justo lo que tu madre imploró no hacer. Estarás internado en un psiquiátrico cuando menos te lo esperes.
——————————
Siempre que llegaba al pueblo, una pequeña multitud recibía a Naruto, esperando para comprar leche fresca. Sasuke ya conocía algunas de las caras. Un par de señoras le preguntaron alguna vez de donde venía y al parecer lo habían informado a todos, porque después ya fué conocido por el sobrino del señor Uchiha. No les parecía raro que ambos andaran juntos, pues la amistad de su tío y el padre de Naruto era bastante conocida.
Después de haber vendido todo, acomodar las lecheras en la carreta y ponerse de regreso, Naruto le dejó las riendas para contar el dinero que había ganado. Sasuke levantó una ceja cuando el rubio le ofreció unas monedas en una pequeña bolsa.
—¿Qué es eso? —rió incrédulo.
—Tu paga.
—¿Por? —Naruto rodó los ojos y se tomó el atrevimiento de poner el dinero en el bolsillo del saco de su amigo.
—Al inicio no ayudabas mucho, pero ya le has agarrado el truco. Es justo que te pague si me asistes.
—No quiero tu dinero.
—No es mi dinero, te lo ganaste. Y ya basta porque seguiremos en esta discusión el resto del día. Solo acéptalo —bufó, colocando sus manos detrás de su nuca y relajándose en el asiento. Observó a Sasuke hacer una mueca de inconformidad, pero el pelinegro no dijo nada más y se concentró en mirar al frente mientras guiaba la carreta—. ¿Todo bien?
Ante la pregunta Sasuke volvió a mirarlo. Sabía a que Naruto se refería, pero era mejor hacerse el desentendido.
—Sí, ¿por qué la pregunta?
—Madara es bastante severo —observó el rubio, instándolo a hablar.
—Lo sé.
—Por eso pregunto —insistió.
—De verdad no entiendo que estás queriendo decir —rió Sasuke, pero no se atrevió a hacer contacto visual—. ¿Algo más que hacer por hoy?
Naruto lo miró por unos segundos, pero luego aceptó el cambio de tema.
—Gracias a tí, por primera vez en bastante tiempo tengo la tarde libre. Se me ocurre tal vez ir al río, no lo haz visto.
—¿Un río? —preguntó Sasuke con naturalidad.
—Sí, ya casi acaba el verano y hay que aprovechar los últimos días de calor. Muchos de mis amigos suelen ir después del mediodía. Te agradarán.
Amigos, todos hombres, en un río... Parecía una pésima idea, considerando sobre todo sus recientes experiencia. No sería bueno para su estabilidad estar rodeado de un grupo, sintiéndose juzgado y señalado.
"Ellos no saben, deja de pensar tonterías", se recordó.
—¿Qué me dices? —la pregunta del rubio se escuchó esperanzada.
—Por qué no... —Naruto sonrió amplio y le dió dos palmadas fraternales en su espalda.
Sabía que lo hacía sin querer, que solo intentaba integrarlo y no dejarlo solo, pero Naruto también lo presionaba con sus espectativas y por alguna razón en la que no quería cavilar mucho, Sasuke no podía fallarle, negarse o arriesgarse a decepcionarlo.
Con disimulo lo observó de reojo mientras él estiraba sus manos y se acomodaba más en su citio. En su perfil, la nariz recta, los labios llenos, la mandíbula fuerte... esas cejas rubias sobre sus ojos tan expresivos.
—Los chicos a veces son un poco intensos —añadió, siguiendo con la conversación—. Pero no te preocupes, mientras estés conmigo, no te pasará nada.
La textura de la brida se tornó muy interesante en el momento en el que Sasuke trató de esconder el efecto que ese comentario causó.