— Jeongin. ¿Tienes un minuto para hablar por favor? —pregunta un tímido Felix, con unas flores detrás de su espalda, mientras allá atrás, limpiando algunas mesas en el trabajo que tenían Jeongin y Minho juntos, el segundo los estaba observando.
Sus labores habían cesado, solo para verlos con un suspiro y los ojos decepcionados.
El día había llegado para ellos tres.
Un día que en su interior, nunca quiso que llegue. Así que con un trapo descansando sobre la mesa a su lado, esos dos se dirigieron a las afueras de aquella cafetería para hablar. Y Minho no va a negar que tenía mucha curiosidad por saber de que querían hablar, mientras su corazón pedía a gritos, que Jeongin no aceptara salir con Felix. Lo único que quería era eso.
Aun si para el menor, nunca naciera mirarlo.
— Y bien, ¿qué tenías para decirme, Lix? —dice por su parte, Jeongin fuera de esa cafetería. Mirando a el mayor, quiere una respuesta clara a esa intempestiva visita. Ante ello, Felix da un paso hacia él y haciendo más conmemorativo ese momento, sus ojos brillan y Jeongin se asusta, pretendiendo no darse cuenta de lo que están los dos sintiendo en ese momento.
Pero, ¿qué debería sentir en realidad por él? Si lo único que han tenido es una extrema confianza y una linda amistad entre los dos.
Aun así, ¿por qué ahora mismo tiene unas flores ahí frente a sus ojos?
— Toma, es para ti.
Margaritas, sus favoritas; pensó sonriente.
Sus pupilas se ensancharon y su corazón sintió confusión. No va a negar que hace un buen tiempo ha estado viendo a sus dos mejores amigos de otra manera. Pero, ese pensamiento solo ha sido un mero pensamiento vagante en su mente. No ha quería tomárselo en serio o sabe que al final, alguien saldrá dañado en este inmenso juego. Así que nervioso, busca aquellas palabras correctas para rechazarlo. Pero en cambio, recibe un acercamiento peligroso de ese pecoso.
Y un beso se instala en su mejilla. Por un minuto pensó que esos labios, capturarían los suyos; y su corazón se sintió temblante y ansioso. Por un segundo lo más profundo de su ser, esperó que fuera algo más.
¿Qué le estaba pasando?
¿En qué estaba pensando?
— G-gracias... —murmuró, retirando la mirada de ese chico.
Felix se encontraba tan feliz enfrente suyo y un aura resplandeciente los cubrió. Jeongin se sintió enternecido por él.
Y Felix sólo quería que lo viera de otra forma, una manera diferente que hasta ahora. Así que aprovechando el ambiente y arrodillándose ante él, aprovechó para confesarse, atrayendo la atención de todas las personas allá adentro. Todo estaba dispuesto a suceder. Todo, si no fuera porque aquella persona allá adentro, que botando su mantel a un lado, caminó seguro hacia ellos dos.
— Jeongin, sabes que desde hace mucho tiempo hemos sido amigos. Pero lo que no sabes, es que he estado cayendo por mucho tiempo este sentimiento. Jeongin. Tú... aceptarías, ¿darme u- una oportunidad...
— ¡No!
Caminó hacia ellos sólo para detener, tomando la mano del menor, la pedida del pecoso. El mismo que viéndose interrumpido, volteó hacia él, muy sorprendido de su inoportunismo. ¿Desde cuándo hacía esto? ¿No era él, quien le había animado a venir?
A serle fiel a sus sentimientos.
Niega ante ello.
— ¿Minho? —entonces pregunta Felix viéndolo a carta cabal. Sus ojos pidiéndole explicaciones. Más todo lo que nota Minho, es su mano tomando la de Jeongin, cuando levantando su rostro se encuentra con el de él. Ambos están viéndose fijamente sorprendidos y no van a negar ese sentimiento cómplice entre los dos. Ese mismo sentimiento que han estado negándose a aceptar desde hace mucho tiempo.
Que hace a sus corazones sentirse tan dulces.
Tan cautivados.
Así que se queda callado, soltando su mano tan lentamente, dejando que su corazón se pregunte qué es lo que está pasando. No puede ser que su locura haya expuesto así sus sentimientos de forma natural. Pero si llegara el día de decirles al resto, ¿podría ahora luchar por ellos? Si tan sólo Felix y él estuvieran en el mismo barco, ¿cómo podrían hacer para que, compitiendo por este amor, esa amistad que tienen, no se vea afectada por ello?
Piensa aterrado.
Tan desilusionado.
— ¿Minho? —más los ojos y la boca de Jeongin lo llaman a plena luz del día. Quedándose a un lado frente a ambos, sabe lo que tiene que hacer.
— Jeongin, yo-
— ¡Minho!
Aunque siendo callado por Felix, quien retiene su mano, sabe lo que tiene que decir.
— Me gustas, Jeongin. —así que viéndose entre dos de sus mejores amigos lo suelta tan precavido pero tan deseoso a la vez. Sus ojos tan llenos de ensoñación y anhelo. Jeongin puede decir que no se esperaba eso y sus ojos abiertos lo dicen todo. Pero ahora enfrente de esos dos se ha dado cuenta de algo.
Está severamente confundido en verdad.
— Yo-.. —murmura nervioso. Pero Felix no se va a quedar atrás. Así, pegando el ramo de flores contra el pecho de Minho, lo aparta, tomando un paso delante de él. Por el amor de Jeongin, no va a quedarse atrás.
— Jeongin. ¡Tú también me gustas! —así que lo hace con voz alta. Dejando saber en alto sus sentimientos, todos se han dado cuenta de que lo que dicen esos dos chicos es verdad. Así que, dejando de comer, prestan atención a la continua novela que están presenciando— por favor, elige a uno de los dos.
Ahora, viendo a cada uno de ellos, Jeongin tiene que decidir. Si a Minho, quien ha tomado todo su corazón para expresar sus sentimientos, o Felix, quien le ha causado una grata sorpresa. Cada uno de ellos, con su seguridad. Cada uno, con su propia esencia.
Si le pregunta a su corazón, a quien ha estado en él desde hace ya mucho tiempo, ¿qué le dirá? No puede elegir.
No puede saberlo.
Oh, qué confundido está.
Así que callado, sus ojos brillan y tiemblan, de un lado a otro, mirándolos. Ambos chicos tienen miedo, de que está sea su última oportunidad. Un sueño. ¿Esto es real?