— Estuviste todo el día con él, ¿no es verdad? —lo detiene en medio de su trabajo, una voz firme. Minho sin nadie cerca suyo, luego de haber atendido a una gran legión de comensales, voltea hacia este, limpiando sus manos en su delantal para verlo fijamente.
Sabe que viene a decir.
Sabe que tiene para preguntarle a su mejor amigo.
Quien creía, que nunca se fijaría en la persona a la que siempre amó.
— Es verdad. Lo estuve.
Es por eso que no se queda callado y cruzado de brazos lo mira exactamente como este lo hizo, el día en que se le declaró a Jeongin. Sabía bien que no podría cambiar el pensamiento de Felix por el menor, pero nunca dejó en claro que es lo que este podría hacer por el amor que siente por el menor. Aunque si está seguro de una cosa, es que no se arrepiente de nada de lo que hicieron el día anterior.
Incluso, lo anhela aún más.
Felix aprieta sus labios. Sabe bien a lo que se va refiriendo. Odia la sensación, pero pretendiendo tener el control se acerca a este haciéndole frente. Y de pronto, escucha unos aplausos. Aquí está su mejor amigo.
— Bravo, esto es lo que querías, ¿verdad? Pero no te dejaré tenerlo, Minho.
Haciéndole frente. Cara a cara, con los ojos tan filosos, no aleja la mirada de este. Está furioso. Está herido. Se siente a punto del colapso por tan sólo imaginar que fuera la persona enfrente suyo quien haya tocado a la persona que tanto ama. Y aunque ninguno tiene nada, pensaba que iban a jugar limpio.
Pero no fue así.
— Inténtalo, no importa. —responde sin importarle lo que diga este. Minho se siente bien con lo que ha hecho. Si ambos cuerpos lo necesitaron para explicar algo que ninguno puede hacerlo, ¿por qué callarlo?— pero sólo déjame decirte algo. Jeongin no será más tuyo desde esa noche.
— Tú-
— Me gusta, Jeongin, Felix, y no voy a dejarlo de lado. Haré lo que sienta estando cerca suyo, y no puedes hacer nada en contra. —dice fijamente. Sacándose el mandil, lo ve fijamente y suspira con cansancio. Mirándolo, no puede entender que es lo que les pasó para terminar aquí. Pero lo único que sabe, es que si pretende pelear, no lo dejará ganar.
Mientras Jeongin, quien se encontraba detrás de esa puerta, dentro de la cafetería que tenía junto a Minho, se mantenía presionado, apretando sus labios y manos. Siempre anheló una amistad como la suya y hoy, es el problema principal de la misma.
Si los dos no se hubieran enamorado de él, como ahora, ¿sería mejor? Piensa y se deja golpear contra la puerta, herido. Su frente palpa la fría tabla contra sus cabellos, dolido y pensativo. Duele. Duele tanto, pero no tanto como la confusión aquí adentro de su ser. Le aprieta todo el pecho.
Y sólo quiere llorar.
¿Ama a Minho?
¿Ama a Felix?