— ¿Te puedo esperar? Lo sabes, ¿verdad? —le pregunta Felix a Jeongin cuando este se está apurando con los pedidos de la gente antes de que se apilen una vez más. Jeongin nunca se ha sentido tan abrumado con una situación como esta. Ahora se ha dado cuenta de lo importante que es Minho en su vida. Y Felix se da cuenta de ello.
Mirándolo de frente, suspira.
¿Es tan importante tomar esta oportunidad para ellos dos?
Jeongin siempre tendrá la última palabra. Pero lo único que ha estado sintiéndose, es preocupado. Si así se sintiera el amor, no cree que aguantaría por mucho tiempo.
¿Jeongin en realidad estaba de acuerdo en amar a alguien como él?
Alguna vez, ¿al menos se lo ha imaginado a su lado? Piensa y niega, yendo a ayudarlo. Esta es la primera vez que pueden pasarla juntos y no quiere cagarla con sus pensamientos tontos y tan celosos. Jeongin necesita ayuda. Jeongin necesita una mano. Jeongin no necesita que todo sea difícil para él.
Así no se siente enamorarse.
— Ven, déjalo Jeongin. No tienes porque hacerlo. —le dice quitándole los platos de la mano para ir a entregarlos a los comensales, mientras Jeongin mirando a la nada se quedaba. Felix se sentía tan herido por ello.
Pero verlo despojarse de su carga y sentarse a resoplar cansado, era mejor que oírlo negarse a todo ello. Y aunque odiaba la idea de la falta de alguien incapaz de olvidar, Felix sabe bien que está bien o lo estarán. Siempre y que estén juntos, poco a poco, irán convirtiéndose en algo más.
Tiene la esperanza de que pasar juntos cambiará todo. Pero cuando ve a este, caminar hacia la parte inferior de la cafetería, sin más que decir, el tiempo se detiene y Felix se siente triste. ¿Qué es lo que debe hacer para ser visto? Si tiene esa oportunidad como dice, ¿por qué ni siquiera lo ve intentarlo?
Entonces ve una cabellera entre la gente llegar y resopla.
— Llegas tarde. ¿Sabes cuánto trabajo dejaste a Jeongin? Ni siquiera dejaste un reemplazo toda la mañana. —le dice a la persona enfrente suyo. Está molesto. Muy molesto. Este vestido de una persona normal y corriente, lo mira en silencio, un segundo antes de sacar un sobre ante sus ojos. El menor abre sus ojos. El mayor debe estar loco para tomar esta decisión.
— Estoy renunciando. Dale esto a Jeongin. Esta es mi renuncia.
Dice.
Sus ojos reflejan pérdida y que ha estado viendo a la soledad toda la noche. Pero nunca refleja ni un poco de sorpresa de verlo aquí. Es como si ya lo esperaba.
¿Esto es que planeaba?
¿Dejarle el camino tan fácilmente, así como así?
¿Qué está tramando?
¡¿QUÉ?!
— Tú no puedes. Él te necesita. —dice entonces firme antes de que detrás suyo oigo un ruido cerca. Hay mancha se vino derramado en el piso y subiendo sus miradas sorprendidas y nerviosas lo miran. Jeongin con los ojos saltones y tristes lo han escuchado.