DOS

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—Ya estoy aquí

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—Ya estoy aquí. Ya estoy aquí —dijo agitada.

Puso sus manos en sus rodillas y respiro profundamente tratando de recuperar el aliento, había corrido en cuanto su primo había avisado sobre el estado de su querido tío.

Su primo yacía en la sala de espera junto a su mejor amigo de la infancia, Iwaizumi.

—¿Qué fue lo que pasó? —pregunto en cuanto pudo respirar adecuadamente.

—Se desmayó y cayó por las escaleras-contestó serio, algo poco común de ver en Oikawa Tooru—. Se fracturó una vértebra, es un milagro que esté vivo.

Ella cerró los ojos sin poder creer lo que oía.

—¿Va a estar bien?

—Eso espero.

—Están preparándolo para ingresarlo a quirófano —habló Iwaizumi esta vez—. Tu tía está hablando con la cirujana y llenando formas.

—Entiendo... —contestó con la mirada baja- ¿Y Mei?— preguntó por su otra prima.

—En camino.

No le agradaban los hospitales, le parecían lúgubres y tristes, mucha gente moría en esos lugares. No es que culpara a los médicos, sabía que cumplían con su trabajo en medida de sus posibilidades y que no eran Dioses para poder curar o salvar mágicamente a sus pacientes. Eso no evitaba sentir siento repudio al lugar, la última vez que había estado en un hospital, fue para reconocer el cuerpo destrozado de su padre.

Estiró su cuerpo buscando alivió al dolor que se instalaba en su cadera. Hizo una extraña mueca al sentir incomodidad en su zona vaginal.

—¿Te pasa algo? —preguntó Iwaizumi al ver los extraños gestos que hacía la muchacha.

—N-no, nada. ¿Por qué la pregunta? —se rascó la nuca, nerviosa.

—No paras de hacer caras raras.

"Me cogí a mi mejor amigo, o más bien, el me cogió a mi. Me dió tan duro que no para de dolerme la cadera, el coño y el trasero"

—Ah eso... Venía corriendo tan rápido que no me fijé por dónde iba, resbale con un charco y me golpee en el trasero -mintió, tratando de sonar muy convincente.

—Si claro, seguro que te cogiste a alguien anoche —soltó Tooru.

"A tú enemigo mortal"

Ella tragó saliva. Las palmas le sudaban de los nervios.
Los 3 eran amigos desde niños, así que se conocían a la perfección y había la suficiente confianza como para hablar de sus experiencias sexuales, pero por esta vez, omitiria contarles lo sucedido, sabía que le reprocharían su actuar porque ella misma se lo reprochaba.

La mejor solución que encontró fue insultar a su primo.

—Habla por ti, tú sí eres todo un prostituto.

WILDEST DREAMS | USHIJIMA WAKATOSHI Donde viven las historias. Descúbrelo ahora