MAESTRO DE MUÑECAS
He observado durante bastante tiempo.
Esperé lo suficiente.
Ha llegado el momento de dar el siguiente paso.
Mi hermoso muñeco se ha convertido en un consorte todos los días frente a mis ojos. Se ha convertido en la próxima mejora que no puedo esperar para tocar, para pasar mis dedos.
Probar.
El problema con mi lindo muñequito es que pasa mucho tiempo con personas insignificantes como su madre perra, cuya única buena cualidad es que lo dio a luz.
O esos amigos que lo hacen parecer estúpido cuando es todo menos eso.
Mi muñeca seguirá creciendo, y cuanto más lo veo, más seguro estoy de que el merece ser el número uno en mi colección.
Los demás no son como el. Nunca lo serán.
Solía estar bien mirando desde el margen, orgulloso de mi creación y de cómo estaba resultando.
Me gustó el hecho de que yo sabía de el y el no sabía de mí.
¿No es la invisibilidad algo maravilloso?
Lo había jugado antes cuando me escondí de mi padre. Todo lo que tenía que hacer era mirar a mi muñeca y fingir que no estaba allí.
Otros días, iba al armario.
Esconderse en la oscuridad no es difícil. Al principio, no se ve nada. Entonces podrías asustarte. Entonces sientes que las cosas te tiran de las extremidades y, muy pronto, te haces amigo de esas cosas.
El monstruo debajo de la cama me entendió cuando nadie más lo hizo. Me escuchó cuando nadie más lo haría, y por eso es mi amigo. Todos mis demonios son mis amigos. Se sientan conmigo cuando planeo y están ahí cuando miro a mi lindo muñeca.
Pero a mis demonios y a mí no nos gusta que nos ignoren. Hemos estado al margen durante años, mirando en silencio sin hacer ruido.
Hace unas semanas, decidí que mi lindo muñequito debería empezar a conocer a su amo.
Elegí un método imposible de rastrear, por supuesto. Así que incluso si el se asustaba y le contaba a su papá sobre mí, no podrían encontrarme.
El no lo hizo.
Mi muñequito puede ser una puta por la atención, lo cual es comprensible con la madre perra que tiene. Mi primer mensaje de texto para el fue: “Hoy tocaste el piano perfectamente”.
Lo leyó con el ceño fruncido y luego sonrió. Perdió ese día y nadie le dice a los que quedaron en segundo lugar que tocaron perfectamente. Todo lo que dicen es mejor suerte la próxima vez.
Sin embargo, SeokJin no necesitaba suerte. Necesitaba ánimo y yo se lo di.
Desde entonces, le envío mensajes de texto para felicitarlo, pero también para decirle sin ser específico que estoy cerca. Tal vez no lo suficiente como para olerlo, su aroma es de cereza y Chanel la mayoría de los días, pero estoy allí.
Lo miro.
Lo escucho.
Y un día, lo poseeré.