SEOKJIN
Se supone que debo tomar una ducha rápida y unirme a papá y su equipo. Van a discutir la estrategia y yo quiero estar ahí.
En el momento en que estoy debajo del rocío del agua, empiezo a pensar. Eso es lo que hago cuando estoy en la ducha, pienso. Mucho.
Algunas personas cantan, pero yo me convierto en un maldito paquete de pensamientos. Tal vez sea el chorro de agua o la paz del momento, pero siempre me empuja a pensar de nuevo en mis decisiones y elecciones.
Es mi segundo lugar favorito después del parque. Paz, limpieza y claridad mental.
Solo que no está claro.
Una cosa sigue viniendo a la mente… esos ojos verde oscuro, su voz y la autoridad en ella.
Termínalo.
Que se joda. No lo terminé. Yoongi y yo estamos del mismo lado. Mientras siga beneficiándolo, él hará lo mismo.
Incluso visité a cierta chica que le ha estado escribiendo cartas de amor. A Jungkook, no Yoongi. ¿Quién diablos sigue escribiendo cartas de amor? ¿Es de hace un siglo o algo así?
De todos modos, le dije que tiene una condición, ya sabes, como una condición del pene. Ella piensa que no puede levantarlo. Solo quise decir que es un idiota, pero bueno, mientras funcione, no me quejo.
Luego me sorprendí sonriendo cuando ella se alejó, pensando que nadie podría ver su polla de todos modos. Fue entonces cuando me di cuenta de que me estaba desviando de nuevo. Estoy saboteando cualquier parte de relación sentimental que tenga.
Me está haciendo perder la cordura junto con mi mejor juicio.
El imbécil.
Y, sin embargo, las únicas imágenes que siguen reproduciéndose en mi cabeza son las de ayer. Yo contra la mesa mientras me bajaba los pantalones.
Mi mano se desliza por mi estómago y entre mis nalgas. Estoy mojado y no es solo por el agua.
Una respiración superficial me abandona mientras empujo un dedo dentro. Todavía estoy sensible y un poco dolorido.
Recuerdo la forma en que me azotó mientras me sujetaba por la nuca. Tomó mi voluntad, mi elección, y me mojé aún más por él.
Mis pezones se tensan, dolorosamente, y mi pene se endurece rápidamente, cierro los ojos y giro la cabeza hacia atrás. Giro un brote apretado entre mis dedos y tiro de él. Un gemido intenta escapar, pero lo atrapo como lo hice cuando él me estaba tocando. Sus manos, cuerpo y pecho me cubrieron por completo hasta que fue todo lo que sentí.
Recuerdo la primera vez que empujó dentro de mí, la fuerza de la misma, y agregué otro dedo, trastabillando con el poder del empuje. Me imagino que es él, penetrándome, susurrándome palabras sucias al oído, diciéndome que soy suyo, y mi ritmo se acelera.
Mis embistes se vuelven más duros y me lastimo el pezón, pellizcándolo con las uñas hasta que grita de dolor.
Me he tocado antes y él siempre ha sido la imagen que imaginé. Él semidesnudo junto a la piscina. Él sudoroso, desaliñado y malditamente delicioso después de la práctica. Él corriendo y anotando y siendo un dios en el campo.
Pero nunca quise infligir dolor con eso.
Después de ayer, eso es todo lo que quiero. La leve punzada de dolor que acompaña al placer. El poder que viene con estar completamente a su merced.