POV Katsuki
Unos días pasaron antes de que nos llamaran para dar aviso que los exámenes físicos y psicológicos de nuestros niños estaban completos. No dudamos ni un segundo en dirigirnos hacia el lugar, donde nos recibieron al instante, guiándonos hacia la oficina de la mujer a cargo de todo el caso, misma mujer que se llevó ese día a nuestros hijos.
Apenas cruzamos la puerta nos indicó que nos sentáramos.
—Buenos días señores Bakugo, –se acomodó mejor en su asiento apoyando sus codos sobre el enorme escritorio– ¿están aquí en un intento de que la custodia de los niños se les regrese?
—Sabe muy bien que los niños desean regresar a nuestra casa, su casa. –Izuku se encontraba nervioso, no había dicho nada desde que salimos desde casa y ahora sólo sostenía mi mano.
—Lo sé, y a pesar de que los niños están bien cuidados y no carecen de nada con ustedes, deben entender que lo que conlleva el pasado de su esposo es demasiado peligroso para ellos, estuvieron secuestrados. –mi esposo apretó mi mano– Pero no soy una persona desalmada, les permitiré verlos sólo por hoy, media hora, luego se procederá legalmente como corresponde.
Nos llevamos por un largo pasillo alejado de todo lo demás, el edificio era enorme. Por la ventanilla de la puerta vimos a los niños, sentados juntos y tomados de la mano en un sillón.
Mi peliverde esposo no dudo en soltarme de la mano y abrir apresuradamente la puerta, los vi sobresaltarse pero inmediatamente corrieron hacia él, comenzando a llorar apenas los abrazó. No tardé en unirme al abrazo besando sus cabellos, intentando calmarlos.
—¡Papi, papá! –sus lágrimas no se detenían, sentí como si hubieran pasado muchos meses desde la última vez que los vimos.
—Shh, todo está bien mis niños, tranquilos, aquí estamos. –la voz de Izuku se escuchaba rasposa.
Luego de varios minutos de mimarlos y susurrarles palabras dulces se calmaron, Kota como siempre estaba en mi regazo y Eri con Izuku.
—Fueron muy malos papá, nos obligaron a sacarnos sangre y muchas cosas más, nos hicieron hablar con personas desconocidas y por mucho que lloraramos no quisieron llevarnos de regreso a casa, ya no queremos estar aquí papá. –lágrimas se asomaban de nuevo en sus ojos así que besé su frente mientras acariciaba su cabello.
—¿Qué sucede princesa, por qué no hablas? –se me hacía extraño que Eri no hablara, nuestra niña siempre era de conversar mucho.
—Una de esas personas extrañas, cuándo nos hicieron hablar por separado, intentó hacerme decir cosas malas de papá y papi, esa persona fue mala con Eri, la llamó niña tonta. –a diferencia de Kota, ella si comenzó a llorar.
—Eri, tranquila, Katsuki hará lo posible para que castiguen a esa persona, –tomó uno de los mechones que cubrían su rostro y lo pasó tras su oreja– después de todo papá siempre los protege, ¿verdad?
Ambos asintieron, lo que hizo sonreír enormemente a mí esposo, cosa que no veía desde hace días.
—Ahora, –todos me prestaron atención– ésto no va a gustarles, lo sé, pero no podemos llevarlos a casa hoy, –comenzaron a sollozar de nuevo así que puse a los dos sobre mi regazo, abrazándolos e intentando calmarlos– a nosotros también nos duele no poder llevarlos a casa, los extrañamos muchísimo. Saben que los amamos, pero Izuku y yo hacemos lo posible para llevarlos con nosotros legalmente, para que ésto ya no vuelva a suceder y que podamos estar juntos los cuatro. Ya no deben llorar o terminaremos llorando con ustedes, ¿entienden?
—E-está bien papá... –Eri sólo asintió, pero ya no lloró y se recostó en mí al igual que su hermano.
—Su padre y yo los amamos, –Izuku se acercó y acarició sus cabellos, seguidamente besó sus frentes– no deben dudar jamás de eso. Cuándo logremos llevarlos a casa, él les preparará algo rico de comer, dejaremos que duerman con nosotros tanto como quieran y podremos salir a pasear juntos.
El tiempo restante, sólo nos dedicamos a mimarlos, distrayéndolos para que ya no volvieran a llorar, contándoles como todos esperaban a que regresaran. Mi esposo trenzó el cabello de nuestra hija, había aprendido a hacerlo hace unos meses cuándo ella quedó fascinada luego de verlo en una película.
Él tarareaba una canción mientras acomodaba su cabello, logrando relajar a los niños. La sonrisa en su rostro y el brillo de sus ojos me demostraba lo feliz que era con ellos en su vida, y no pensaba negar que era igual en mi caso.
Cuándo llegó el momento de irnos los abrazamos fuertemente llenando sus rostros de besos, cosa que les sacó una sonrisa a ambos. Luego de la promesa de que la próxima vez que nos viéramos los llevaríamos a casa nos retiramos del lugar.
Ya en el auto la sonrisa no desaparecía del rostro de mi peliverde.
—Kacchan, ésta vez comprobé lo mucho que ellos también nos aman, nuestros hijos nos aman, tanto como nosotros a ellos, su lugar es con nosotros, en nuestra casa, a nuestro lado. –sonreí porque no cabía duda sobre eso.
—Tranquilo cariño, la próxima vez ellos estarán aquí en el auto con nosotros camino a casa. –lo miré brevemente para no quitar la mirada de el camino y noté como me sonreía enormemente.
Los días siguientes los pasé investigando a las personas que entrevistaron a nuestros hijos, llamando a las personas que nos ayudarían y pidiendo los expedientes de médicos y psicólogos que hablaron con ellos.
Entre ellos, descubrí a varias personas con problemas éticos registrados, con los cuales apelaría el día del juicio, no dejaría nada afuera. Mi peliverde pasaba horas a mi lado viendo cómo trabajaba, trayéndome café o alguna cosa para que me alimentara.
Por las noches, antes de dormir masajeaba mi espalda y hombros, alegando que estar tan estresado no sería bueno para mí salud. Izuku siempre había sido así, aunque nunca supe dónde había aprendido a hacer tan buenos masajes. Cuándo ya estábamos acostados, él me abrazaba a mi primero, acariciando mi cabello, diciéndome lo buen esposo y padre que soy, recordándome lo mucho que me ama, besando mi rostro, acariciándolo, dejándome en claro que estaba ahí para mí.
"Eres el esposo y padre que todo mundo desearía tener, quién nos defiende con garras y dientes si es necesario, quién nos ama incondicionalmente, y sin importar qué digan o cómo te miren, nosotros sabemos lo dulce y amable que eres con nosotros." Esas, habían sido las palabras de Izuku una de esas noches, palabras que había susurrado suavemente mientras me miraba a los ojos.
Esa misma noche besé y acaricié su cuerpo con inconmensurable paciencia, amándolo por horas, haciéndole el amor como a él tanto le gustaba, mientras él repetía una y otra vez mi nombre, seguido de sus "te amo".
El tiempo pasó y el tan esperado día llegó, noté a Izuku muy nervioso, vestido con un traje, el estilo de ropa que más odiaba, sin lograr anudarse la corbata, con lo que lo ayude con paciencia.
—Todo va a salir bien Izuku, tranquilo amor. –besé su frente y su cuerpo pareció relajarse.
Me sonrió y tomados de la mano fuimos hasta el auto, y yo, estaba muy seguro que traeriamos a nuestros hijos a casa
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Nuevo Comienzo
FanfictionPodría decirse que una segunda parte o algo parecido, de "El gruñón de mi abogado", contado por Eri y Kota. --------------❮✘❯--------------- -Occ -Los personajes no me pertenecen. -Sin quirks -Historia completamente mía