VII- El silencio de So Hyan

3 0 0
                                    

La clase estaba en completo silencio, solo roto por el suave murmullo de las hojas arrastradas por la brisa que entraba por la ventana. So Hyan estaba sentada en la esquina más alejada del aula, completamente absorta en lo que escribía. Sus manos movían la pluma con una agilidad que parecía casi automática, sus ojos fijos en el papel frente a ella. La carta que estaba escribiendo contenía palabras que nunca había compartido con nadie. Era su confesión más íntima, su lamento más profundo, y también su último intento de desahogarse.

Cuando terminó, selló la carta con una precisión que sólo alguien con un corazón roto podría lograr. La colocó en un sobre que guardó cuidadosamente en el fondo de su mochila, asegurándose de que nadie pudiera ver el contenido o el destinatario. El timbre finalizó la clase y todos comenzaron a levantarse y a salir del aula sin darse cuenta de la carga emocional que So Hyan había dejado atrás.

Durante el mes siguiente, So Hyan desapareció. No se la vio en clase, ni en el pasillo, ni en el patio. Sus amigos y compañeros estaban desconcertados, pero nadie parecía tener una pista clara de dónde podría estar. A medida que pasaban los días, la preocupación se apoderaba de todos, especialmente de Dian, quien había notado la ausencia de So Hyan más que nadie. Dian estaba inquieto, sin poder concentrarse en nada más. La preocupación por So Hyan se había convertido en una sombra constante en su mente.

Dian había intentado hablar con varios compañeros de clase y con los profesores, pero nadie parecía saber nada. La desesperación y la angustia se acumulaban en su pecho, alimentadas por el sentimiento de impotencia. Cada vez que pensaba en So Hyan, su corazón se hundía.

Una tarde, Dian decidió ir a buscar a So Hyan en su casa. Había escuchado rumores de que ella podría estar en algún lugar cercano, pero no tenía pruebas concretas. Mientras caminaba hacia el vecindario donde vivía So Hyan, sus pensamientos eran un torbellino de ansiedad y temor. ¿Y si no encontraba ninguna pista? ¿Y si nunca la volvía a ver?

Finalmente, llegó a la puerta de la casa de So Hyan. Llamó con un ligero temblor en las manos, esperando que alguien le diera una respuesta. Tras unos minutos que parecieron horas, la puerta se abrió lentamente, revelando a una mujer mayor que parecía preocupada.

-Hola, soy Dian, un compañero de So Hyan -dijo con voz temblorosa-. Estoy buscando a So Hyan. ¿Sabe dónde está?

La mujer lo miró con una mezcla de tristeza y sorpresa antes de responder:

-Lo siento, Dian. So Hyan... ella se fue hace un mes. No ha querido volver a la escuela ni a casa. La última vez que la vi, parecía estar muy agobiada.

El corazón de Dian se hundió aún más. Se acordó de aquel dia que vio a So Hyan escribir una carta, y que probablemente nunca fue leída por nadie. Se preguntó si tal vez esa carta había sido su despedida. La desesperación lo invadió, y un profundo sentimiento de culpabilidad lo abrumó al pensar que no había hecho nada para evitar esta situación.

Con el corazón apesadumbrado, Dian se alejó de la casa, decidido a hacer todo lo posible para encontrar a So Hyan. Sabía que no podía permitir que la carta, y el dolor que contenía, se convirtieran en el último recuerdo de ella...

Aquella Noche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora