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La azotea del colegio era un lugar de calma inquietante, un sitio en el que el viento parecía murmurar secretos y la vista de la ciudad se extendía como una promesa inalcanzable. Dian había subido allí, arrastrado por un sentimiento de culpa y desesperación que lo había consumido completamente. Con el corazón roto y la mente abrumada por el dolor de la pérdida de So Hyan, había decidido seguir sus pasos, buscando en el vacío una forma de escape de su propio sufrimiento.

El salto que había tomado desde la azotea le había dejado inconsciente, sumido en un profundo coma que duró tres largos meses. Durante ese tiempo, su cuerpo estuvo en reposo, mientras su mente navegaba por un mar de sombras. Cuando finalmente despertó, la realidad era un lugar diferente al que había conocido.

Dian abrió los ojos lentamente, sintiendo un dolor difuso en todo su cuerpo. El techo del lugar donde se encontraba era blanco y deslumbrante, la luz artificial parecía inclemente en su estado de debilidad. Intentó mover su cuerpo, pero solo logró mover la cabeza y los ojos, sintiendo una pesadez en sus extremidades. La habitación era pequeña y contenía muebles simples, lo que revelaba que no estaba en un hospital común, sino en un psiquiátrico.

El tiempo parecía arrastrarse mientras Dian observaba la ventana desde su cama. La luz del sol se filtraba a través de las cortinas, creando patrones en el suelo. Su mente estaba confusa, llena de fragmentos de recuerdos y sentimientos entrelazados. Sentía una extraña intriga, como si estuviera buscando algo o a alguien, pero no podía identificar claramente qué era.

Con el paso de las semanas, Dian comenzó su rehabilitación. Cada día, se esforzaba por recuperar la movilidad, moviéndose lentamente de una silla de ruedas a las muletas y finalmente a caminar con un andador. Aunque el proceso era arduo, la sensación de volver a moverse y sentirse nuevamente en contacto con el mundo le ofrecía un leve consuelo.

El proceso de rehabilitación también incluía sesiones de terapia, en las que Dian intentaba reconstruir los fragmentos de su memoria y comprender las razones detrás de su intento de suicidio. Durante esas sesiones, se dio cuenta de que había olvidado gran parte de su pasado reciente. Los recuerdos de So Hyan, el dolor, y las razones que lo llevaron a tomar la decisión de subir a la azotea se habían desvanecido de su mente, dejándole un vacío doloroso.

A medida que avanzaba en su recuperación, la sensación de intriga que lo había acompañado desde su despertar seguía persistente. No podía recordar claramente quién o qué estaba buscando, pero sentía una profunda necesidad de descubrirlo. A veces, en medio de la terapia, un rostro familiar o un nombre fugaz aparecían en su mente, solo para desvanecerse antes de que pudiera aferrarse a ellos.

Un día, mientras paseaba por el jardín del psiquiátrico con la ayuda de su terapeuta, Dian vio a una mujer sentada en un banco, leyendo un libro. Algo en ella le resultaba familiar, aunque no podía identificar claramente por qué. Se detuvo, el corazón acelerado, intentando recordar.

—¿La conozco? —preguntó Dian a su terapeuta, aunque no tenía idea de quién podría ser.

El terapeuta lo miró con una expresión comprensiva y respondió:

—No estoy seguro, Dian. ¿Recuerdas algo sobre ella?

Dian se esforzó por recordar, sintiendo una creciente frustración. La mujer en el banco levantó la vista del libro y sus ojos se encontraron con los de Dian. Un leve destello de reconocimiento pasó por su rostro, pero la distancia y la confusión impidieron cualquier comunicación clara.

Esa noche, en la oscuridad de su habitación, Dian se acostó en la cama sintiendo una mezcla de desesperanza y esperanza. Aunque no podía recordar completamente su pasado, algo en él le decía que la mujer en el jardín era una pieza clave de su rompecabezas. La búsqueda de su identidad perdida y el deseo de comprender su propia historia lo impulsaban a seguir adelante, enfrentando los recuerdos y el dolor que aún yacían ocultos en las sombras de su mente.

Aquella Noche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora