"Ambos, con la mirada que solo expresaba deseo se quitaron sus prendas en medio de besos donde enredaban sus lenguas..." dejó de escribir por un momento, haciendo un leve sonido al chocar sus dedos con su escritorio y así estuvo por 5 minutos -mierda- el rubio se agarró de sus mechones y los maltrató a medida que los apretaba con fuerza, -Maldita sea, no puedo creer que haya tenido un bloqueo creativo justo ahora.- se golpeó la cabeza muchas veces en su escritorio, ni siquiera podía hacer esto bien, no le dio mas vueltas al asunto y salió de su oficina con una cajetilla de cigarros, caminó hacia el patio y sacó un cigarrillo y su encendedor. Con cada bocanada de humo que exhalaba podía tranquilizar el dolor de cabeza que se le había formado por el estrés.
-Si mi madre hubiera visto esto, ya estaría sermoneándote y mi hermano estaría esperando a que termine para que te de una paliza.- dijo cierto castaño detrás de el, viendo como el humo del cigarro se desvanecía en el aire. -No le digas a tu hermano.- contestó el mayor volteando a ver al castaño y volviendo a darle una buena calada a su cigarro. -¿Qué hay de mi madre?- preguntó el menor todavía detrás de el. -Tampoco se lo digas- exhaló.
- ¿No deberías estar durmiendo? Mañana tienes escuela- dijo el mayor, volteando completamente hacia el mas bajo -Si, pero no tengo sueño.- contestó el contrario sacando una cajetilla de cigarro también y un encendedor y procedió a hacer lo que su mayor hizo; antes de que el cigarrillo se prenda, el objeto fue desprendido de su boca. -¿Qué demonios? ¡¿Desde cuando fumas?!- preguntó el rubio, más que pregunta fue un regaño. El menor volvió a sacar otro cigarro y antes de que el mas alto se lo volviera a quitar se alejo y lo prendió.
-No se lo digas a mi hermano.- contestó -Aún no contestaste mi pregunta.- inquirió el contrario -No te preocupes, no fue hace mucho, después de todo falta poco para cumplir la mayoría de edad.- volvió a contestar, exhalando el humo de su cigarro. -¿Qué hay de tu madre?- preguntó el rubio. -tampoco se lo digas.- sin más el silencio volvió a gobernar la atmósfera y ambos fueron dejando de lado ciertas preocupaciones.
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Otro maravilloso día soleado, que consistía en levantarse temprano, desayunar, darle su desayuno a Baxter e irse a clases, un día como cualquier otro, solo que ahora lo hacía en Los Ángeles y mejor aún, en una casa de lujo.
-Buenos días.- saludó el mayor, quien estaba esperándolo en el auto. -Buenos días.- respondió el castaño entrando y sentándose en el copiloto. -Yo...quiero pedirte algo.- le dijo el menor sin mirarlo, el contrario lo miró y prestó atención. Vio como el chico se tocaba los dedos nervioso y miraba hacia otra parte, tratando de esquivar su mirada. -Claro, dime ¿Te faltan algo?- el castaño negó e hizo la misma acción que su mayor, suspiró profundo y lo lanzó -¿Puede venir un amigo?- el rubio cambió de semblante, sonrió y asintió con la cabeza.
-No tienes porque ponerte tan nervioso - comentó el mas alto, en medio de una risa. -Se que te dije que una de las reglas es que me avisaras si va a venir alguien, pero tampoco es para que te pongas a sudar frío y mirarme como si te fuera a matar.- rió.
-No...yo, lo siento.- el mayor volvió a reír restándole importancia. -Ten la confianza de decirme lo que quieras o te preocupa, lo único que te puedo pedir es que lo hagas con respeto.- dijo mientras manejaba. -si señor- contestó el contrario. - No tanto respeto-.
Cuando llegaron al primer destino, se despidieron y cada uno emprendió camino por su lado. Aidan caminó hacia la entrada de su instituto y cuando levantó la mirada vio como todo se empezaba a distorcionar, regresó dos pasos y se agarró la cabeza en un intento de parar su mareo, intentó sostenerse de la pared que la vio bastante cerca, sin embargo, su mareo le jugó una mala pasada, haciendo que casi caiga.
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My Inspiration
RomanceAidan, un joven de apenas 17 años, se encontraba decidido a dejar atrás su pasado y comenzar una nueva etapa en su vida. Con el firme propósito de pasar página y olvidar las sombras que lo habían perseguido, tomó la valiente decisión de mudarse de s...