Ante aquella escena tan inesperada y reveladora, el rubio dejó caer la bandeja de comida que llevaba en las manos, el sonido del metal chocando contra el suelo resonó en el aire, captando de inmediato la atención del menor. Este, al notar la expresión de sorpresa y confusión en el rostro del rubio, sintió una oleada de vergüenza que lo invadió por completo. Permaneció inmóvil durante unos segundos, como si el tiempo se hubiera detenido, procesando lo que estaba sucediendo a su alrededor. Sin embargo, al percibir que algo no estaba bien (en sus pantalones), y que la atmósfera se había vuelto tensa y cargada, decidió marcharse rápidamente, dejando al menor en la misma posición en que lo había encontrado.
Con el corazón acelerado, corrió a toda velocidad hacia su habitación, sintiendo cómo la vergüenza comenzaba a apoderarse de él. Una vez allí, se encerró en el baño, buscando refugio en la soledad de aquel espacio. Se tomó un momento para recuperar el aliento, asegurándose de que Billy no había instalado cámaras en ese lugar, lo que le proporcionó un leve consuelo.
Finalmente, se dejó caer en el suelo frío del baño, apoyando la espalda contra la puerta cerrada. Intentó calmar su respiración, inhalando y exhalando lentamente, mientras su mente se debatía entre la confusión y la incredulidad.
Su cuerpo había reaccionado ante aquella vista tan impresionante de una manera que lo desconcertaba aún más, dejándolo atrapado en un torbellino de emociones que no sabía cómo manejar.
Primero, Aidan era apenas un adolescente, ¿cómo podía ser tan atractivo? ¿Por qué sus ojos capturaban la esencia excitante del menor? Sabía que todo esto estaba mal y que continuar significaría su perdición.
En segundo lugar, Aidan era el hermano de su mejor amigo, una persona muy importante para él, a quien consideraba prácticamente familia. ¿Cómo podría traicionar así a su amigo?
Por último, nunca había mostrado interés por personas de su mismo sexo. En años anteriores, había estado involucrado en varios romances con mujeres y le resultaba incómodo ver hombres con actitudes femeninas. Entonces, ¿cómo era posible que Aidan, un chico que irradiaba masculinidad, pudiera excitarlo al punto de considerar seriamente en cogérselo?
Observó su erección creciente a través de los pantalones y decidió meterse a la ducha. Aunque pensó en muchas cosas, ya había tomado una decisión: no se involucraría con un chico de 17 años, mucho menos con el hermano de su amigo. Con eso claro, salió de la ducha, se cambió y se dirigió directamente hacia su computadora.
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Dorian se encontraba frente a su escritorio, sin una sola idea que escribir. Golpeó su cabeza contra la mesa, frustrado por el vacío creativo, mientras su mente divagaba inevitablemente hacia Aidan, impidiéndole concentrarse en su trabajo. Recordó la incómoda situación reciente: la posición en la que había encontrado a Aidan, sus movimientos, los sonidos que hacía. Todo esto lo llevaba a imaginar lo prohibido: Aidan temblando y gimiendo bajo él, apretando su miembro con intensidad, sus mejillas sonrojadas y su mirada perdida en la excitación. La situación se volvía cada vez más complicada.Desesperado, tomó su celular y llamó a Billy.
-Consígueme ahora mismo a una de las chicas de tu lista - ordenó, cortando la llamada antes de que Billy pudiera responder.Con las llaves del auto en mano, se cambió de ropa y salió rápidamente, revisando un mensaje de su mánager con la dirección del hotel. Sin prestar atención al nombre de la persona, se enfocó en la dirección y puso en marcha su coche.
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Frente a la puerta del hotel, tocó tres veces y escuchó una voz femenina que decía "ya voy". Al abrirse, apareció una mujer muy atractiva al otro lado. Tenía el cabello largo y ondulado, piel canela y una figura llamativa. Si no estuviera en un conflicto mental, pensaría que ella es totalmente su tipo.
Sin mediar más palabras, se lanzó a besarla apasionadamente, aunque para Dorian no fue satisfactorio. Entró en la habitación con la mujer en brazos, que solo llevaba puesto el sostén y las bragas. Avanzaron hacia la cama entre besos, donde la tumbó sobre el colchón y se quitó la camisa.
La chica tocó su miembro y, confundida, se alejó un poco para decir: -No está erecto-. Dorian miró hacia abajo, dándose cuenta de que algo no iba bien. -¿Cómo es posible...?- susurró para sí mismo, sentándose al borde de la cama. -¿Qué te parece si te hago una mamada?- propuso ella, pero él negó con la cabeza. -No, no quiero que esto termine siendo humillante-, respondió Dorian, levantándose para recoger su ropa. -Lamento lo sucedido-, dijo antes de salir y cerrar la puerta tras de sí.
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En casa, entró a su despacho sin saber qué hacer. Su mirada se perdió en el estante de libros frente a su escritorio. Todo esto lo estaba estresando; no podía liberarse ni terminar de escribir. ¿Cómo había llegado su trabajo a depender de ese tipo de emociones? Sacó su teléfono del bolsillo y llamó a su amigo.-¿Qué demonios, Dorian? ¡Son las 4 de la madrugada! -protestó su amigo al otro lado de la línea.-Lo siento, tengo algo que preguntarte- dijo Dorian, mientras jugaba con su silla giratoria.-Pregunta ahora- respondió Billy con voz cansada.-¿Cuántas cámaras pusiste en mi casa y dónde?- preguntó Dorian, mientras escuchaba un bostezo al otro lado.-Puse más de ocho cámaras, las coloqué en todas partes menos en los baños- respondió su amigo.-¿Eso incluye los cuartos de huéspedes?-preguntó Dorian, recibiendo un sonido de afirmación como respuesta.
-Perfecto. Dame acceso total a todas las cámaras -ordenó el mayor.-¿Qué planeas hacer, Dorian? -preguntó Billy, curioso por las intenciones de su amigo.-Eso no te incumbe -respondió Dorian.
Sin más, Billy le entregó el aplicativo con la contraseña.-Gracias -dijo Dorian antes de terminar la conversación.
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Unos momentos después, Dorian accedió a las cámaras de seguridad, enfocándose en la del cuarto del menor, que ya estaba dormido con Baxter en un extremo de la cama. El rubio sonrió al ver la escena, sintiéndose culpable por lo que estaba a punto de hacer. Con una mano rozó su pantalón, notando cómo su cuerpo respondía lentamente. Esto le incomodó. No podía entender por qué un adolescente dormido de 17 años lo excitaba más que una mujer de su tipo. ¿Qué le estaba sucediendo?
Suspiró al liberar su miembro de los pantalones. Lo sujetó con una mano y comenzó a masturbarse mientras observaba a Aidan profundamente dormido en la pantalla. Deseó estar bajo esas sábanas, entre esas piernas largas y bien formadas, deseó tanto morderlas y besarlas, deseó que ese adolescente de 17 años fuera completamente suyo.
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My Inspiration
RomanceAidan, un joven de apenas 17 años, se encontraba decidido a dejar atrás su pasado y comenzar una nueva etapa en su vida. Con el firme propósito de pasar página y olvidar las sombras que lo habían perseguido, tomó la valiente decisión de mudarse de s...