Capitulo 5

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La atmósfera en la sala de cine era de pura expectación, casi tangible. Los murmullos se hicieron presentes cuando las luces se atenuaron una vez más y la pantalla gigante cobró vida con una nueva secuencia. Los recién llegados, Robert, Daenerys, Oberyn, y Tywin, aún estaban procesando lo que acababan de presenciar sobre los orígenes mágicos de los Stark, cuando la escena cambió abruptamente.

Se veía a Arya Stark en un bosque invernal, sola. Las copas de los árboles cubiertas de nieve la rodeaban, y el viento helado rugía entre las ramas. La joven Stark, con la misma determinación fría que siempre había mostrado, estaba de pie, mirando fijamente hacia la distancia. Sin previo aviso, comenzó a cambiar. Su cuerpo se estiró, su figura se distorsionó y se convirtió en algo más. Los rostros en la sala se llenaron de incredulidad cuando Arya se transformó en un lobo gris de ojos afilados, salvaje y feroz.

"¡Dioses, esto no puede ser!" exclamó Robert Baratheon desde su asiento, casi incapaz de contener su asombro.

Daenerys miraba con los ojos muy abiertos, claramente sorprendida, pero con un interés creciente. Incluso Tywin, normalmente imperturbable, frunció el ceño, su mente probablemente analizando todas las implicaciones de lo que acababan de ver.

Mientras Arya avanzaba en su nueva forma de lobo, la pantalla la mostraba corriendo a toda velocidad hacia el Norte, dejando atrás Invernalia y todo el mundo conocido. Pasó más allá del Muro, más allá de cualquier territorio que los humanos hubieran explorado alguna vez. Su carrera continuaba, imparable, hasta que llegó a un claro helado, un espacio abierto donde el viento cortante era lo único que se escuchaba.

Allí, entre la nieve, emergió una figura imponente. Un lobo gigante, blanco como la nieve misma, de tamaño descomunal, aguardaba en silencio. No era difícil saber quién era. Aun antes de que el público pudiera procesarlo, se dio cuenta de que el lobo no era otro que Jon Snow, o más bien, su forma animal. La sala, en shock, permaneció completamente silenciosa.

Oberyn rompió el silencio. "Jon... es un lobo", murmuró, mientras cruzaba los brazos, pensativo. "De todas las cosas, esta sí que no la esperaba."

Los espectadores en la sala seguían observando atónitos cuando Arya y Jon, ambos en sus formas lupinas, se acercaron el uno al otro. El encuentro fue extraño, pues la familiaridad entre ellos era evidente. Sus movimientos no eran los de dos hermanos, sino los de una pareja que compartía una conexión más profunda. Se frotaban el hocico, caminaban juntos, sincronizados, como si estuvieran unidos por un lazo invisible.

Las miradas en la sala se tornaron confusas, incómodas incluso. Tyrion, siempre el más perspicaz, levantó una ceja. "Parecen... muy unidos", comentó con sarcasmo en su voz, tratando de entender la naturaleza de su relación.

Pero antes de que nadie pudiera hacer más comentarios, la pantalla mostró a Jon y Arya emprendiendo un largo viaje por la vasta tundra helada. Caminaban lado a lado, sus huellas siendo barridas rápidamente por el viento, adentrándose en un terreno que nadie en la sala había visto antes. El paisaje invernal se extendía más allá de cualquier mapa conocido, hasta que, finalmente, en el horizonte, una montaña titánica apareció, imponente y majestuosa. El pico era tan alto que parecía tocar el cielo, y su silueta destacaba contra la oscuridad eterna de la nieve y el hielo.

"Eso... no puede ser", murmuró Tyrion, con la mirada fija en la pantalla. "Esa montaña... ¡Es la montaña de los Stark!" Exclamó en un tono de revelación. "He visto ese símbolo en los viejos relatos."

La sala entera guardaba silencio mientras todos procesaban lo que acababan de oír. Los Stark, de alguna manera, tenían una conexión profunda con ese lugar en los confines del mundo.

La cámara siguió a Jon y Arya mientras avanzaban hacia la base de la montaña, hasta que llegaron a una pared de hielo, enorme y aparentemente infranqueable. Sin embargo, sin vacilar, ambos lobos se acercaron, y al unísono, colocaron sus patas en la superficie helada. Unas palabras salieron de sus bocas, apenas audibles, pero lo suficientemente claras para que todos las escucharan: "Hemos vuelto."

Con esas simples palabras, algo increíble ocurrió. La pared de hielo comenzó a derretirse, como si obedeciera a una voluntad superior. El hielo se evaporó ante sus ojos, abriendo un paso estrecho que permitía a Jon y Arya avanzar más allá.

El asombro en la sala era palpable. Daenerys observaba, intrigada, mientras Tywin entrecerraba los ojos, como si tratara de encontrar alguna explicación lógica a lo que estaba viendo. Sansa, por su parte, estaba completamente perdida, sin saber cómo reaccionar a esta revelación tras otra.

"Esto es imposible. ¿Cómo... cómo pueden estar conectados con ese lugar?", murmuró Jaime, observando con incredulidad.

Jon y Arya continuaron avanzando por el pasaje recién abierto hasta que la cámara reveló lo que había más allá. Dentro de la montaña, no había oscuridad ni hielo. En su lugar, lo que se veía era un vasto bosque, un bosque tan grande como un reino entero, lleno de árboles altos y frondosos que se extendían hacia el horizonte. Era un lugar de una belleza inquietante, casi irreal, donde la naturaleza parecía desbordar con una vida mágica.

Las reacciones en la sala eran variadas. Algunos, como Tyrion y Daenerys, parecían fascinados por lo que estaban viendo, mientras que otros, como Robert, estaban simplemente atónitos, sin palabras.

La cámara siguió a Jon y Arya mientras avanzaban por el bosque, pasando por criaturas mágicas que caminaban libremente entre los árboles. Animales que nadie había visto jamás: seres con alas brillantes, criaturas con cuernos dorados, y formas que cambiaban de color al moverse. Todo el lugar emanaba un aura de magia antigua y poderosa.

Finalmente, llegaron a un castillo. Un castillo blanco, reluciente, que se alzaba en medio del bosque como una fortaleza de otro mundo. Era un castillo majestuoso, con torres altísimas y murallas de piedra pura. Jon y Arya se detuvieron frente a las puertas principales, y ambos aullaron al unísono, un aullido largo y resonante que llenó el aire.

El efecto fue inmediato. Las criaturas mágicas que deambulaban por el bosque se detuvieron en seco y, una por una, comenzaron a inclinarse ante los dos lobos. La reverencia era evidente, como si Jon y Arya fueran reyes regresando a su hogar tras una larga ausencia.

"Esto es... esto es imposible", dijo Sansa en voz baja, mientras sus ojos no podían apartarse de la pantalla.

"¿Qué significa todo esto?", preguntó Robert, claramente desconcertado. "¿Stark, magia, lobos gigantes? Esto no es la historia que conocíamos."

Ned Stark, con el rostro grave y pálido, no dijo nada. Él también estaba profundamente conmocionado por todo lo que acababan de ver. Todo lo que alguna vez había creído sobre su linaje, sobre su familia, parecía haberse desmoronado ante sus propios ojos.

"Estamos viendo algo mucho más antiguo que nuestras guerras y casas", comentó Oberyn con seriedad, mientras observaba la pantalla. "Esto es magia verdadera. Magia de la que no teníamos idea."

La pantalla mostró entonces a Jon y Arya, en sus formas lupinas, caminando hacia el trono dentro del castillo, sus figuras proyectando sombras largas y majestuosas.

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