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CAPÍTULO CINCO[SANGRE]

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CAPÍTULO CINCO
[SANGRE]

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Los ojos de Faye se abrían con dificultad. Sentía la pesadez en su sistema y el olor a medicamentos la inundó.

¿Cómo había llegado al hospital?

Lo último que recordaba era haber estado en casa y tomar aquellos medicamentos que el médico le recetó tras el accidente de sus padres, estaba en la tina de casa con todos aquellos pensamientos en su cabeza.

Sus ojos se abrieron al ver a Charlie sentado con la pequeña Luna en brazos.

El hombre Swan al ver a su ahijada despertar se levantó de la silla.

— Tranquila — susurró. — No hagas algún movimiento brusco o vas a lastimarte.

Faye intentó quitarse la intravenosa que estaba colocada en su mano, pero sentía como todo en su cuerpo pesaba.

— ¿En que estabas pensando? — regaño Charlie a la chica antes de que pudiera decir algo. — ¿Por qué lo hiciste?

Faye notó las vendas en sus muñecas.

Tomó una decisión bastante impulsiva, el dolor y la culpa la inundó dejando de lado pensar en la pequeña niña que dormía en la habitación al lado del suyo.

— Lo... — su voz sonaba ronca. — Lo lamentó.

Los ojos de Charlie se inundaron de lágrimas que querían ser derramadas, aquella niña que vio como una segunda hija estaba en una cama de hospital luchando por su vida.

Sentía que había fallado a sus amigos al prometer cuidar de sus dos hijas.

— También los perdí esa noche, Faye — habló Charlie tragando el nudo en su garganta. —  Pero si cometes una locura antes de que logres honrar su memoria es fallarles, sientes dolor, tristeza y una desesperación, pero está no es la solución.

Faye sentía las lágrimas caer de sus ojos.

— Tengo que avisar al doctor — informó Swan. — Te advierto que dieron dos soluciones. Terapia o clínica, es tu decisión.

— Charlie...

La voz de falle salió entrecortada, el hombre se giró a verla. No hubo necesidad de plantas, ambos se dijeron todo con la mirada.



































Faye jugó con la manga de chamarra tras haberle contado al médico lo sucedido en hace unos meses antes de que se mudara.

— ¿Cómo te has sentido? — cuestionó la psicóloga enfrente de la adolescente apuntando su experiencia en la libreta.

— He mejorado — se sinceró Faye. — Se que hay días buenos y días malos, días en los que he querido recaer, pero sé que tengo a Charlie y a Luna.

Una media sonrisa apareció en el rostro de la joven Goodwin.

La psicóloga realizó algunas anotaciones en su cuaderno.

— ¿Con la medicación te has sentido bien? — volvió a preguntar la doctora.

Faye suspiró.

— Hay días en los que me siento demasiado cansada.

— Bueno, bajaremos la dosis un poco, te haré una nueva receta. Deberás volver a escribir en tu diario y nos vemos la próxima semana.

La doctora se levantó para ir en búsqueda de la nueva receta de la paciente.

Faye tomó su pequeño bolso que llevaba para poder salir del lugar.

Agradeció por la receta antes de salir del lugar. Sin duda el área de psicología del hospital de Forks seguía siendo bastante peculiar para ella.

Miro su teléfono, tenía una fotografía de Luna y Charlie esperándola en el estacionamiento como prometió el hombre.

La distracción de la chica fue demasiada, estaba contestando un mensaje de su tío Charlie al sentir que se golpeaba con una persona.

Edward.

— Creo que deberíamos dejar de encontrarnos en los hospitales de esta forma — bromeó Edward al sentir el cuerpo de Faye.

Los ojos del cobrizo notaron la receta médica que estaba entre las manos de Goodwin.

Ella también se dio cuenta de la mirada del chico hacia la receta.

— Es para Charlie — mintió rápidamente. — Me pidió que viniera por unos medicamentos suyos, ya sabes está muy ocupado en la comisaría.

Edward asintió.

— Lo mismo pasa con mi madre — intento seguirle la corriente. — Ella a veces no puede venir al médico por la florería y Carlisle es quien le ayuda con los medicamentos.

— Es bueno tener un doctor en la familia al parecer.

— Tiene sus ventajas — sonrió Edward. — ¿Ya te ibas?

Faye recordó a su tío y a su hermana esperándola en el auto.

— Si — se disculpó. — Es hora de irme, es casi la hora de la cena y todavía falta preparar. Nos vemos mañana.

— Nos vemos mañana.

Faye se colocó un poco de puntillas para dejar un beso en la mejilla de Edward, un impulso que salió de ella de manera natural.

Camino por el pasillo hasta salir del hospital sin dar una mirada detrás suyo.

Edward veía como Faye se perdía entre los pasillos blancos hasta llegar al estacionamiento. La chica tenía algo peculiar en su mirada y tampoco es como que fueran los mejores amigos, sin embargo se sintió un poco dolido al saber que ella le mintió.

Faye sonrió al subir en el automóvil de su tío Charlie. Luna acaba de despertarse y Charlie estaba jugando con ella.

— Alguien parece que huele a su hermana mayor cada que se acerca — murmuro Charlie entregándole a la bebé a Faye.

Faye tomó con cuidado a Luna y después el oso de peluche que traía.

Charlie puso en marcha el auto.

— Está muy apegada a mi — confeso Goodwin. — Es algo que me preocupa todos los días ¿seguro que no te da mucha lata?

Charlie chasqueó su lengua, era la misma conversación todos los días.

— Otra vez diré que no — hablo Swan. — Creo que se está acostumbrando a su tío Charlie.

Faye sonrió, Charlie tenía razón. Luna se estaba acostumbrando a su tío, era la persona que veía en los últimos meses a diario, y aún cuando la bebé despertaba en ocasiones buscando a su padre, Faye volvía a explicarle que ellos ya no estaban a su lado, pero que sin importar las circunstancias sus padres las adoraban.

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⏰ Última actualización: Sep 29 ⏰

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ANOTHER HEARTBREAK; Edward Cullen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora