CAPÍTULO XVI

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Era posible que el teléfono de Julián estuviera apagado, pero desafortunadamente, su papá todavía podía mandarle correos electrónicos y Julián aparentemente era lo suficientemente masoquista como para leerlos.

Nunca me había sentido tan avergonzado de tener un hijo como ahora.

Atende el celular, Julián.

No me obligues a ir hasta Kadar y traerte a casa como un pendejo maleducado.

Y el favorito por goleada de Julián:

Tu hermano debe haber estado revolcándose en su tumba. Me alegro de que no esté vivo para ver esto. Nunca habría dejado que un kadariano lo convirtiera en su puta.

Julián todavía temblaba de ira cuando arrojó su tablet al sofá. Apretando su mano en un puño, caminó hacia la puerta principal. Aire. Necesitaba un poco de aire fresco para aclarar su mente y calmarse.

Que se vaya bien a la mierda. Directo a la concha de su madre.

Pero no se equivoca, ¿o sí? Dijo una voz sarcástica en el fondo de su mente. Te portas solo un poco mejor que una puta cuando estás cerca de Enzo.

No, no lo hace.

¿No te arrodillaste y le chupaste la pija en un puto armario? ¿Mientras tu cuñado estaba afuera de ese armario? Estabas chocho atragantándote. Con el pija de otro alfa.

Con el rostro en llamas, Julián salió furioso de la casa.

Tu papá tiene razón. Por eso tan enojado estás. Estás ignorando a tu rey, porque tienes miedo de hablar con él y enfrentar en lo que te convertiste. Esa es la verdad.

—Cállate —murmuró Julián.

—¿Hablas solo ahora?

Julián frunció el ceño y caminó más rápido.

—No estoy de humor ahora, Cristian. No me jodas.

—Ya me dí cuenta —dijo Cristian, dando un paso a su lado.

A Julián le molestaba la facilidad con la que lo seguía. Podría haber estado en la mejor forma física, pero los alfas de Xeus tenían ventajas con las que nacieron y que hacían imposible que Julián lo perdiera a menos que Cristian se rindiera.

— ¿Dejaste el agua en la pava? —dijo Cristian, su voz llena de diversión.

Julián suspiró.

—¿Qué pasa, Cuti?

—Te traigo una ofrenda de paz —dijo su primo—. Así finalmente dejas de quejarte por lo que dije la otra vez.

—No me estoy quejando.

—Sí, sí, como vos digas. Toma.

Cuando Julián finalmente lo miró, encontró una botella de su licor favorito en la mano de Cristian. Su primo lo miró con picardía.

—¿Estamos bien? ¿Vos tenés alguna idea de lo difícil que fue encontrar tu veneno favorito en este país de mierda?

Resoplando, Julián aceptó la botella. La abrió y se la llevó a los labios, tomando un trago largo y codicioso. No bebía a menudo, pero lo necesitaba ahora.

Algo de la tensión desapareció de sus hombros cuando el alcohol tocó su sistema.

—Gracias, Cuti —dijo.

ANTINATURAL. [enzo x julián]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora