Capítulo 3: Kazdan Paratus.

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Sabine estaba acostada en su camarote, sin lograr conciliar el sueño. Su mirada estaba fija en el techo de la litera, mientras su mente vagaba como una nave surcando el hiperespacio, saltando de un pensamiento a otro, hasta aterrizar en un planeta particular: Mørk.

¿Podía decir que extrañaba ese lugar? No realmente. La tranquilidad, quizá, en pequeños momentos, cuando las discusiones entre Ezra y Zeb se volvía ensordecedor. Pero en la quietud de su habitación, en medio de la oscuridad que la envolvía, no podía evitar que su mente se aferrara al último recuerdo vivido de ese planeta, antes de partir.

Aquella chica misteriosa con la que había compartido esa última noche no dejaba de ocupar su mente. Esa mujer de presencia imponente, poseedora de una belleza que la hacía destacar entre la multitud de aquel planeta olvidado. Las caricias que intercambiaron, los besos hambrientos, el roce de sus cuerpos y los orgasmos que la sacudieron como nunca antes nadie lo había logrado. Eran recuerdos y sensaciones que volvían a Sabine como ráfagas, tan vívidas que su cuerpo se estremecía de tan solo pensarlo.

Había compartido momentos fugaces con otras personas en el pasado, pero ninguno la había marcado lo suficiente como para hacerla desvelarse.

También había algo más allá del deseo carnal. Algo que la mantenía anclada a ese recuerdo con una intensidad que la asustaba. Tal vez porque, en cierto modo, esa desconocida, indirectamente, le había dado ese empujón que necesitaba para salir de su encierro autoimpuesto, y a aceptar el sable de Ezra. O quizás, porque sus palabras directas, y algo toscas, la habían enfrentado a una verdad que no había querido ver: estaba desperdiciando su tiempo escondiéndose en Mørk, por miedo al fracaso.

Suspiró profundamente, mientras su mano subía lentamente por su propio cuerpo, hasta rozar la marca que aquella chica le había dejado con una mordida. Sonrió ante el recuerdo, sintiendo como su corazón se aceleraba.

Sabine aún tenía esperanza de volver a verla. Algo dentro de ella le decía que ese no sería su único encuentro. Que el destino les tenía preparado otro cruce de caminos. Esa expectativa le arrancó una última sonrisa antes de que sus ojos, finalmente, se cerraran.

Con la imagen de aquella chica grabada a la perfección en su mente, Sabine dejó que el sueño la envolviera.

Shin se levantó de golpe, respirando agitada, mientras una fina capa de sudor brillaba en su piel. El despertar con la sensación de asfixia era algo a lo que ya se había acostumbrado. Las pesadillas recurrentes, los recuerdos oscuros de un pasado cada vez más borroso, y la constante tensión que mantenía a su cuerpo en estado de alerta la habían acompañado durante tanto tiempo que, de alguna manera, se había vuelto familiar.

Pero esta vez, no eran los fantasmas de su pasado los que le habían arrancado el sueño. Ahora, cada vez que cerraba los ojos, su mente se inundaba con la imagen de aquella chica de colores vibrantes. El recuerdo de esa noche se filtraba por cada rincón de su consciencia, deslizándose entre sus pensamientos sin permiso y negándose a desaparecer.

Shin apretó los dientes, tratando de sacudir esa imagen de su cabeza, pero fue inútil. Esa había sido la primera vez, desde que Vader la reclutó, que se escapaba de la nave, rompiendo estrictamente las reglas que su maestro había impuesto. En ese momento, ni siquiera sabía qué era lo que buscaba en realidad. Solo había sentido un impulso, una necesidad de huir, de sentir algo diferente. Y lo último que se había imaginado, fue que pasara lo que había sucedido: entrar a un bar, probar alcohol por primera vez y bailar con una chica tan atractiva que parecía iluminar todo el lugar a su paso.

No era solo el sexo lo que le venía a la mente, aunque el recuerdo aún le avivaba una chispa ardiente en su interior. Había algo más, algo más profundo que la inquietaba. Shin no dejaba de pensar en los leves intercambio de palabras que habían compartido, en cómo había terminado en Mørk, en qué era lo que la había golpeado tan fuerte como para querer esconder sus penas y, aun así, seguir conservando ese aura vivaz.

Star Wars: Darth Vader's ApprendiceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora