Capítulo 4: Shaak Ti.

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En la blanquecina sala de entrenamiento del Sombra Furtiva, Shin y Galen se encontraban meditando en una quietud tan profunda que sus respiraciones, lentas y acompasadas, parecían convertirse en una. Cada fibra de su ser se entregaba a un estado completo de serenidad, inmerso en el poder de la oscuridad. Sin embargo, de repente, la familiar y temible respiración mecánica de Darth Vader resonó en el espacio, sacándolos bruscamente de su trance. Ambos abrieron los ojos de inmediato, sintiendo un repentino cohibimiento y nerviosismo ante la presencia inesperada de su maestro.

Con respeto absoluto, se arrodillaron ante la imponente figura de Vader, que se proyectaba a través del cuerpo de Proxy. Shin fue la primera en hablar:

—Maestro, Kazdan Paratus ha muerto —dijo, con voz solemne y respetuosa.

—Entonces solo queda una prueba —la voz de Vader resonó profunda, apenas con un atisbo de aprobación.

—Estamos listos —afirmó Galen sin titubeos.

Vader, sin embargo, no ocultó su desdén. Alzó su mano, señalándolos con un gesto de reprimenda.

—Derrotaron a un anciano marginado —su tono glacial les dejó claro que esa victoria no era suficiente—. Ahora se enfrentarán a una auténtica Maestra Jedi.

Shin apretó sus puños ante la crítica de Vader, cansada de que, antes o después de una pelea, siempre menospreciara sus habilidades. Podrían acabar con todos los jedi exiliados y aun así esa victoria no sería suficiente. Nada nunca lo era para él.

A pesar de su frustración, siguió con su cabeza agachada, solo para que su maestro no notara su expresión inconforme.

—¿A quién? —preguntó Galen.

—A Shaak Ti —contestó Vader, elevando su voz con una intensidad que hizo eco en toda la sala—. Una de los últimos miembros del Consejo Jedi. Necesitarán todo el poder del lado oscuro para vencerla.

—Sí, maestro —respondieron ambos sith, con firmeza.

La transmisión terminó con un siseo estático y la imagen de Vader se desvaneció. Proxy se desplomó, agotado tras soportar el abrumador consumo de energía que le suponía hacer ese tipo de trasmisiones con Vader. Shin y Galen lo sostuvieron antes de que el droide cayera al piso.

—¿Todo bien, Proxy? —se interesó Shin.

—Sí, ama —el droide se recompuso—, solo necesito recargarme.

Los sith asintieron, viendo a Proxy alejarse.

—Vader ya me envió la ubicación de la jedi —informó Galen—. Iremos a Felucia.

—Genial —Shin habló sin mucho entusiasmo, mientras estiraba sus brazos—. Avisémosle a Juno.

.


Shin y Galen saltaron desde la rampa de la nave, que sobrevolaba el terreno selvático del planeta.

Estoy localizando su posición. Delante de ustedes hay una torre fungosa hueca. Tendrán que abrirse paso.

—Entendido —pronunció Galen.

Felucia era un planeta de clima extravagante. Su vegetación era tan densa y colorida que daba la sensación de estar caminando por un mundo submarino donde cada planta, hongo y criatura pulsaba con vida propia. Los colores fosforescentes dominaban el ambiente, con hongos gigantes y plantas luminosas que se elevaban como torres, enredaderas colgantes, y estructuras vegetales que parecían reaccionar ante cada paso que daban.

Ante su clima cálido y húmedo, ambos sith habían optado por despojarse de sus túnicas, portando un traje más ligero y fresco que les permitían moverse con facilidad. La atmósfera estaba cargada de niebla y esporas que flotaban en el aire, mientras la luz del sol apenas se filtraba a través de la espesa vegetación, creando un efecto de luces y sombras que danzaban a su alrededor.

Star Wars: Darth Vader's ApprendiceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora