7. i'm late

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📍Madrid, España
🗓 16 enero de 2024

Al día siguiente, abrí los ojos con una extraña sensación de haber dormido de más, aunque no recordaba haber escuchado la alarma. Una ligera preocupación comenzó a formarse en mi mente mientras estiraba el brazo hacia la mesita de noche para agarrar mi móvil. Al encender la pantalla, vi la hora: 7:15. Mi corazón se aceleró al darme cuenta de que había dormido casi medio hora más de lo que debía.

Salté de la cama, despertando a Alejandro en el proceso.

-¿Qué pasa?-preguntó adormilado, frotándose los ojos.

-Me he quedado dormida.- dije en mitad de un ataque de nervios.

Odiaba llegar tarde y más cuando le había prometido a Carlos que era una persona puntual y responsable. Nunca me quedo dormida y me tiene que pasar justo hoy, siempre escucho la alarma porque soy de sueño ligero y me despierto con cualquier ruido, no me hace falta más de una alarma. Dios, ¿cómo me ha podido pasar?

Me vestí tan rápidamente que casi me caigo en el proceso. Mientras me vestía, una ola de ansiedad me golpeó. No es momento, no lo es. Tengo que tranquilizarme.

Fui corriendo a lavarme los dientes. Mi mente iba a 100 por hora.

-¿Estás bien?- escuché a Alejandro preguntar desde la puerta.

-Llego tarde, sabes que odio llegar tarde.- mi voz salió un poco más tensa de lo que pretendía.

-¿Quieres que te lleve?- ofreció, pero ya sabía que no iba a aceptar.

Odiaba llegar tarde, pero no tanto como para subirme a un coche. Además que tendría que esperar a que Alejandro se vistiera y me pondría más nerviosa, así que no.

-No, está bien. Iré en metro, pero gracias.- Respondí mientras salía del baño, asegurándome de que todo lo que necesitaba estuviera en mi bolso.

Me puse las zapatillas apresuradamente y me dirigí a la puerta. Ya pensaría en el desayuno después, mi prioridad ahora era llegar a tiempo a la reunión.

-¿Segura?

-Sí. Luego hablamos.- dije y me acerqué para despedirme con un rápido beso, para salir disparada de su casa, sin dejar que dijera nada más.

Bajé las escaleras corriendo, sin importarme si podía caerme, y salí del portal hacia la estación de metro más cercana, corriendo por la acera como si mi vida dependiera de ello. Las escaleras que llevaban al andén me parecieron interminables, y cuando finalmente llegué, el tren ya estaba allí, con las puertas a punto de cerrarse.

Afortunadamente, logré entrar justo a tiempo. El metro estaba casi vacío por lo que pude sentarme, tratando de regular mi respiración mientras mi mente seguía enredada en pensamientos de todo lo que podría salir mal si no llegaba a tiempo. Observé la hora en mi móvil, contando los minutos y calculando el tiempo restante. Con un poco de suerte, llegaría justo a tiempo, aunque mi estómago seguía retorciéndose por los nervios.

Solo tenía que hacer un transbordo y estaría en unos 30 minutos, la reunión es a las 8 y son las 7:32. Podía llegar. Intenté relajarme, repitiéndome que, si todo iba bien, llegaría justo a tiempo.

Aproveché para adecentarme un poco, me peine, me eché un poco de colonia asegurandome que no molestaba a nadie, pero solo estaba yo en el vagón y me maquille un poquito con lo que tenía en el bolso, que solo era un corrector, una máscara de pestañas y un gloss. Lo esencial.

Aproveché el momento de tranquilidad también para ver qué había pasado en mi alarma. Tenía que estar puesta, era mi alarma de siempre, nunca la quitaba porque me levantaba a esa hora para preparar todo lo de los niños para ir a clase o en el peor de los casos cuando me tocaba trabajar en el bar. Me gusta prepararme con tiempo y con los niños despiertos y revoloteando por ahí se hacía difícil.

Gold rush | Carlos Sainz (EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora