Tú y yo JAMÁS |Boys Love

Parte 2

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Tras un largo viaje de varias horas, era natural llegar a casa de mis padres a dormir una vez confirmé que mi madre estaba perfectamente bien, aunque a la mañana siguiente averigüé que aquel grave accidente que mi padre mencionaba, en realidad sólo era una pequeña quemadura de aceite, uno que le saltó a la mano cuando estaba friendo tocino.

Era tan exagerada la preocupación que mi padre mostró al llamarme que sin duda me hace creer que la actuación en esta familia es algo que llevamos en la sangre, ya que mi madre, tratando de buscar mi perdón por haberme hecho venir bajo mentiras, me propuso visitar una zona donde orgullosamente me contaba que había ovejas bebés.

—¡Son tan tiernas!— decía para convencerme.

Yo no sabía que ellos tenían ovejas, así que como quería ver qué había de nuevo en sus parcelas decidí acompañarla. Fuimos caminando, lo que nos permitía hablar un poco, sintiéndome feliz de verla tan tranquila y disfrutando de su vida.

Antiguamente, cuando yo era un adolescente de doce años podía ver como mis padres trabajaban bajo mucho estrés. Siempre podía ver sus rostros cansados cuando llegaban del trabajo, incluso en sus días de descanso era habitual verlos agobiados por las llamadas de algunos supervisores que necesitaban que alguien cubriera algún turno en la planta de alimento en la que trabajaban.

El hecho de convertirme en actor no estaba en mis planes, yo en realidad pensaba en algo más formal y tradicional, creyendo que quizás medicina o derecho sería una buena opción, ya que deseaba darle la vida que mis padres merecían, sin embargo, cuando tenía 18 leí que necesitaban unos extras para una película.

Yo ganaría un par de dólares, el papel que buscaba era algo sin importancia, prácticamente sólo tenía que correr detrás del actor principal, no obstante, el día de la audición me dijeron que recreara unas líneas y por lo visto lo hice bien, ya que me convertí en un personaje extra con mayor importancia del que buscaba.

Tras esa grabación me recomendaron para un corto, luego para un personaje secundario y pronto me convertí en el actor que soy hoy en día, perfeccionando muchísimo mis habilidades y economía, lo que me permitió comprarle una casa a mis padres.

Ellos aseguran ser muy felices con la actual vida que llevan, incluso no les importa trabajar con sus tierras o animales, ya que disfrutan con creces esta vida, algo que se evidencia en sus rostros llenos de vida.

Es increíble que se vean incluso más jóvenes que hace veinte años, quizás sea porque ahora sus ojos son brillantes y entusiastas, mientras que antiguamente siempre tenían una mirada apagada con ojeras oscuras que los hacían ver demacrados y enfermos.

—Mamá, ¿no te cansa esto? —pregunté— podrías tener trabajadores que te ayuden, incluso sirvientes si lo prefieres.

—Oh no, eso sería horroroso— me decía arrugando un poco la nariz— si tenemos a gente que nos ayuda con las cosechas, pero el tener sirvientes sería una exageración, tu padre y yo disfrutamos limpiando, actualmente eso es lo que nos mantiene en forma— dijo con una gran sonrisa, llevándose las manos a la cintura mientras caminaba como una modelo, haciéndome reír.

—Vi que el pueblo creció un poco— murmuré.

—Sí, ahora creo que somos unos doscientos o trescientos— comentó indecisa— lo único que no me gusta es que aquí no puedo ver a mi hijo en la pantalla grande. El otro día fuimos a Dallas y nos hizo sentir muy orgullosos cuando te vimos en un enorme anuncio publicitario— dijo con orgullo, dándome leves codazos— aunque las jovencitas decían que llevabas demasiada ropa.