Parte 3

318 45 48
                                    

Me molestaba el hecho de que no me tardara tanto en llegar después de haber aceptado su ayuda, viendo como los focos de la calle se encendían misteriosamente cuando estábamos cerca de casa. Casi podría jurar que mis padres me estaban mirando desde el balcón de casa con unos binoculares, sabiendo que debían encender todo para que no pareciera sospechoso.

Él y yo sabíamos que esto había sido algo orquestado por mis padres, aunque prefirió fingir ignorancia, sonriendo amistosamente al verlos, mientras que yo les dedicaba una fulminante mirada por toda la situación que me hicieron pasar únicamente por su idea de encontrarme pareja.

—Debes estar cansado, ven, tu cena está lista— decía mi madre— Joven Ivanov, ¿ya cenó?

—No, pero me iré ahora, así que...

—Quédese a cenar— propuso mi padre— tómelo como agradecimiento por traer a nuestro hijo.

El susodicho sonrió, dedicándome una mirada que trató de ser un acto burlista, pero como no lo miré de regreso no tuvo el mismo efecto, aunque sí lo hizo extender su sonrisa, aceptando la invitación de mi padre.

Yo ingresé de mala gana, guardando silencio mientras mis padres hablaban amistosamente con él, trayendo enseguida un nuevo plato para él y a juzgar por lo rápido que trajo todo mi madre, todo estaba perfectamente preparado.

Sólo había dos puestos en la mesa, ellos avisaron que habían cenado, lo que evidentemente me hacía comprender sus próximos movimientos, pero esta vez yo estaba convencido de que no les funcionarían los mismos trucos, ya que comencé a comer con un poco de prisa, negándome a darles chance de irse a dormir, fingiendo que están cansados.

—¿Neizan mencionó que se quedará un tiempo? —preguntó mi padre.

—No— respondió él con una sonrisa— su hijo no habla mucho.

—Es un poco tímido— repitió mi madre.

—O simplemente no tenemos nada de que hablar— me entrometí.

—Siempre hay algo de que hablar— aseguraba mi padre.

—No lo tome en cuenta, se pone grosero cuando está cansado— dijo mi madre, mientras yo rodeaba los ojos— es de ciudad.

—Lo supuse, los de ciudad son como él— mencionó.

—¿Cómo yo? —repetí.

—Un poco engreídos, orgullosos, tercos y se creen superiores— decía con una sonrisa amigable, insultándome, pero queriendo parecer amistoso.

—Neizan no es así, sólo necesitan conocerse mejor— mencionó mi madre.

—No, soy exactamente así— dije queriendo que pensara que yo era la peor escoria posible— un engreído, presuntuoso, arrogante y hasta narcisista.

—El primer paso es asumirlo— mencionó viéndome directamente a los ojos— el siguiente es corregirlo. Te puedo ayudar si quieres.

—No gracias.

—No harás amigos aquí si no lo corriges.

—No importa, tengo buenos amigos en la ciudad— le aseguré.

—¿A qué se dedican? —preguntó apoyando sus codos en la mesa, cruzando sus dedos para formar una "superficie" con sus manos, esto mientras sin darnos cuenta mis padres se levantaban lentamente para dejarnos a solas.

—Uno es dueño de una empresa— mencioné— muy conocida, de hecho.

—Eso es muy interesante, aunque fácil de romper. Las amistades creadas bajo interés económico tienden a romperse con facilidad.

Tú y yo JAMÁS |Boys LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora