Parte 7

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La habitación se puso oscura luego de que él apagara el televisor en medio de apasionados besos llenos de lujuria, unos que nos dábamos por igual, pues mi boca dominaba la suya después de que él dominara la mía.

Podía sentir su calor, ambos estábamos bajo las cobijas, tocándonos en un principio con calma y casi podría decir que con autocontrol, pero al deslizar nuestras caricias bajo la ropa esto se volvió un poco más intenso.

Él me quitó el pantalón con cierta urgencia, quizás con la misma urgencia en la que yo le quité la camisa, lanzándola a cualquier punto de la cama antes de enredar mis brazos alrededor de su cuello, sintiendo cierta "embestida" que sacudió mi cuerpo al tenerlo acomodado entre mis piernas, tomándose el atrevimiento de rodearse con ellas.

Mi piel bajo aquella prenda que me quitó estaba desnuda. No llevaba nada más que aquella camiseta, lo que le facilitaba el deslizar sus manos a través de mis muslos, tocándome con calma, sin sobrepasar demasiado las caricias, sino que simplemente deslizaba su mano a través de mis muslos, besándome con habilidad y destreza, permitiéndome sentir una oleada de calor cuando abrimos nuestros ojos en medio del beso.

Sus ojos en un momento así lucían como los de un lobo hambriento, casi podría jurar que brillaban a través de aquella oscuridad. Si bien estaba oscuro, no era una oscuridad absoluta, sino que podíamos vernos y comprobar que efectivamente queríamos lo mismo.

Quiero culpar a mi personalidad caliente que me hace desear este tipo de cosas aun cuando no me siento completamente seguro de si es buena idea. Como llevo mucho tiempo sin sentir el calor de un cuerpo ajeno rozándose con el mío, mi piel se ponía caliente con facilidad, sobre todo si con leves roces de nuestras entrepiernas pasábamos a la siguiente parte.

—Quítatelo... quítatelo...—pedí con un poco de urgencia, bajando su pantalón de pijama, sintiendo como pronto su piel se rozaba contra la mía, creando una leve fricción entre nosotros.

Pude sentir el peso de su virilidad contra el mío, sabía que era grande, aunque al mirar hacia abajo y sostenerlo junto al mío podría jurar que eran del mismo tamaño, la única diferencia era el grosor.

El suyo se veía más hinchado, lo que me hacía sentir un poco de miedo al saber que sería desastroso llegar hasta ese punto, principalmente porque seguramente no podré caminar durante una semana si él llegase a convencerme de meterlo.

—Pro... prométeme que no lo pondrás dentro...—pedí sosteniendo sus mejillas para que me viera a los ojos.

—Lo prometo...—respondió, rozando nuestras entrepiernas a medida que nos volvíamos a besar.

Me aliviaba saber que no lo haría, de cierta manera eso me ayudaba a sentir mayor confianza, separando un poco más mis piernas para que el roce de ambas erecciones fuese mucho más fácil y complaciente, logrando sentir como sus manos a la vez que nos rozábamos, se tomaban el atrevimiento de quitarme la última prenda que me quedaba.

Ambos estábamos iguales, esto nos daba la facilidad suficiente como para tocar al otro. Mis manos se deslizaban a través de su espalda y hasta apreté su trasero cuando él aumentó la velocidad de nuestras fricciones, pasando sus brazos entremedio de los míos, abrazándome con un poco de fuerza.

Mis suspiros se mezclaban con los suyos, los cosquilleos de nuestras entrepiernas frotándose se sentían muy bien, sobre todo si combinábamos todo esto con apasionados besos que buscaban justamente provocarnos.

—mmmh...—gemí rodeando sus caderas con mis piernas, ruborizándome al sentir mi entrepierna mojada por los suaves roces que un poco urgido trataba de acelerar.

Cada que aumentaba sus movimientos mi piel se estremecía. Podía sentir pequeños choques eléctricos a través de mi cuerpo, unos que me hacían sacudir las caderas al ritmo de las suyas.

Tú y yo JAMÁS |Boys LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora