Prólogo.

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Cuando vives el tiempo suficiente como para crear imperios, hacerlos caer o hacerlos prosperar, se asume que a pesar de tu inmortalidad tienes una gran vida. Entretenida, buena, eternamente estable y etc.

La verdad es que la inmortalidad te ofrece muchas cosas, pero la que más sobresale es la soledad. Puedes estar rodeada de miles de civilizaciones, ver todo tipo de personas nacer, crecer, envejecer y morir y aún así te sentirás sola.

Menos mal que en sus casi mil doscientos años de vida, la mitad se la pasó aislada y casi muerta. Sin embargo, en la actualidad se siente sola y vacía como nunca antes, lo cual es irónico porque la mitad de su vida se rodeó con humanos mortales y en estos momentos ella está rodeada de todo tipo de criaturas menos las mortales.

Se sintió menos sola en su profundo sueño de casi quinientos años, que ahora que está finalmente despierta y totalmente viva.

Y ella sabe el porqué. Las demás no lo dicen, pero lo intuyen. Después de todo ella no ha sido sutil al demostrar la razón de su nostalgia y casi tristeza eterna.

Y no es un porqué, es un por quién.

Todo es por ella.

Sus suspiros, su tristeza, sus sonrisas agridulces, sus pasatiempos que nunca se agotan, sus historias, sus pinturas...

Su imperio.

Su imperio es por y para ella. Si bien, al principio solo era una cosa sin importancia, con el tiempo se volvió algo importante.

Pero ya no importaba. Ya no.

Durante sus quinientos años dormida, ella nunca soñó con nada más allá de la oscuridad, hasta que en el último siglo si lo logró. Comenzó a soñar, no con lugares, sino con alguien.

Con ella.

Su luz en medio de la oscuridad.

Con su cabello tan rubio que era un rayo de Sol, con su piel tan blanca como las nubes en el cielo despejado y sus ojos violetas azulados como un amanecer. Sonrisas gigantes, pecas diminutas que parecían constelaciones, y el olor a rosas blancas que siempre la acompañó.

Ella era etérea. Era un ángel para ella.

Hasta que en algún momento ese ángel fue desterrado del cielo y condenado al infierno que era la tierra en esos momentos por la humanidad. Y entonces, ese ángel perdió su humanidad, su mortalidad

Y ella perdió a su ángel.

Entonces, trajo al infierno a la tierra por ello.

No fue eterno, por supuesto, pero juró que se vengaría y la oscuridad la consumiría si su ángel no volvía. Durmió por casi cien años más, y cuando despertó todo era diferente.

El mundo real nunca logró compararse con su paraíso en sus sueños, pero por lo menos era entretenido.

Ahora tiene casi quince años despierta, y la mitad de esos años los dedicó a su aprendizaje y a su nostalgia, y la última mitad a su reinado y a su luto al confirmar lo que tanto temía.

Su ángel había muerto.

Sin embargo, ella aún la sentía. Por lo que se mantuvo con las esperanzas. Y en dado caso de que haya muerto, pues ella cruzaría los cielos, los mares y la tierra para traerla de nuevo. La muerte no se comparaba con el amor que sentía por su ángel.

Así que mientras no la tenía físicamente, la tendría cerca esencialmente. Por eso la dibujó de todas las maneras y tamaños posibles. Por eso tiene un jardín entero en su castillo dedicado a ella. Por eso tiene miles de tiendas de moda en honor a ella.
Por eso toda su vida actual se basa en ella.

Dark Paradise |Rosalie Hale|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora