Rosalie no sabe lo que le pasa. No sabe por qué se siente tan extraña desde el momento en que puso un pie en ese castillo. Todo lo que sabe es que está actuando raro, y que las vibras de las brujas la están sometiendo a un extraño hechizo que ella no puede eliminar.
Porque se siente emocionada. Cómo... muy, muy emocionada. Y ansiosa, e impulsiva. Y de su antiguo aquelarre, ella era la menos impulsiva, por eso mismo nunca encajó del todo bien ahí. Rosalie era racional, ya que si racionaba lo suficientemente rápido quizás evitaría muchas cosas.
Porque si ella hubiera racionalizado esa noche a finales de Abril hace tantas décadas, entonces ella no estaría aquí ahora, siendo lo que es, luciendo como está.
Sin embargo, ha pasado la mitad de la madrugada racionalizando muchas cosas, menos este impulso que la asaltó de la noche a la mañana y que la ha dejado aturdida a tal punto de que es inevitable ceder a él. Ya no puede resistirse, ella sabe que es más fácil resistirse a no beber sangre en medio de una masacre a que resistirse a esta cosa que la guía hacia los grandes jardines que caracterizan este jodido palacio.
Rosalie se siente hechizada mientras baja las escaleras y se deja llevar en piloto automático hacia el jardín más grande. Se siente sorprendidamente tranquila mientras mira lo hermoso que es, y lo grande también. Es de día, sabe que en poco tiempo saldrá el sol y que no puede arriesgarse a que la vean bajo él a pesar de que el castillo está lleno de brujas y vampiros.
Rosalie caminó rápidamente, pero aún así lo suficientemente pausado como para poder admirar lo hermoso de los jardines. Admiró primero al Chancellerie, la belleza y grandeza de ese gran Jardín de Diana de Poitiers. Era el más grande y más visitado de los otros dos. Era un terreno hermoso y muy bien cuidado, el cual incluso a las seis de la mañana estaba siendo recorrido por algunas cuantas personas.
Sin embargo, la belleza del jardín no era lo que llamaba. No, lo que la llamaba la llevó a ignorar el jardín y dirigirse hacia donde ella descubrió no mucho después que estaba el Laberinto que estaba en el Jardín de Catalina de Médicis. El laberinto era pequeño y para nada comparado con la belleza del otro jardín, pero tenía una fuente redonda en el centro que contenía agua azul cristalina, que contrastaba perfectamente bajo la luz clara de la mañana y que era totalmente contraria al agua verde del río Cher que rodeaba los bordes del lugar.
Ella entró y de inmediato sintió casi en sus huesos lo que la estaba llamando. Miró a su alrededor y no encontró a nadie más que a ella, y sin embargo, se sintió observada de manera casi microscópica. Era una mirada helada como la niebla, lejana y no tangible, pero muy notable.
La niebla de la mañana apenas se estaba dispersando, lentamente con el pasar de los minutos. Sin embargo, en algún momento en su recorrido a la mitad del laberinto, Rosalie se sintió en el punto fijo de la mirada que no se movió de ella en ningún momento. Por lo que frenó y miró con mucha más atención y cuidado a su alrededor, incluso mirando hacia los árboles del bosque que estaban más allá del límite de piedra que tenía el laberinto.
Dió pasos lentos y provocativos, sintiendo que la miraba se revelaría con cada uno de ellos. Y no se equivocó, porque con cada paso hacia adelante, al centro en dónde estaba la fuente, sentía más la mirada quemándole su piel, pero ella también notaba los cambios, el como el cielo pareció congelarse y esperar expectante lo que sucedería.
Incluso el viento comenzó a ser más travieso y ansioso, alborotando algunas ramas de los árboles y trayendo consigo algunas hojas o pétalos de las rosas que se cultivaban y estaban cuidando en el otro jardín. El agua de la fuente estaba pacíficamente tranquila, y Rosalie la admiró, por su brillante y transparente tono azul que resaltaba por la cerámica blanca con la que estaba hecha la fuente.
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Dark Paradise |Rosalie Hale|
FantasiRosalie Hale x FemOC En dónde una vampira fue bendecida con el don de Afrodita, pero ella lo sintió como una maldición. Porque su inmortalidad le quitó todo lo que la motivaba a vivir. Por eso se resignó a solo existir mientras veía la vida avanzar...