Capítulo 2

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El rugido del motor de mi motocicleta siempre ha sido mi escape, mi forma de desconectarme del mundo cuando lo necesito. No es que odie a la gente, por lo general suelo ser bastante sociable, pero algunas personas me parecen innecesariamente complicadas, no todas.

Aparco la moto en el campus y me quito el casco con la misma calma de siempre.

Me gusta la simplicidad de la velocidad, del viento golpeándome en la cara mientras la ciudad pasa como una mancha borrosa. A veces, me pregunto si sería capaz de vivir solo entre libros y autopistas. Quizás lo sería.

A pesar de que la clase no empezaba hasta dentro de media hora, no tenía prisa. Nunca la tenía, en realidad. Me gustaba tomarme mi tiempo, disfrutar del ambiente, y más cuando sabía que varios de mis amigos ya estarían deambulando por ahí.
Mientras caminaba hacia el centro del campus, vi a un grupo familiar cerca de la cafetería, riendo y bromeando como siempre. Ahí estaban, como un reloj, esperando que me uniera a ellos.

― ¡Ahí viene el rey de las motos! ―exclamó Ryan, levantando las manos en señal de saludo exagerado mientras me acercaba.

― El rey de las motos, claro ―dije, con una sonrisa divertida mientras me unía al grupo. ― Solo porque llego antes que tú todos los días no significa que soy un rey, más bien tú deberías ser el plebeyo del tráfico.

Ryan me lanzó una mirada teatral de falsa ofensa.

― ¡Vamos, eso es un golpe bajo! No todos tenemos una moto para hacernos sentir superior. Algunos tenemos que lidiar con el transporte público.

― Claro, y con tu pereza para levantarte temprano ―intervino Chris, el más sarcástico del grupo, mientras daba un sorbo a su café. ― Si te levantaras antes de que el sol esté en su punto más alto, no tendrías problemas.

― ¿Tú hablando de madrugar, Chris? ―me reí― Si mal no recuerdo, fuiste el que se quedó dormido en la clase de historia el semestre pasado. Y eso que era a las diez de la mañana.

Chris levantó una ceja, sin dejar de sonreír.

― Eso fue una excepción. El profesor estaba hablando como si tuviera todo el tiempo del mundo. Además, no es mi culpa si la historia no es tan emocionante como tu vida en dos ruedas.

Nos reímos mientras un par de estudiantes pasaban, dándonos miradas curiosas por el alboroto que estábamos armando. Nunca había tenido problemas para hacer amigos. La mayoría de la gente solía llevarse bien conmigo, y era raro que hubiera tensiones o dramas en mi grupo. Con Ryan y Chris siempre era así: bromas ligeras y un ambiente relajado. Nos conocíamos desde el primer año, y la confianza entre nosotros hacía que cada conversación fuera una mezcla perfecta entre amistosa y burlona.

― Y hablando de emociones, ¿qué tal va tu conquista, Ryan? ―preguntó Chris, cambiando el tema de manera deliberada mientras daba otro sorbo a su café. ― ¿Ya le dijiste algo a la chica de literatura o sigues escribiendo poemas mentalmente sin hablarle?

Ryan bufó y sacudió la cabeza, claramente esperando que no sacaran el tema de nuevo.

― Déjame en paz con eso. Todo a su tiempo, ¿de acuerdo? No todos somos expertos como Matthew, que ya parece tener un club de fans.

Le di una palmada en la espalda, entre divertido y sorprendido.

― ¿Un club de fans? No me hagas reír. Lo que pasa es que tú siempre te complicas la vida cuando no es necesario. Sólo ve, habla, y ya. A menos que quieras que Chris y yo hagamos una intervención dramática y te demos clases.

Ryan me miró con desdén, aunque sus ojos brillaban con diversión.

― Paso. No necesito más presión de la que ya me están metiendo. Además, no quiero que mis amigos me humillen en público.

Sombras del PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora