Capítulo VI

2 0 0
                                    

Miro por la ventana mientras espero a que la profesora aparezca mágicamente.

Aunque algunos de mis compañeros estaban esperando y rezando con mucha fe que no se cruzara por la puerta del salón.

Las gotas de lluvia se deslizan por el vidrio rápidamente, haciendo que todo el exterior se vea borroso.

Odio la lluvia.

La lluvia por alguna razón, me hace sentir nostálgica.

Mientras algunas personas se sienten de esa misma manera y lidian con ello, otros toman medidas extremas como el suicidio.

Sin nada que hacer realmente, observo a cada uno de mis compañeros.

Todos están divididos en grupos y charlando.

Un escalofríos invade mi cuerpo.

Miro por la ventana de nuevo y me asusto al ver un espectro mirándome fijamente.

Esto no es real.

Vuelvo mi vista hacia mis compañeros y nadie nota lo que está en la ventana.

Mi ceño se frunce y de reojo observo a la criatura.

Los monstruos no exist...

Todo está completamente oscuro.

¿Dónde estoy?

Me levanto y mi cabeza choca con algo duro.

Un gemido de dolor sale de mis labios.

La posición en la que estoy no es muy cómoda.

Estiro mis piernas y tocan algo duro.

Un escalofríos me invade por completo, junto con el miedo y la desesperación.

Mi respiración se dificulta poco a poco.

Estiro una de mis pequeñas manos hacia arriba y doy un golpe.

El sonido de la madera llegan a mis oídos.

No...no...no...no...

Mis labios titiran de miedo y mi corazón se acelera.

—¡MAMÁ!—grito lo más fuerte que puedo pero la caja en donde estoy atrapada opaca el sonido.

¡Alguien ayúdeme, por favor!

Las lágrimas calientes mojan mi rostro.

—¡MAMÁ, VEN A AYUDARME!—grito una vez más con la esperanza de que me oiga.

Unas risas se escuchan y no sé con exactitud la dirección de donde provienen.

—Grita todo lo que quieras pequeña—su voz rasposa me da escalofrío.

Mamá, ven alejarme de estos aterradores monstruos.

¿Por qué no estás aquí mamá?

—Nadie vendrá a ayudarte—la voz no era la misma, esta era diferente.

Poco a poco siento la falta de oxígeno y mis pulmones se apretujan.

—¿Por qué?—murmuro y un sollozo sale de mis labios.

—Es tu culpa.

Las voces varían y no sé cuántos monstruos hay.

Siempre son cinco, pero está vez creo que hay más, no estoy segura.

The ShadowsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora