Capítulo VIII

0 0 0
                                    

Camino adentrándome a la mansión.

Miro detras de mi hombro para ver si Sara está siguiéndome.

Su cabeza está cabizbaja y en sus pensamientos está de seguro procesando todo lo que le ocurrió.

Recuerdo la primera vez que traje a un alma a este lugar.

Cuidar de ellas no es un trabajo fácil pero tampoco es tan difícil.

No sé en que momento llegué al salón principal.

Todos estaban allí esperando la llegada de Sara.

—Quiero que le den la cálida bienvenida a...—me giro a ver a Sara —¿Aún quieres que te llamemos por tu nombre?—Asiente con la cabeza sin pronunciar ni una palabra—Sara, será parte de la familia ahora, cuiden bien de ella.

Al terminar de hablar subo las escaleras para dirigirme hacia uno de los balcones.

Recuerdo la primera vez que llegué a este lugar.

Apenas era una niña cuando él me creo.

Al principio pensé que estaría yo sola caminando por varias partes de la Tierra, pero luego conocí a ese pequeño niño de cabello gris oscuro muy bonito.

Inconscientemente termino sonriendo.

—¿Puedo saber cómo te llamas?—al oír mi pregunta el pequeño niño hace una mueca de disgusto.

Me acerco un poco hacia donde está.

Él es mucho más alto que yo.

Sus ojos grises se conectan con mis ojos azules.

—Ian.

Una sonrisa se forma en mis labios al escuchar su nombre.

Por un momento pensé que era la única que rondaría por la tierra.

—Yo soy Allen y creo que al parecer trabajaremos juntos—le regalo una sonrisa cálida que él ni siquiera devuelve.

Su mirada no transmite nada, es como si sus ojos nunca llegaron a tener ese brillo.

—No pienso trabajar contigo—sin esperar alguna respuesta de mi parte se va dejandome sola.

Desde que eramos niños, Ian nunca a sido sociable y siempre le he tenido mucha curiosidad.

Sé que su trabajo no le gusta.

Odia lo que hace y lo que es.

Muchas veces trato de acercarme a él para que deje de sentirse solo, pero él me aleja.

Nunca llegaré a comprenderlo.

Desde el principio de la creación todo iba a ser eterno, pero desde que ocurrió la primera desobediencia todo el plan del creador se destruyó.

Si el plan no se hubiese destruido, Ian y yo jamás existiriamos.

Por lo que me ha comentado mi padre, el primero en nacer fue Ian, pero había un problema, cuando las personas morian sus almas quedaban vagando por toda la tierra.

Luego mi padre decidió crearme para cuidar de las almas y llevarlas a dos lugares distintos.

El lugar de Descanso y el lugar de Tormento.

Solo yo puedo ver hacia dónde llevar a cada alma.

Un suspiro escapa de mis labios.

—No quiero entrar de nuevo al lugar de Tormento.

La vista de este sitio nunca ha dejado de ser expectacular.

Al menos no es como el lugar de Tormento, donde solo van las almas que tienen que pagar una condena eterna.

Odio llevar algunas almas a ese sitio y mi padre lo sabe, pero ha resuelto no hablar más de ese tema.

—Tienes que colocar a alguien más para que lleve a las almas a ese sitio.

Ya no puedo soportarlo más.

Mi padre me mira y se levanta de su asiento.

—Allen, fuiste creada por un solo motivo, y yo no puedo crear a alguien más para hacer tu trabajo.

—Ellos estan sufriendo—susurro.

—Sufren por las acciones que toman y cada acción tiene una consecuencia.

—Pero...

—Ya basta Allen, no quiero volver a tener esta conversación.

—Esta bien, lamento mucho haberte molestado.

Me duele verlos sufriendo.

Cada vez que los llevo a ese lugar, los gritos por querer salir de ahí y pidiendo que los ayude, me desgarran por dentro.

Ningunos de ellos merece estar ahí.

Las lágrimas salen de mis ojos y mojan mi rostro.

He guardado todo este dolor por mucho tiempo, más es algo que tengo que llevar en silencio.

Demuestro ante los demás lo fuerte que soy, pero por dentro me siento débil.

Soy como algo frágil que en cualquier momento puede llegar a romperse.

—Allen ¿estas bien?

Limpio rápidamente mi rostro.

—S-si solo estoy pensando un poco.

Me giro y me encuentro con los ojos color miel de Will.

Will es una de las primeras personas que llegó a este lugar, murió cuando tenía apenas 19 años.

Su padre fue el causante de su muerte y ahora está pagando una condena eterna por matar a su propio hijo.

—¿Otra vez fuiste a ese sitio?

Will siempre se preocupa mucho por mi y eso es un poco tierno de su parte.

Él ha sido una de las almas que más se ha acercado a mi.

—Lamentablemente tengo que hacerlo.

—Desearía poder hacer algo.

—Yo también, pero no puedo escapar para lo que fui creada.

Camino hasta la salida del balcón y al cruzar por la puerta estoy en un cuarto de hospital.

Varios doctores estan tratando de revivir a un niño que está siendo operado.

En una esquina está Ian contemplando la escena.

Siento una ola de nervios al verlo.

No sé desde cuando he tenido está extraña sensación cada vez que lo veo.

¿Qué esta pasándome?

Ian me observa con su típica mirada inexpresiva.

Siento como mis mejillas se están calentando y desvío la mirada.

—¿Có-mo es que puedo ver mi cuerpo?

Miro un niño rubio asustado frente a la camilla.

—Nathaniel, es hora de irnos.

El niño que estaba mirando horrorizado su cuerpo se gira a verme.

—¿Irnos? ¿A dónde?

Vuelvo mi vista hacia Ian, pero él ya no esta.

Aún sigues evitándome.

Le sonrió al niño de forma cálida.

—Prometo responder a todas tus preguntas—le extiendo mi mano y el duda en tomarla, pero lo hace—Un hermoso lugar te esta esperando.

—¿Podré ver a mi mamá?

Trago grueso y mi sonrisa decae un poco.

Al tocar un alma puedo ver toda su vida y la madre de este niño se suicidó.

Y el suicidio se paga con una condena.

The ShadowsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora