Hiro-sensei... (1/2)

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"Imagínense estar solos en la calle a media noche... Escalofriante no? Los peligros que acechan en las calles cuando el sol se oculta, cuando las personas duermen... Los monstruos salen a cazar."
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Me desperté acurrucado en el mismo callejón, el aire helado cortándome la piel y el suelo duro adormeciendo mis extremidades. Había comido lo poco que tenía, pero el hambre ya comenzaba a asomar otra vez, como una bestia incansable que nunca se sacia del todo.

Me levanté con torpeza, sacudiéndome el polvo de la ropa raída. La ciudad apenas despertaba, con los primeros rayos de sol filtrándose entre los edificios. El bullicio de la vida cotidiana pronto llenaría las calles, y yo tendría que desaparecer de nuevo entre las sombras, como siempre. No podía dejar que me vieran; era como si llevara una marca invisible que decía "indeseado", "inútil", "prescindible".

A pesar de todo, el cuerpo me pedía moverse. Tenía que encontrar algo, cualquier cosa, para pasar el día. Las sobras de la comida robada no durarían mucho, y no podía contar con la suerte de ayer para volver a encontrar algo tan fácilmente. Caminé sin rumbo, dejando que mis pies me guiaran, mientras mi mente vagaba entre pensamientos sombríos. Intentaba no pensar demasiado, no permitirme recordar lo que había perdido, porque sabía que eso solo me hundiría más.

Las calles comenzaron a llenarse de gente, niños con mochilas rumbo a la escuela, personas de traje apurándose al trabajo, familias caminando juntas, riendo y charlando como si el mundo no fuera cruel. Los miraba desde la distancia, preguntándome si alguna vez podría tener algo parecido otra vez, si acaso alguna vez había tenido algo así. Sentí una punzada de amargura, pero la enterré rápidamente. No podía permitirme ese tipo de pensamientos.

El hambre volvió a golpearme, esta vez con más fuerza. Mi estómago gruñía, retorciéndose de dolor. Sabía que no podía durar mucho sin comer, pero tampoco podía robar de nuevo tan pronto. Si me atrapaban... no quería ni pensar en lo que podría pasar.

Mis ojos se clavaron en una panadería cercana. El aroma del pan recién horneado me envolvió, y por un momento me quedé paralizado, deseando poder entrar y comprar algo como cualquier otra persona. Pero sabía que no era posible. No tenía dinero, y lo único que me quedaba era la desesperación. Miré las puertas de la tienda, observando cómo la gente entraba y salía con bolsas llenas, mientras yo apenas podía sostenerme de pie.

Y entonces lo vi. Un hombre mayor salió de la panadería, dejando una pequeña bolsa en un banco mientras revisaba su teléfono. Mi corazón comenzó a latir con fuerza. La bolsa no parecía muy grande, pero con suerte tendría algo, tal vez solo un pan, algo que podría mantenerme por unas horas más.

Mis pies se movieron antes de que pudiera pensarlo dos veces. Me acerqué lentamente, tratando de no llamar la atención. El hombre estaba distraído, sus ojos fijos en la pantalla de su teléfono. Extendí la mano hacia la bolsa, sintiendo el pulso de mi corazón en mis oídos. Justo cuando estaba a punto de agarrarla, el hombre giró su cabeza, y nuestros ojos se encontraron.

Me congelé...

Su mirada serena se encontró con mi mirada asustadiza.

???: ¿Estás buscando algo? -preguntó, su voz calmada contrastando con el tumulto de emociones en mi pecho.

Mi mirada se intercalo entre la bolsa con pan y el dueño de este. Un señor de aspecto intimidante a mi vista.

Pero también noté algo a un lado de la bolsa... Su billetera.

Su mirada se volvió sería... Ya noto mis intenciones.

El hombre se movió con rapidez, pero ya era demasiado tarde. Con un movimiento torpe y apresurado, tomé la bolsa de pan y la billetera y comencé a correr. Mi corazón palpitaba con fuerza mientras el frío aire de la mañana cortaba mi rostro. La adrenalina me impulsaba, pero el remordimiento me seguía de cerca, como una sombra persistente.

地獄に染まった天使  (DISCIPLINE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora