Saben... El hecho de olvidar, es algo difícil.
Ya sea olvidar a aquella persona que ya no está con nosotros, olvidar a aquel chico que hacía bullying en la escuela, olvidar... A tu madre.
Últimamente pienso en lo último... Olvidarla, ¿Me traerá paz al fin?
A veces, en la quietud de la noche, me pregunto si realmente podría alcanzar la paz si logro dejar todo atrás. Pero incluso mientras busco esa paz, el peso de las preguntas sin respuesta y las emociones reprimidas me arrastra de vuelta.
El recuerdo de mi madre, sus decisiones, el dolor que me causó... todo sigue ahí, como una sombra persistente. En lugar de encontrar alivio en el olvido, me encuentro cuestionando si el verdadero camino hacia la paz no es confrontar esos recuerdos y entenderlos, sino simplemente aprender a vivir con ellos.
Pero siempre llega esa sensación... Esa emoción de odio y rencor hacia ella y esos Imbéciles por abandonarme.
¿Realmente el olvido traerá paz, o solo es una forma de escapar del dolor que, quizás, nunca desaparecerá por completo?
¿Y si la única solución... Es acabar con ella...?
Puede que sea una decisión drástica... Nunca había matado a alguien, solo lastimado de forma en que vaya al hospital.
Kakeru: Kenta...
La voz de Kakeru me saco de mis pensamientos, claro... Estábamos en camino a un trabajo de Hiro.
Kenta: K-Kakeru... ¿Me das un cigarrillo?
Últimamente Kakeru había comenzado el hábito de fumar, dijo que era una forma de reemplazar el alcohol cuando no tiene dinero... Pero eso solo era una excusa, era obvio que está cosa se volvió un vicio para el.
Kakeru, al ver la expresión en mi rostro, notó que algo estaba profundamente perturbándome. No era común que le pidiera un cigarrillo, pero en ese momento, era lo único que podía pensar que me ayudaría a calmar la tormenta interna.
Kakeru: Claro. —dijo, sacando un cigarrillo de su paquete y entregándomelo—. Pero dime, ¿qué pasa?
Tomé el cigarrillo con manos temblorosas, y mientras encendía la punta, trataba de ordenar mis pensamientos. El humo del cigarro llenó mis pulmones, y por un momento, la distracción del vicio me proporcionó una ligera calma.
Kenta: Solo... necesito despejar mi mente. —respondí, tratando de mantener la voz firme, pero no pude evitar que mi tono sonara cansado.
Kakeru observó en silencio mientras yo daba una profunda calada.
Kakeru: Ya estamos por llegar, pero... Si quieres un descanso podrías dejarmelo a mi.
Sus palabras eran una oferta sincera. Kakeru tenía una habilidad para ver más allá de las palabras y notar las emociones subyacentes. Me sentía agobiado, y la idea de tomar un descanso mientras él se encargaba de la situación me parecía un alivio.
Kenta: ¿Estás seguro? No quiero que te molestes por mi culpa.
Kakeru: No es molestia. Somos amigos, ¿no? Si necesitas un respiro, déjamelo a mí.
Asenti lentamente... Si antes me veía como un muerto en vida, ahora creo que parecía un muerto pero bien tieso.
Kakeru: Ve y diviértete por ahí... Dejame el resto de la negociación a mi. —hablo con una ligera sonrisa, entrando en aquel restaurante en dónde estaba el comprador de las armas de Hiro.
Mientras Kakeru entraba al restaurante, yo me quedé parado en la acera, mi mente girando en torno a la maraña de pensamientos y emociones que no podía controlar. La sensación de estar desconectado de todo y todos era abrumadora. Miré al entorno urbano que me rodeaba, pero todo parecía borroso y distante.