Capítulo 4

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Notas de la autora

Hago totalmente responsable a mi maestro de pensamiento político por no poder actualizar pronto JAJAJAJA

Este capítulo es un poco explicito, tanto de manera sensual como violenta, quien tenga un problema con esos dos temas es más que bienvenido a no leer el capítulo.

Ya se la saben personitas:

síganme en "X" para saber cuándo subo un nuevo capítulo y tambiénpara cotorrear a gusto @sourgomitas, de nueva cuenta apreciaría sus comentarios, eso me ayuda saber si les está gustando, ¿Qué les gustaría que sucediera más adelante? Me encantaría leer sus ideas <3

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Ya había pasado una semana desde aquella tan emotiva noche, las vidas de los dos pasaban con relativa normalidad, la única diferencia que las personas alrededor de los dos chicos podían notar era como Gabriel sonreía más cada vez que se encontraba al lado del moreno.

No era un secreto que el argentino se encontraba sobre las nubes, por fin había hablado sobre los sentimientos que experimentaba por Sebastián, ya se había resignado a cavar un agujero y enterarlos ahí, sin embargo, eso no sucedió, al contrario, estos sentimientos fueron correspondidos, no hay mejor experiencia que esa, por fin los sentimientos de los dos chicos se encontraban en sintonía.

¿Verdad?

—¡Sebas! Espérame boludo — corrió hasta llegar con el antes mencionado — Te dije que me esperaras — posó su brazo alrededor de los hombros del moreno.

—Ni que te fueras a perder en el colegio para tener que estar esperándote pe — con un movimiento quitó el brazo del argentino se su cuerpo.

¿Qué necesidad había de que actuara de esa manera?, realmente ninguna, o tal vez si existía una.

Era como un perro tratando de perseguir su propia cola, estaba corriendo en círculos, ya había aclarado que se había enamorado de Gabriel, pero, ¿Por qué se seguía sintiendo mortificado?, estaba avergonzado de sí mismo.

El argentino solo pudo suspirar mientras en su rostro se posaba una expresión entre confundida y un amargo dolor, pero aun así fue tras Sebastián, qué patético se sentía.

El sol estaba en su punto más alto y caliente del día, esto molestaba al moreno quien se encontraba en plena calle recibiendo los rayos del sol, ¿Por qué Gabriel se tardaba tanto?, ¿A caso quería que se derritiera en este sol?, de repente su teléfono vibró, por fin podría escalar el muro de la casa del argentino.

—Hasta que te dignas en avisarme — como odiaba escalar ese muro, siempre se jodía las manos.

—Sos un exagerado... — empezó a cambiarse frente a Sebastián, quedándose solo en boxers.

—Oe, ¿Y tu familia? — se sentó en la cama del argentino mientras observaba el cuerpo del contrario.

—Mis padres trabajando, mis hermanas en la escuela y- ¡h-hey! — unas manos recorrían su espalda causándole escalofríos.

—¿Qué rutina haces eh?, no importa que parte de tu cuerpo toque, todo esta bien definido... — sus fríos dedos seguían la línea de la columna del argentino quién solo atinaba a retorcerse por el toque.

—Yo... — sus mejillas se tornaban rojas de poco a poco y su habla se vio afectada por la respiración de Sebastián quien se encontraba a la altura de su cuello.

Era impresionante como Gabriel se podía deshacer ante el toque de Sebastián, era como si las manos del moreno estuvieran hechizadas, porque si estas no lo estaban no había explicación racional para que el argentino se encontrará suspirando con fuerza mientras que el peruano recorría la extensión de su blanca piel.

¿Qué somos ahora y a dónde vamos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora